Epílogo

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Emma se despertó a la mañana temprano sintiéndose mareada y con el estómago revuelto. Se levantó de la cama con cuidado, para no despertar a Killian, y se encerró en el baño. Se arrodilló en la fría cerámica y vomitó la cena de la noche anterior en el inodoro. Emma odiaba vomitar y últimamente le estaba pasando seguido. Hace dos semanas que le estaba costando poder digerir bien la comida y se levantaba temprano con nauseas. Emma se sentó en el piso y apoyó su espalda contra la pared pensando algún motivo por el cuál se podía estar sintiendo mal. ¿Estaría enferma? No, eso era raro, no había tenido otros síntomas más que los vómitos. Aparte los vómitos solían ocurrir nada más por las madrugadas, el resto del día se sentía perfecta. Aunque tal vez un poco cansada, había estado durmiendo más de lo que normalmente dormía. ¿Estaría embarazada? No, imposible, ella y Killian se cuidaban. Hacia dos años que ella y Killian se habían casado, y hacia dos años que ella y Henry se habían mudado a la casa de Killian frente al mar. Emma nunca se había sentido tan feliz como viviendo con ellos, los tres juntos como una familia. Ellos se cuidaban, salvo alguna que otra ocasión, como el mes pasado después de la despedida de solteros de Jefferson y Rose. Habían estado muy borrachos y en el momento cuidarse no había parecido importante. Pero ahora a Emma le estaba empezando a generar preocupación. No, imposible, ella no podía estar embarazada. Probablemente era solo que la comida le había caído mal, más los nervios que había estado pasando por un difícil caso en el que estaba trabajando. Si, seguro era eso. Se lavó los dientes y volvió a la cama. Se acomodó en los brazos de Killian y volvió a quedarse dormida.

- Amor hora de levantarte, si no salís de la cama se nos va a hacer tarde y Henry nos va a matar. – Le dijo Killian, quien ya estaba cambiado, y dejó una bandeja con el desayuno en la cama.

- No quiero levantarme, no tengo fuerzas. – Se quejó ella y sonrió al ver que él había preparado el desayuno. Pero cuando agarró la bandeja sintió nauseas y decidió dejarla a un lado, y volver a recostarse.

- ¿Estás bien? – Preguntó él mirándola con preocupación.

- Me siento mal. – Confesó ella. – Creo que debo tener una intoxicación de comida o algo, porque lo que comimos anoche me mató. – Explicó.

- Mmm, puede ser, últimamente te sentís mal de la panza seguido. – Comentó él y acarició la frente de ella suavemente para comprobar que no tenga fiebre.

- Creo que es mejor que ustedes vayan a navegar y yo me quede. – Dijo ella acurrucándose en la cama en búsqueda de una posición cómoda.

- ¿Segura? – Preguntó él dudoso. – Si te sentís muy mal, deberíamos quedarnos y cuidarte. – Dijo mirándola intensamente.

- Solo necesito dormir. – Dijo ella con convicción.

- Bien, pero cualquier cosa nos llamas. – Pidió él.

- Cualquier cosa los llamo. – Asistió ella.

- Volveremos a la hora de la cena, te amo. – Dijo él y le dio un beso en la frente.

- Yo más. – Lo peleó ella ganándose una gran sonrisa de él.

Una vez que Killian y Henry se fueron de la casa, Emma decidió levantarse. Se dió una ducha, se cambió y se fue a la farmacia. Compró un test de embarazo y volvió a la casa. Hizo pis, puso el tubito, y ahora solo quedaba esperar unos minutos. Emma se sentó en el piso del baño, poniéndose cada vez más nerviosa con el resultado.

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Emma se sentía mal. Hace días que todo lo que comía lo vomitaba, hasta el solo hecho de oler comida le revolvía el estómago. Uno diría que una mujer que había vivido en hogares de niños huérfanos y casas de adopciones temporales tendría que estar acostumbrada a la comida fea, barata y sin sabor; Pero al parecer cualquier comida se estaba convirtiendo en un imposible para su estómago. Emma se decía a si misma que tenía que comer, que tenía que aprovechar y agradecer que tuviera comida. Pero por más que su cabeza lo hacía, su cuerpo no. Finalmente terminó colapsando una mañana, cuando se desmayó su trabajo.

New York City SerenadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora