Capítulo 9

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     Entramos a la cafetería, donde solo tres mesas estaban ocupadas. En una de ellas había cuatro chicas, que después de vernos entrar comenzaron a murmurar entre ellas. Ian y yo nos sentamos en una de las mesas al fondo del local, junto a un ventanal que daba al estacionamiento. Una mesera se acercó a nosotros. Era bajita, de cabello castaño y complexión delgada, no aparentaba más de 16 años.

—Buenos días— saludó, con una gran sonrisa en el rostro— bienvenidos al Café del Nogal ¿qué les sirvo?

—Un café americano— dije

—Yo quiero un capuchino y un pastel... de lo que sea

—En seguida— la mesera se alejó, aun sonriendo ampliamente y yo la seguí con la mirada

—Creo que es la mesera más feliz que he visto en toda mi vida— bromeó Ian

—Lo mismo digo— sonreí

     Mis ojos se dirigieron al rubio y me di cuenta de que él ya estaba mirándome. Nuestras miradas se quedaron fijas la una en la otra, durante un momento que me pareció eterno, a pesar de que fueron solo unos segundos.

     Ian sonrió ligeramente, mi mirada se desvió a sus labios, me costaba creer que nos habíamos besado apenas unos minutos atrás, pero así había sido y estaba seguro de que no sería la última vez.

—Así que... ¿estás nervioso?— preguntó el rubio

— ¿Por qué debería estarlo?— contesté

—Por las mismas razones que yo, estas en una cita con un chico ¿no es suficiente con eso?— una sonrisa se extendió por mis labios.

—No eres el primer chico con el que tengo una cita— dije, tratando de sonar arrogante— así que no, no estoy nervioso— mentí

— ¿No?— negué con la cabeza— eso no fue lo que dijo Julie— una sonrisa burlona curvó los labios de Ian

— ¿Julie?— dije confundido

     El rubio asintió y continuó hablando.

—Se acercó a mí al final de clases, antes de que llegaras— comenzó a decir— parecía que quería matarme, por cómo me miraba, y dijo que me tiraría de un barranco si este asunto de la cita era una broma— me sonrojé ligeramente, lo que provocó que la sonrisa de Ian se hiciera más grande— después de asegurar cien veces que iba en serio con este asunto se emocionó demasiado y comenzó a decir que estabas tan nervioso que te habías arreglado de más para una cita casual, aunque debo admitir que no te ves nada mal

     Fui incapaz de emitir una sola palabra. Los ojos azules de Ian seguían fijos en mí y la sonrisa burlona continuaba en sus labios. Abrí la boca para intentar hablar, pero algo me lo impidió.

—Un americano, un capuchino y un pastel de miel— la mesera apareció con nuestra orden y lo dejo todo sobre la mesa rápidamente— lamento la interrupción— dijo y se fue

     Me pasé una mano por el cabello, sentí unas manchas de lo que supuse sería pintura seca, lo que me hizo fruncir el ceño, ¿cómo era posible que siempre hubiera pintura en mi cabello?

—No puedo resistirlo más— dijo Ian— lamento si la pregunta te molesta, pero realmente tengo curiosidad— hizo una pausa— ¿por qué cada vez que te veo tienes pintura en el cabello?

—No estoy seguro— admití— Julie dice que cuando pinto siempre me acarició el pelo inconscientemente, Kris me dijo lo mismo así que creo que es verdad

— ¿Cuándo pintas? — preguntó Ian confundido

—Si, se podría decir que soy pintor— sonreí ligeramente

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