Capítulo 9

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Emma estaba esperando que Henry salga de la práctica de fútbol cuando sus pensamientos se vieron invadidos por Killian Jones. A esas alturas Emma se había dejado de cuestionar y sorprender de que Killian aparezca en sus pensamientos cada vez que tenía un momento libre. Emma recordaba la charla que habían tenido la semana pasada, donde ambos habían hablado sobre momentos difíciles de sus infancias. Desde ese momento algo cambio en Emma, por más que todavía la aterrorizaba la idea de estar enamorándose de él, sintió esperanza. Sintió que podía confiar en él. Tal vez era loco aferrarse a algo tan pequeño como eso para confiar en alguien, pero para Emma no era pequeño. Para Emma era algo gigante porque ella nunca hablaba de su niñez.

Al haber conocido más sobre Killian se sintió egoísta. Killian también había tenido una vida difícil y también tenía heridas, y ella nunca se había tomado un momento para considerarlas.

Todos sus pensamientos se desvanecieron velozmente cuando Henry vino corriendo hacia ella y se saludaron con un abrazo.

- ¿Cómo estuvo la práctica peque? – Preguntó ella mientras lo agarraba de la mano para emprender camino hacia su departamento.

- ¡Re divertida! ¡Metí un gol de tiro libre y el entrenador me eligió entre los titulares para el próximo partido! – Contó Henry lleno de entusiasmo.

- Te felicito. – Dijo ella dándole un beso en la cabeza. – Y me pone muy feliz que estés entre los titulares, te lo mereces. – Le dedicó una sonrisa.

- ¿Vas a venir al partido? – Preguntó el mirándola seriamente.

- No me lo perdería por nada del mundo. – Respondió ella despeinándole el cabello afectuosamente.

- ¿Puedo invitar a Killian? ¡A él le encanta el fútbol! – Preguntó con una gran sonrisa.

- Cuando lo veamos podemos preguntarle. – Dijo ella sin saber bien que contestar.

Cuando llegaron a la puerta del edificio se encontraron con Grace. Ella era una vecina, vivía un par de pisos más abajo que ellos. Desde que se conocieron Henry y Grace se habían hecho amigos inseparables. Emma y Jefferson, el papá de Grace, siempre bromeaban con que algún día esos dos pequeños iban a ser novios.

Grace estaba sentada en la entrada, con la cabeza escondida entre sus piernas. Herny se sentó a su lado y la abrazó, mientras que Emma se agachó a su altura para poder hablarle mirándola a la cara.

- ¿Qué haces acá Grace? ¿Estás bien? – Preguntó Emma acariciando su brazo con delicadeza, le preocupaba ver a la amiga de su hijo tan triste.

- Mi papá se olvidó de mí. No me vino a buscar al colegio, así que vine a buscarlo acá, pero no está y no tengo llaves para entrar a casa. – Dijo entre sollozos.

- Tranquila bonita, estoy segura de que tu papá no se olvido de vos. Seguramente le debe haber surgido algún inconveniente y por eso no fue a buscarte. – Dijo Emma intentando consolar a la niña. Ella conocía a Jefferson desde hace dos años y él no era el tipo de padre que se olvida de su hija.

- ¿Por qué no venís con nosotros hasta que llegue tu papá? – Ofreció Henry.

Emma preparó una merienda para los niños. Una vez que terminaron y se fueron hacer los deberes del colegio, Emma se dedicó a llamar a Jefferson, pero él no respondía. Emma estaba preocupada con la situación y no sabía que hacer, por lo poco que sabía Jefferson y Grace no tenían más familia, eran solo ellos dos. Sonó el timbre y Emma abrió la puerta con la esperanza de que sea Jefferson.

- ¡Jefferson me debes una gran explicación! – Gritó mientras abría la puerta, pero no se encontró con Jefferson, sino con Killian. Las personas tenían que dejar de aparecer sin previo aviso en su departamento. – No eres Jefferson. – Dijo sorprendida.

New York City SerenadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora