Capítulo 17

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Emma estuvo todo el día nerviosa por su cita con Killian. Ni siquiera haberle conseguido una familia a Lily la calmó. Emma no tenía una cita desde hace muchísimo tiempo, no desde que había salido con Walsh. Con Neal nunca habían tenido dinero para tener una cita apropiada, con Graham no habían tenido tiempo de tener una, y con Walsh había tenido muchas. Las citas con Walsh siempre habían sido incómodas y aburridas. No que alguna vez se lo haya dicho a alguien, pero Walsh se la pasaba siempre más entretenido con su celular ocupándose de temas laborales o hablando de él mismo. Emma no sabía que esperar de la cita con Killian. Lo único que Emma sabía era que estaba nerviosa. Llegó a su departamento, se bañó y se cambió. Se probó varios vestidos, hasta finalmente optar por uno color rosa pálido que le llegaba hasta la rodilla. Se recogió el cabello en una cola de caballo alta y prolija. Luego fue al departamento de sus vecinos a pedir sus opiniones y agradecerles por ofrecerse de cuidar a Henry.

- ¿Y qué tal luzco? – Dijo Emma mostrándose nerviosa.

- Estás hermosa. – Comentó Mary Margaret con una sonrisa.

- Lo que ella acaba de decir. – Dijo David mirándola maravillado.

- Sí. – Coincidió Henry. – Estás preciosa. – Dijo sonriendo.

- Gracias peque. – Agradeció. - ¿Seguro que te sentís bien? Puedo decirle a Killian de quedarnos acá si no queres que me vaya. – Dijo asegurándose del bien estar de su hijo.

- Mamá estoy bien, David y Mary Margaret me van a cuidar. – Aseguró Henry. – Ya se perdieron parte del casamiento por mí, no quiero que también se pierdan su cita. – Informó decididamente.

- De acuerdo. – Aceptó ella despeinándolo con ternura.

Sonó el timbre y Emma fue a abrir la puerta. Cuando la abrió se encontró fascinada al verlo vistiendo un jean negro, una camisa negra y una campera de cuero también negra. Estaba hermoso. Emma sintió como las piernas le temblaban y se agarró de la puerta para mantener el equilibrio.

- Estas radiante Swan. – La halagó con una sonrisa.

- Vos estás... - Comenzó a decir ella sin poder evitar el temblor en su voz.

- Lo sé. – Termino él por ella haciéndola sonreír. – Esto es para vos. – Dijo entregándole una rosa roja.

- Gracias. – Agradeció ella agarrando la rosa. – Será mejor que vayamos yendo antes de que David te de su discurso de amigo protector. – Bromeó.

- Hablando de eso, nadie tiene que preocuparse. – Dijo Killian dirigiéndose hacia los otros tres que estaban sentados alrededor de la mesa. – Emma está en perfectas manos. – Aseguró él.

- Nada que aclarar Killian, lo sabemos. – Dijo Mary Margaret con una sonrisa.

- Diviértanse. - Dijo Henry.

- La lastimas y te mato. – Dijo David seriamente.

- Vamos. – Dijo Emma riendo y tomando de la mano a Killian.

- ¿Seguro que no quieren que los lleve? – Preguntó David acompañándolos hasta la puerta.

- Estamos bien y puedo cuidarme sola. – Le recordó ella a su amigo y lo abrazo para agradecerle la manera en que la cuidaba. – Adiós. – Se despidió.

Killian la había ido a buscar con el auto, así que le abrió la puerta para dejarla pasar y ella bromeó con que él era un caballero. El viaje en auto fue silencioso y tranquilo. Finalmente se detuvieron en el puerto.

- ¿Qué hacemos acá?- Preguntó ella sin entender que hacían allí.

- Pensé que una cena bajo las estrellas era una buena idea. – Explico él. – Si no te gusta podemos ir a otro lado... – Comenzó a decir.

New York City SerenadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora