–Agui, es hora de irte a clase. Si no te levantas ya vas a llegar tarde– dijo mi padre vestido con su muy típico uniforme de comisario.
–Vale, papi, ya voy– digo levantándome de la cama y dándole un beso en la mejilla.
–Hoy iré al colegio a recogerte e iremos a pasar el día juntos– dice mi padre.
–NO.... Hoy ya he quedado papá– digo excusándome.
–¿Y no puedes dejar un día libre para tu viejo?– pregunta mosqueado.
–Papá, otro día, es que necesito estar con mis amigos ya que no me dejas estar con Kyle..– digo con una indirecta.
–Mm bien, pero el sábado no quedes– dice dándome un beso en la coronilla y saliendo.
Me pongo unos pantalones cortos negros, una camiseta corta blanca de Adidas y mis Air Force blancas.
Bajó a la cocina y veo que mi padre ya ha salido de casa, así que me hago un bocadillo de Nutella y salgo para el insti. Me pongo mis auriculares y escucho el aleatorio de mi música por el camino.
Al llegar, veo que todo el mundo está muy contento hoy. Les entiendo, la semana que viene empiezan las vacaciones de primavera, y hasta dentro de dos semanas no tendremos que pisar el colegio. También es un alivio para mí ya que podré pasar tiempo libre.
Voy hacia mi primera clase. Química. Algo ligero si es con Joan, mi profesor.
Me siento en una mesa libre, y luego se sienta Drew. Al que hace tiempo que no veía.
–¿Dónde has estado, desaparecida?– pregunta dándome un leve toque en el hombro.
–Me fui con mi padre a San Francisco a visitar a mis abuelos– respondo con una sonrisa.
–Me has tenido abandonado como un perro. Tendrás que compensármelo– dice guiñándome un ojo.
–Ni en tus mejores sueños, Drew– le digo pegándole una colleja de broma. Él se ríe.
–Yo tenía pensado en quedar este finde para ir a la playa contigo– dice sacando su móvil.
–Perfecto– respondo con una sonrisa. Al momento llega el profesor y comienza la clase.
...
A las 3 acaban las clases y me dirijo rápidamente a casa para cambiarme y esperar a Karim.
Cuando llego, me doy cuenta de que mi padre ya esta en casa, ya que su típico perfume impregna toda mi casa.
–Ya estoy aquí, precioso– le digo sentándome a comer.
–Hola, mi princesa. Siéntate y come– dice señalando mi sitio con un plato de pasta en él.
–¿Y a qué hora decías que te ibas?– pregunto mientras pincho 5 macarrones y me los meto en la boca.
–Si que tienes ganas de deshacerte de mí...– dice observándome. Yo trago duro y luego río.
–¿Qué dices papá? Es solo por despedirme ahora o cuando vuelva a la noche...– miento.
–Pues despídete ahora, porque me voy Ya– dice levantándose mientras mira la hora de su reloj.
Yo me levanto y le abrazó por si no le vuelvo a ver.
–Papá, te quiero mucho. Gracias por todo, en serio. Eres el mejor padre del mundo– digo a punto de llorar.
–Yo también te quiero mucho, hija, pero solo me voy dos días, cielo– responde riendo.