Caminos Cruzados

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Serena Tsukino una chica de 19 años ojos azules claros y larga y rubia cabellera sujeta en dos coletas con pequeños chongos que le daban un toque tierno y dulce, se encontraba limpiando afanosamente las mesas del restaurante donde trabajaba como camarera, cuando un apuesto chico de ojos azul oscuro y cabello negro largo y rizado sujeto en una coleta baja de tal vez unos 22 años vestido de impecable traje oscuro con una camisa negra y corbata de seda roja entro se sentó en una de las mesas y la observo con interés.
No pudo evitar sonrojarse ante la insistencia de su mirada y se acercó a el extendiendo la carta con manos temblorosas.
- ¿Qué desea tomar? - Dijo nerviosa.
- Solo un café negro. - Dijo en tono altanero ignorando la carta y mirándola a los ojos.
Ella asintió y se alejo con pasos nerviosos en busca de la orden.
Al cabo de unos minutos regreso con el café y un platito con galletas de chispas de chocolate.
- Su café. - Y se alejo con rapidez.
- ¡Camarera! ¡Este café esta espantoso, y horriblemente helado! ¡Venga rápido! - Le grito.
Ella se acercó asustada por el tono de voz.
- Pero... Si lo saque de la cafetera hirviendo hace unos minutos... No puede estar frío. - Le dijo.
- ¿Me estas diciendo mentiroso? - Dijo con tono enfadado.
- ¡No! ¡Claro que no! -
- ¡Pues eso me pareció! ¿Quién es tu jefe? - Grito.
- ¿Para que lo quiere? - Preguntó con temor.
- ¿Es que tú te atreves a cuestionarme? - Dijo en tono altanero.
- ¿Sucede algo? - Dijo el dueño que se acerco al oir el escándalo.
- ¡No! - Respondió Serena asustada.
- Su camarera... Me esta llamando mentiroso. -
- ¿Cómo te atreves? El cliente siempre tiene la razón. Recoge tus cosas y vete estas despedida. - Dijo sin preguntar más.
- Pero... No puede hacer eso. No es justo... Yo... Este... - Dijo con ojos llorosos.
- Mira no estés con tus lágrimitas... Odio eso ¡Vete! - Grito el dueño.
Ella se dio la vuelta humillada y avergonzada. Tratando de contener las lágrimas a causa de la injusticia cometida.

***
Salio a la fría tarde otoñal y suspiró entristecida ante su actual situación, si no pagaba ese día el alquiler del cuartucho en que vivia no tendría a donde dormir. Metió sus manos en los bolsillos para calentarlas, mientras caminaba hacía la parada del autobús, si lograba que el casero no la viera podría dormir por lo menos esa noche ahí.
- ¡Bombón! Espera... -
Ella miro de reojo al chico que era el causante de su actual situación y apresuró el paso ignorando la voz.
- Bombón ¿No me oyes? - Dijo tomándola de su brazo para que se volviera a mirarlo.
- ¿Qué quiere? ¿No le basto con que me despidieran? -
- No... Bombón... Disculpa esa no fue mi intención. El dueño se excedió en su decisión. Me siento muy culpable por eso. -
- Ya déjeme en paz. - Dijo soltándose con brusquedad y dandose la vuelta y al dar el paso su pie se torció y callo aparatosamente al suelo.
- ¿Estas bien? Permiteme ayudarte. - Dijo y se acercó a levantarla. Por un momento sus azules ojos se encontraron y quedaron conectados como si lazos invisibles se tejieran alrededor de ellos uniendo sus corazones sin sentirlo.

***
Siguiente capítulo... Next week.
Dam Frost.

Engaño De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora