Capitulo 20

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Rocío
La habitación, sé que estoy en la habitación pero no sé más. Escuche la voz de la enfermera cuando me aplico el medicamento pero no tuve las fuerzas para preguntarle que me había pasado. Estaba tan derrotada. Tantas cosas me dan vueltas por la cabeza, pienso en mi hijo y pienso en Gastón. No pude salvarlos, a ninguno, y eso es lo que más me afecta. Trató de abrir los ojos para ver si mi pequeño bulto sigue ahí, si no está lo  he perdido, y eso no podría soportarlo. Trato pero en verdad me cuesta, mis ojos me pesan y esto dificulta la situación. Después de luchar por fin lo logró y ahí está. Mi hijo sigue conmigo, y eso me tranquiliza un poco. Ahora necesito saber qué pasó con Gastón. Vuelvo a luchar conmigo misma pero no lo consigo, me duele todo el cuerpo, y tengo algunas vendas en la cabeza, lo siento.
Escucho que la puerta se abre y los pasos de una enfermera, la cual me inyecta algo e inmediatamente me quedo dormida.

Gastón
He llegado a su habitación y la he visto. Eso me bastó para volver a respirar. Ella estaba ahí, tan dormida que parecía muerta, pero no lo estaba, no podía estarlo, porque si lo estaba algo en mí se rompería. Me acerqué lentamente, tenía miedo pero a la vez no podía contener la necesidad de tocarla, de decirle que estaba ahí, que todo estaría mejor, que gracias a ella sigo aquí y que sin ella no tengo razón de estar vivo. Mis pasos me llevan cada vez más y más rápido hasta que tocó su mano. Esta caliente, está viva, lo sé. Y entonces veo ese pequeño bulto bajo la sabana.
—Están aquí... -suelto sin más.
Siento como escucha mi voz y sus ojos se van abriendo poco a poco. Su mano busca la mía y su voz entrecortada me llama casi en susurros.
— Aquí estoy -digo tomando su mano -Tranquila, aquí estoy y nada te va a pasar.
Entrelaza sus dedos con los míos y vuelve a cerrar sus ojos. Se hace a un lado y me deja un espacio. En seguida tira de mi suavemente y caigo a su lado. Me abraza aún con los ojos cerrados, su cuerpo tiembla y sé que en cualquier momento romperá en llanto.
— Dime que no es un sueño -susurra - Dime que no estás muerto, dime que sigues aquí...
Tomó su rostro en mis manos y le doy un beso en la frente. Nuestras narices se rozan y pongo mi mano donde está nuestro hijo.
– No es un sueño –le susurró - Aquí estoy y no me pienso ir jamás.

Que esperar cuando estas esperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora