Medialuna [NO CORREGIDO]

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Tengo una relación extraña con los aviones, por una parte los odio. No aguanto estar sentada tanto tiempo, pero también los amo. Siempre soñé con poder volar y ver todo desde arriba, por eso siempre que viajo en uno, me la paso mirando por la ventanilla. 

El vuelo no fue tan aburrido como pensé que sería, después de un rato June se aburrió de Michael y se puso sus auriculares, y todo el mundo sabe lo que eso quiere decir: no me hablen. Michael y yo estábamos sentados juntos, mientras que June iba en la fila de al lado. Él se giró y comenzamos a charlar. Luego, me dormí. Michael me despertó cuando estábamos aterrizando. En Argentina eran las nueve de la noche, y cuando bajamos hacía frío. Busqué a Tarf y nos dirigimos a la salida. Le di la jaula de mi lobo a un guardia y salimos a la calle. Buenos Aires era lindo, supongo, pero a mi nunca me gustaron las ciudades. Me sentía sofocada allí, prefería los entornos naturales. June paró un taxi y le dio la dirección del hotel en el que nos alojábamos. Dioniso había reservado habitaciones para nosotros, una para June y yo y otra para Michael.

Inmediatamente entré al cuarto, me desplomé sobre la cama. June había comenzado a sacar cosas de su mochila cuando Tarf saltó sobre su cama y se recostó contra la almohada.

-¡Saca a ese bicho de mi cama, YA!- Gritó mi compañera de cuarto.

Resoplé y le dije mentalmente a Tarf que se subiera a la mía. Me obedeció y en el instante que tocó la almohada se durmió. Yo seguí su ejemplo.

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Me desperté con la alarma de mi celular. Eran las nueve menos cuarto de la mañana. Tarf también se despertó y empezó a lamerme la cara. Ya es de día ¡Quiero salir!, me repetía mentalmente una y otra vez. Lo acaricié para que se calmara y me di una ducha. June seguía durmiendo, despatarrada sobre la cama. Sin maquillaje se veía extraña. Me puse unos jeans, la camiseta del campamento, un sueter blanco peludo y botas. Me hice una trenza y me puse a pensar en cómo despertar a June. Estuve a punto de vaciarle una de las botellas de agua de la nevera en la cabeza, pero me contuve. En vez de eso, abrí las cortinas, prendí las luces y la destapé. 

-¿¡Qué haces?!-Gritó, tapando la luz que le llagaba a los ojos con una mano.

-Tenemos que seguir con la misión.-Dije, simplemente, y salí de la habitación, con mi mochila y Tarf detrás.

Fui hacia la cafetería, necesitaba tomar el desayuno. Me senté en una de las mesas que estaban en el jardín del hotel  y dejé que Tarf gastara su energía corriendo por todo el lugar. El día estaba fresco, pero el cielo estaba despejado, amaba esos días. Encogí las rodillas, apoyándolas contra la mesa, agarré con las dos manos mi taza de café con leche y disfruté de los rayos de sol que daban justo en mi cara. 

-¿Puedo sentarme?-Michael venía con una taza en una mano y un plato con medialunas en la otra.

Me daba gracia como él hablaba español.

-Claro.

Se sentó en frente mío y apoyó sus cosas en la mesa. 

-¿Estás cómoda?-Preguntó, con una sonrisa.

-Mmm... En realidad no tanto.-Puse cara pensativa.-Me falta... ¡Esto!- Levantaba triunfante una medialuna dulce.

-¡Hey! ¡Eso no es justo!-Dijo Michael, riendo.

-Que reflejos pobres, señor Michael, creo que está usted en baja forma.-Dije, con voz formal, al tiempo que le daba un mordisco a mi premio.

De repente, Michael desapareció. Cuando me levanté de la silla para mirar alrededor, algo me arrebató mi medialuna.

-¡Hey!-Exclamé, mientra Michael se hacía visible, con mi medialuna en la mano.

-Creo que estaba equivocada, señorita. Es más, me parece que usted es la que está en baja forma. No pensé que caería en un truco tan... ¿cómo decirlo? Predecible.-Usó la misma voz formal que yo había empleado, mientras movía la medialuna en el aire, como una batuta. 

Soltamos una carcajada.

-¡Dámela!-Grité, estirando la mano para alcanzarla, él era más alto que yo. Inmediatamente, Michael levantó el brazo lo más posible, de forma que tuviera que saltar para llegar.

Lo intenté unas cuantas veces, pero no la alcanzaba. 

-¿Como que así quieres jugar, eh?-Dije, sonriendo de forma maliciosa. Michael me miró, confundido. De repente, la rama de uno de los árboles del jardín lo agarró por el tobillo, poniéndolo cabeza abajo. Le agradecí mentalmente al roble y le dije a Michael-¿Admites que yo gano?

-Supongo que si.-Dijo él, encogiéndose como pudo de hombros. Los dos comenzamos a reir. Me estaba por dar la medialuna, cuando una sombra negra, blanca, gris y pequeña la sacó de su mano y se alejó, corriendo. Me sorprendí tanto que el árbol soltó a Michael y él cayó al suelo.

-¡Tarf!-Grité, mientras corría siguiendo a mi lobo. Michael venía detrás de mí, riendo.-¡No te rías! Ese era mi premio-Dije, con voz ofendida, aunque sonreía.

-¡Bola de pelos! ¡Ven aquí!-Gritó Michael, entre risas.

Era una carrera a toda velocidad, le estábamos pisando los talones a Tarf, cuando este frenó en seco. Los dos intentamos no chocarlo y caímos al suelo.  Michael cayó encima mío. Nos quedamos riendo unos segundos, pero luego solo nos miramos a los ojos. Los suyos tenían una gran cantidad de verdes en su interior, no era de un color uniforme, ¿cómo es que no lo había notado antes? Contrastaban perfectamente con su cabello castaño. La combinación era hermosa. De pronto, escuchamos un ruido de pasos que venían de la puerta que daba al hotel, y Tarf vino corriendo, con la medialuna a medio comer en el hocico. Michael y yo nos sonrojamos y el se puso de pie, apresurado.De algún modo lamenté eso, sus ojos eran muy hermosos y cautivantes, no me hubiera molestado quedarme observándolos un rato más. Se sacudió la camiseta y me tendió la mano para ayudar a levantarme. Me recordaba tanto a la vez en que la mantícora nos atacó, que no pude evitar sonreir. Pero esta vez si acepté su mano.

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June venía hacia nosotros, con una taza de café en la mano. Estaba maquillada y su pelo oscuro le caía como una cascada por los hombros. Llevaba puesto un top negro y encima una campera de cuero blanca, con unos jeans negros y botas con taco, ¿que no tenía frío? Nos miraba de una manera extraña, sobre todo a mi. Supuse que había visto el lío que habíamos hecho persiguiendo a Tarf, y también la caída. Me sonrojé, mientras los seguía hacia la mesa.

-Entonces, ¿cual es el plan para hoy?-Preguntó Michael, rompiendo el hielo.

-Creo que podríamos ir a ver a esa Andrea. Busqué en google su dirección. Es médica y vive a unas calles de aquí, ella podría saber algo sobre ese " nuevo enemigo"-Dije.

-De acuerdo-Dijo Michael, asintiendo.-A la casa de Andrea, entonces. -En ese momento caí en la cuenta de algo. Michael estaba sentado al lado de June, sin embargo no la había mirado más de una vez y, además, actuaba normal, no estaba en modo zombie. No pude evitar sonreir.

June asintió, con aire indiferente. Aunque ella intentaba que pareciera que no pasaba nada, yo me daba cuenta que estaba enojada. Borré mi sonrisa, no quería problemas.

Salimos del hotel y tomamos un taxi hacia el departamento de Anndrea. 






La hija de la naturalezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora