Capítulo 4

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- ¿Cómo estas hoy? - comenta el moreno al verlo sentarse delante de su asiento.

- Fatal, tuve clase de gimnasia y créeme, soy terrible - colocando su rostro sobre la mesa.

- No es tan difícil - responde.

- Claro, para los que tienen el cuerpo como tú se les hace fácil, pero para los de complexión pequeña y no desarrollada es demasiado esfuerzo para un solo día - habla sin levantarse de donde está.

- ¿Sabes que estas exagerando demasiado?, además, si pusieras más esfuerzo tal vez no se te dificultara tanto.

Se levanta al fin - ¡Pero claro que me esfuerzo! - exclama indignado, el moreno solo levanta una ceja en respuesta - Está bien, solo un poco, pero aun así es demasiado, quisiera que una vez estuvieras en mi clase y supieras de lo que te estoy hablando, el profesor me odia, no me deja ni a sol ni a sobra.

- Sera porque no te esfuerzas - vuelve a comentar.

- Suficiente, contigo no se puede hablar - se levanta y se encamina a la estancia de libros a un costado, el moreno solo sonríe para después seguirlo.

- Eres un poco contradictorio, ¿lo sabias? - se recarga sobre el estante mientras mira al castaño tomar un libro y leer la portada - Dices que te esfuerzas en todo, más en una clase te das por vencido, dices que no se puede hablar conmigo más sin embargo bienes todos los días sin falta a la misma hora, eso te contradice en varios sentidos.

- Y tú tienes esa pose seria que aleja a cualquiera más solo quieres que la gente se te acerque, procuras evitar conversaciones extensas y justo ahora me sermoneas - levantando una ceja.

- Cierto, pero aun así no explica por qué frecuentas este lugar - acercándose un poco al castaño.

El castaño no se inmuta por su cercanía.

- Te lo he dicho antes, mi mama solía venir aquí ... - para de hablar al sentir los labios del moreno sobre los suyos.

- Quiero la verdadera razón - a centímetros de sus labios.

- No entiendo que es lo que ... - vuelve a callar por esos labios que, aunque le parecía extraño lo enloquecían, pero jamás lo admitiría.

- No me rendiré hasta que lo digas - sonriendo se retira con un libro que toma a espaldas del castaño.

- Sí que eres un obstinado, no sé qué es lo que quieres que diga, pero créeme que no soy uno como de tus conquistas - detrás de él.

El moreno se detiene y se gira para encararlo.

- Y eso es lo que me gusta de ti.

- ¿Te han dicho que tienes un frecuente cambio de humor?

- Puede ser, pero no me importa, así me amo.

- Y será la única persona que te amé - pasa a un lado del moreno.

- Y tú serás la segunda ya lo veras.

- ¿Sabes?, hace unos días me pedías perdón por haber hecho lo.......eso, y ahora actúas como si nada hubiera pasado y lo vuelves a hacer.

- Parece no molestarte.

El castaño guarda silencio un momento.

- ¡Vez!, tengo razón, si no te molesta quiere decir que te gusto, y si te gusto significa que puedes llegar a quererme y si me quieres....

- ¡Basta!, eso no pasara, ni en tus sueños más locos, ¿entiendes?, el que permita que lo hagas es porque no planeo seguirte el juego, no seré como la vez anterior que hui, no te dejare que juegues conmigo y para hacerlo que mejor que ser yo el que juegue contigo.

- Pues deberías tener cuidado, no te vayas a enamorar de mi - sonriéndole.

El castaño exasperado regresa a su asiento.

- Tonto - susurra para sí.

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