Capítulo 14

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— ¿Necesitas ayuda con eso?— preguntó Ian

—Con que abras el maletero es suficiente— respondí

El rubio hizo lo que le pedí y después de meter la caja de cartón, cuyas dimensiones eran de unos 95x60x10 cm, en el maletero me subí al asiento del copiloto.

— ¿Listo?— asentí como respuesta

Ian encendió el auto y se integró al tráfico fácilmente. Ya llevábamos una semana con esa rutina, por las mañanas Ian pasaba por mí y nos íbamos a la escuela. Los primeros días había sido un poco extraño, ya que en cuanto nos bajábamos del auto algunas personas nos miraban fijamente y, al menos el primer día, había visto a John fulminándonos con la mirada, Ian se había comportado como si nada pasara, pero para mí había sido más difícil, ya que no estaba acostumbrado a ser el centro de atención.

Suspiré, no quería que eso continuara, me gustaba no recibir mucha atención, esperaba que las miradas ya se hubieran terminado, seguramente todos habían encontrado algún evento más interesante que Ian y yo llegando juntos, al menos eso quería creer.

— ¿Estás bien?

Miré a Ian, el rubio me miraba a mí y después al camino frente a él a intervalos, parecía preocupado, pero no quería quitar su atención del camino, volví a suspirar y asentí.

—Sí, estoy bien, solo espero que no me vuelvan a mirar fijamente en cuanto me baje del auto— respondí

—Descuida, ya pasó una semana, ya no somos una novedad— aseguró

Llegamos a la escuela luego de unos minutos, Ian se estacionó y me ayudó a bajar la caja del maletero antes de comenzar a caminar hacia la entrada. A pesar de que había algunas personas mirándonos con curiosidad no era nada comparado con lo de la semana anterior, así que pude relajarme.

— ¿Qué tienen preparado para la presentación de hoy?— pregunté, lo cual hizo sonreír a Ian

—Es una sorpresa­­­— respondió— si quieres saberlo tendrás que esperar igual que todos los demás— agregó y me guiñó con el ojo izquierdo— ¿y tú? ¿qué escondes en esa misteriosa caja?

—Es una sorpresa­— repetí— para verlo tienes que esperar pacientemente— Ian sonrió y asintió

—Parece justo

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     A medio día el salón de Estudio del Arte Contemporáneo estaba lleno de movimiento. Habíamos llevado todos los pupitres a la bodega de la escuela, dejando el salón libre para acomodar todas las cosas necesarias para la presentación, que prácticamente eran solo unos cuantos caballetes. El profesor había dado instrucciones de que en ese salón se expusieran las pinturas y esculturas, en total eran siete obras, cinco pinturas y dos esculturas, lo cual era muy conveniente, pues el espacio sería suficiente para que los espectadores pudieran moverse fácilmente.

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