3. El plan de la P.E.D.D.O

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3. El plan de la P.E.D.D.O: Rose Weasley.

Desde muy pequeña me inculcaron que debía prepararme para mis estudios. Se había convertido en una obsesión que requería una enorme cantidad de preparación. Cada asignatura que elegía, cada trabajo que realizaba desde el primer día de Hogwarts, tenían que ser los mejores de la clase o me disgustaba. No solo ansiaba sacar buenas notas, sino las mejores. Así era yo, la chica que fantaseaba con extraordinarios en vez de besarme con todos los miembros del equipo de Quidditch y llevaba las redacciones más largas de la clase en vez de acogerme a la ley del mínimo esfuerzo.

Esa noche me la pasé despierta, dando vueltas, contando las líneas que separaban los paneles del techo y repitiendo el horario del curso mentalmente una y otra vez. Hay gente que cuenta ovejitas; yo planificaba. Mi mente nunca dejaba de planificar. Me gustaba tenerlo todo bajo control y que nada se escapara de mis planes. Ya era lunes. Una nueva semana había empezado y eso quería decir que debía de seguir el horario de estudio que me había impuesto ese mismo verano.

Gruñendo para mis adentros, me obligué a salir de mi pequeña pero cómoda cama. Me tomé mi tiempo remetiendo las esquinas de las sábanas entre el colchón y la cabecera, porque no quería darle trabajo de más a los elfos domésticos. Mi madre me había inculcado los valores de que esas criaturas deberían ser libres como cualquiera y yo odiaba la esclavitud. Todos merecíamos ser libres.

—¡Serena! —exclamé una vez vi mi cama perfectamente hecha y sin ninguna arruga—. Es hora de que te despiertes, me prometiste que dejarías la cama hecha. 

Mi compañera de habitación se revolvió entre las sábanas con la boca abierta, ignorándome completamente. Yo no pude evitar fruncir el ceño, esa chica me volvía loca. Y sobretodo cuando ponía en la sala común, habitación o donde yo estudiaba las canciones de los Beatles con su viejo gramófono a todo volumen. No podía concentrarme y era molesto, no por el grupo, porque era extraordinario, pero yo necesitaba silencio absoluto para concentrarme. Eramos diferentes, si tuviera que compararnos con una canción de los Beatles, ella sería «Twist & Shout» y yo me resumiría en «Let it be». Discutíamos todos los días, pero eramos amigas y eso era lo que contaba.

—Becher, contaré hasta tres —repetí, poniendo los brazos en jarra. Eileen recogiendo su ropa sonrió en nuestra dirección, la verdad era que, ella no había hablado mucho los años anteriores, pero desde el inicio de este curso se sentaba con nosotras en las comidas. Me caía bien y me alegraba que hubiera tomado esa decisión. Tenía una nueva compañera de habitación que se transfirió ese mismo año de Beauxbatons. Su nombre era Cherry Argent y al contrario de Eileen, ella no me caía nada bien, así que agradecí que ya se hubiera marchado—. Como no te levantes te lanzaré un maleficio. 

—Ya voy, pesada —refunfuñó, a la vez que al fin sacaba su melena castaña de entre las sábanas—. ¡Pero si es muy pronto! No tienes consideración conmigo, me tienes entre ceja y ceja. 

—¿Pronto? Tienes que ponerte el uniforme, peinarte, lavarte los dientes, coger tus libros... Y lo más importante, hacer tu cama. Desde ayer empecé mi campaña con la P.E.D.D.O para que los elfos trabajen menos y Albus, Malfoy, tú... y los demás me vais a ayudar.

—¿Y si tantas ganas tienes de ayudar a los elfos por qué no haces tú mi cama? —me preguntó Serena, por fin alzando su cuerpo.

—No tengas cara...

No me dio tiempo de asegurarme si la había hecho o no, porque tuve que bajar si no quería llegar lo suficientemente tarde como para perderme el desayuno. En los libros que siempre había leído sobre nutrición, aseguraban que era la comida más importante del día, y para un buen habito de estudio, eso era esencial. Tampoco supe si lo habían hecho Albus y Malfoy. Ambos me dijeron que sí con una cara que levantó mis sospechas.

EL GRIMORIO ▶ ALBUS POTTER, ROSE WEASLEY Y SCORPIUS MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora