SUSURROS DEL PASADO

CAPÍTULO 1

Es una mañana muy fría, los árboles azotan sus ramas y hojas por el viento torrencial, perturbando la paz en cada rincón de mí ser pero a decir verdad mi mente estaba posada en solo una cosa, es decir una sola persona... James. No dejo de pensar en que debí ser yo, era mi destino no de él.

« Será esto a lo que se refería con una guerra interna» pensé

Claro que sí, esta es mi muerte, el saber que el falleció por mí, claro el volvería pero... ¿cuando?, ¿podre esperarlo? No lo sé, miles de incógnitas ahogaban y sofocaban mi mente sin parar una y otra vez, todo el reino lloraba la partida de James, pero seamos sinceros, en poco tiempo se olvidara la situación y volvería todo a la normalidad.

Nunca pensé en enamorarme de alguien, no pensaba jamás en casarme o tener hijos, nunca fueron mis planes, no confiaba en el matrimonio, todo es hermoso antes de este, luego se derrumba, ese era mi pensamiento. Es increíble cómo cambian las cosas de un momento para otro, mi ideal ahora es diferente.

Lo que si sé es que ya no soy la misma, mi mirada ahora es más fría, mi actitud ha cambiado al igual que mi entorno.

Frente al espejo miraba mis nuevas facciones, más finas, más delicadas, Emma me decía que la magia te hacia más fuerte en todo sentido, no me he considerado nunca hermosa, aunque tampoco fea. Sé que ahora lo soy pero no me siento así, y eso para mí es bueno.

Sólo miraba mi reflejo, pero una luz de color azul irradió dentro del cofre que tenía cerca a la ventana, sólo una cosa se encontraba hay, la bola de cristal que me había dado Elizabeth, hace años no la veo pero sé que esta con migo, sé que esta igual de sorprendida que yo, esa luz sólo significaba algo sólo una cosa. James...

Corrí hacia el cofre y lo abrí con prisa, este dejo ver la gran esfera y su luz, esta se disipó dejando ver una imagen que yo conocía muy bien, un hospital en Canadá y una fecha, septiembre 15 de 2010, luego una mujer y un bebé, este tenía ojos verdes y profundos, al igual que su madre, James... Jamás lo podría olvidar. Sin importar la imagen o edad que tenga esos ojos esmeraldados eran inconfundibles.

100 años son los que tendré que esperar, pero no me importa, lo are sin importar que, lo esperaré y será lo que debió ser siempre.

50 años después.

La oscuridad reina en mi vida, podré ser el gobernante de los eternos, pero mi alma se rompe al saber que me quedare sola en algún momento.

Todos mis amigos se habían mudado con sus hijos, mi vida estaba estancada y seguiría así por unos cuantos años más, sólo me quedaba mi madre, la mujer que nunca me va a abandonar no importa que pasase, aquella mujer que me dio la vida y que me la volvería a dar si así lo necesitara.

— los hermanos Collins— dijo el padre frente a las tumbas de mis padres, yo estaba detrás de un gran árbol, todos me creen muerta, y es mejor así. —fueron las mejores personas que he conocido, sus hijos estarían muy orgullosos de ellos, en especial su pequeña Summer, que al igual que sus padres descansa en la paz del señor, ahora se reunirán y convivirán por toda la eternidad.

Esas palabras me partieron el corazón, decidí alejarme de ese lugar, las personas que me habían criado, me habían visto creer, se habían ido, esto no era bueno para nadie.

Me encontraba en mi habitación, últimamente no salgo mucho, pero me enferma estar encerrada, en la colcha de mi cama yacía mi libro favorito, la profecía era su nombre, una historia típica de una chica que descubrió que no era normal, que cliché, pero me gusta leer el final, es hermoso y tal como yo lo quiero, ya saben, aquel en el que ella logra su objetivo, se queda con el chico y vive feliz para siempre, este no era mi caso...

Respire profundo y cerré los ojos pensando en el momento en el que podré ver a James, en que le diré o que haré.

Quería salir de este lugar, estaba cansada de no sentir la tranquilidad que alguna vez sentí.

El jardín, era hermoso y tranquilo, eran unas mini vacaciones, las flores no son algo común para los humanos, sus colores eran fantásticos pero lo que más me gusta son las preciosas rosas de color negro azabache, aunque su color fuese negro, resplandecían aún más que las demás, florecían antes y perduraban más, me recordaba el día en el que estuve con James, aquel día en el que también me regalo una de estas flores...

— Señorita Black— dijo una de más mucamas abriendo la puerta del invernadero

— ¿qué pasa? Rose

— su madre, ella... Está muy mal. — esas palabras se sintieron como mil cuchillos en mi corazón.

Corrí a su habitación de inmediato, no sabría con lo que me encontraría.

Ni siquiera toque la puerta, la abrí sin más, el doctor estaba a un lado de la cama, pude ver su tristeza al verme a los ojos.

Mire a mi pálida madre en la cama, su tés era más blanca de lo normal y su mirada estaba fría, muy fría.

— ¿estarás bien? — Pregunte en un sollozó

— Ven aquí— dijo señalando la parte izquierda de su cama así lo hice

— dime por favor que estarás bien

— Hay cariño— dijo con dificultas—quiero que me perdones

— Pero...- —dije secando me una lágrima— ¿porque?

— por dejarte, sé que todo este sufrimiento es por mi causa.

—no digas eso, los momentos felices, alegres esos son por tu causa, no importa el tiempo que no pasamos juntas, importa lo que vivimos al lado una de la otra, eres mi única compañía, la única que tengo, por favor no me abandones, no ahora... te necesito

— Mi niña, te quiero tanto...

Sus manos hicieron un intento por abrazarme.

— Te amo mama

— Te amo cariño, eres lo mejor que me ha pasado.

— no me dejes por favor.

— siempre estaré a tu lado lo sabes, ya estoy vieja tengo más de mil años, necesitó descansar.

Cuando nos separamos, su mirada se posó en la mía, sus ojos vidriosos se apagaron lentamente y su mirada se desvaneció llevándose mi esperanza con ella...

La vida se vuelve cada vez más oscura para mí, la única solución que podía encontrar era encerrar me en mi propio mar de dolor que carcomía lentamente mi alma, cada gota de felicidad se desvanecía y todo en lo que yo creía se hacía cada vez más lejano, así es mi realidad una realidad de la cual no puedo escapar.