Capítulo 3

1.9K 109 10
                                    

Sábado. Oh mi lindo y preciado sábado. Te haré un poema.

Sábado, si eres tan genial, hazte presente en todos los días en la semana...

Sólo son las 11 de la mañana y ya he aprendido dos cosas. La primera es que amo los sábado, y la segunda que soy pésima haciendo poemas. No me lo reprochéis.

Miro en dirección  hacia  la ventana y veo que hay un sol que te mueres. No es muy habitual que en Eastwood haga calor, pero hoy es una excepción. Me pongo unos shorts rasgados grises, una camisa blanca con mini unicornios rosas y unas Vans también de ese color. Me hago un moño muy desarreglado y bajo  a desayunar, pero antes cojo mi móvil.

En la cocina no hay nadie, así que aprovecho y saco de mi escondite secreto, la Nutella. Sí, tengo que tener escondida la Nutella porque mi padre, al igual que a mí, le encanta. Me hago un bocadillo de ella y tiro el bote ya que no queda nada.

Me cojo un batido de cacao Puleva y me tumbo en el sofá a ver Caso Abierto y Mentes Criminales. Sí, amo ese tipo de series, me suelo pasar toda la mañana viéndolas, luego como y más tarde sigo viendo Sobrenatural hasta las 6:30pm.

Escucho un estruendo en el patio delantero. Dejo la comida en la mesita de café y salgo a mirar. Veo que está mi padre arreglando en viejo coche de mi hermano, no sé a qué viene que lo haga.

–Papá, ¿para qué arreglas el Fiat de Abel si tú vas en el coche patrulla?– pregunto. Él me mira pero luego sigue a lo suyo.

–Porque han dicho en la comisaría que ya no podemos llevarnos a casa el coche patrulla porque han robado dos, y no quieren arriesgarse a que sigan– responde.

Siento una respiración detrás mía, y cuando me giro, veo esos ojos azules que me enamoraron.

–Thom, ¿estás seguro de que no quieres que te ayude? No me importa quedarme e ir con Karim otro día...– dice Kyle con la boca llena. Espera un momento.

Bajo la mirada hacia lo que está comiendo y veo Mi Bocadillo De Nutella. ¿Por qué tiene la manía de robarme la comida? Vale, Ágata, relájate o acabaréis como anoche.

–Era el último bocadillo con Nutella que había– dije en tono de reproche. Él sonrió con autosuficiencia.

Ahora me sabe mucho mejor– se acabó el último trozo.

Cuando estaba apunto  de tirarme encima de él y hacer que vomitara el bocadillo, en el porche aparcó un Ferrari negro reluciente. El conductor bajó la ventanilla y pude ver a Karim Benett, el mejor amigo de Kyle.

–Los Argels ya están aquí, date prisa– le dijo Karim a Kyle. Él asintió y fue directo al coche.

–Papá, ¡¡que se va!!– le dije a mi padre. Él me miró.

–Lo sé, hija. Y a diferencia de ti, él puede hacerlo– dijo limpiándose las manos en un trapo sucio.

–¿Cómo que "lo sé"? ¿Y cómo que "a diferencia de ti"? No te entiendo nada– le dije desconcertada.

–Él está en mi casa y me ha pedido permiso para irse, y yo se lo he dado. Y tú estás castigadísima por lo de anoche, así que entra a casa– me dijo señalando la puerta. Kyle sonrió cínicamente.

–¡Pero si ayer fui a su cuarto a pedirle perdón!– grité agobiada. Mi padre se giró hacia el coche.

–¿Eso es verdad?– le preguntó a Kyle. Él me miró con los ojos achinados.

–No– Karim arrancó y se fueron con una sonrisa triunfante. Mi padre volvió a mirarme.

–Ni una mentira más o te castigaré ya no por una semana, sino por un mes– entré refunfuñando y subí a mi habitación hirviendo de rabia.

ADONISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora