Capítulo 35 (FINAL)

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Enciendo la radio para distraer un poco mi mente, aunque no sirve de mucho.

Ya queda muy poco para llegar a la fábrica (unos 4-5 minutos)

Kyle no paraba de mandarme mensajes y de llamarme, pero no puedo contestarle. Sé que si hablo con él, le dejaré que venga por mí, y eso sólo causará más problemas.

Diviso la fábrica a unos metros de mi. Aparco el coche y me quedo ahí parada. Respiró hondo unas cuantas veces y salgo del coche. Entro por una puerta oxidada y chirriante.

Está todo oscuro, pero cuando La luz entra por la puerta, veo a mi padre atado a una silla. Cuando me ve pone una expresión de pánico.

–Ágata, vete!!– grita.– Vete por favor, no quiero que te haga daño– grita exasperado. Pero no puedo.

Me acerco a él e intentó desatar su silla, pero él sigue diciendo que me vaya.

–Papá, he venido a rescatarte, no me pienso ir ahora– le respondo.

Al momento todas las luces de la fábrica de encienden cegándome por un momento.

–Oh, qué escena tan bonita– dice una voz que, por desgracia, conozco muy bien.

Veo que Denix se acerca a nosotros por la derecha, así que me levanto corriendo y me pongo recta.

–Al final has venido...muy bien, veo que te preocupa mucho este mundano que no es nada tuyo por cierto– comenta mirando con asco a mi padre.

–Pues ya ves, si hubieras sido tú al que han secuestrado, hubiera dejado que te pudrieras, hijo de puta– le respondo venenosa. Él suelta una carcajada.

–Cuando estés conmigo vas a tener que cuidar ese vocabulario, hija– dice.

–No me llames así– le digo de los nervios.

–Pero es lo que eres. Tu madre era una zorra que prefería follarse a un mundano que a un gran poder como yo– se le oscurecen los ojos.

–De mi madre no hables así. Y quizás ella se fue con mi padre porque no eras lo suficientemente bueno– le respondo. Sé que he dado en el clavo.

Denix se acerca peligrosamente a mi, pero yo le freno poniendo mi mano.

–Recuerda que tengo más poder que tu– le digo amenazante. Él se ríe.

–No aquí, los poderes Nefilim no funcionan bajo las pareces de acero. Estas perdida– me dice sonriendo cínico.– Ahora dámelo– me dice autoritario.

–¿El qué?– le pregunto.

–Oh vamos, ya lo sabes–

–No, no tengo ni idea–

–El gran poder. El diamante divino– me responde.

–No tengo ni idea de qué es eso– le respondo sincera. Él suelta una carcajada seca.

–Tu madre te lo dio cuando eras pequeña, para que lo tuvieras siempre custodiado, te lo puso en un sitio donde nunca nadie lo encontraría– dice.

–Pues si el intercambio era mi padre por el diamante, lo llevas claro, porque no tengo ni idea de donde está– le digo.

–Mi paciencia ha cesado. O me lo das o le mato– dice sacando una pistola de su gabardina.

–No!– le digo.– No estoy de broma, Denix, no tengo idea de dónde lo escondió mi madre– le respondo. Él iba a responder, pero pone una Catania cínica.

–Tu puede que no, pero tú papaito seguro que sí lo sabe– dice mirando a mi padre mientras le apunta con la pistola en la sien.

–Jamás te lo diré– responde él.

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