Los dos Chat Noir's

Capítulo 3: "Un domingo cualquiera"

Narrador omnisciente

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A la mañana siguiente de la pelea con el Imitador, Marinette despertó en su cama como lo solía hacer, con los posters de Adrien en su lugar, y a su lado, Blaitt.

Marinette: ¿¡Blaitt!? –grito-

Al oír aquello, Adrien se transformó y salió de su habitación asustado, viendo como al lado de Marinette dormía un pacífico Blaitt. El gato botó a Blaitt de la cama, sentándose sobre su espalda impidiéndole moverse, mirándolo con enojo.

Blaitt: Lo siento por ti, pero me gustan las mujeres.

Chat Noir: Ah, qué cruel~ Tampoco eres de mi tipo.

En ese momento el estómago de Chat Noir emitió un fuerte sonido, haciendo reír a Marinette por lo bajo.

Marinette: Iré a buscar unos croissants. ¡No hagan nada malo mientras vuelvo!

Intentando librarse de los dos, fue hasta la cocina y se sentó allí un momento, vaya día domingo. De repente sus ojos se comenzaron a cerrar, el clima cálido le estaba jugando en contra...

Blaitt: ¿Así que buscando croissants, Ladybug?

Marinette: Estaba por llevarlos... ¿Eh? ¿¡P-Por qué me llamaste así!?

Blaitt: ¿No te gusta que te llamen por tu nombre laboral, gatita?

Marinette: N-No sé de qué hablas.

El gato blanquinegro la tomó de los hombros y se acercó a ella arqueando una ceja.

Blaitt: ¿En serio me crees idiota? No me puedes mentir. No soy una simple "copia", soy una mejora. Más inteligente, más capaz... y más perverso.

La peliazul se sentía atrapada ante la situación. Tuvo miedo de lo que las habilidades de Blaitt pudiesen desatar.

Marinette: Por favor no se lo digas a Chat Noir –junta sus manos delante de su cara-

Blaitt: Por ser tú te tendré compasión. Siempre y cuando me hagas caso, claro.

No le quedó otra opción. Si todos se enteraran de su secreto todo sería mucho peor, catastrófico, por así decirlo; por lo que intentaría acatar las órdenes de Blaitt, que simplemente parecía divertirse con su reacción.

Intentando actuar lo más normal posible ante Chat Noir, dejó los bocadillos sobre una mesa y volvió a su habitación. Aprovecharía ese pequeño lapso de libertad para vestirse.

Chat Noir: Creo que podría explotar de tanto que comí –entrando al cuarto de Marinette- A-Ah...-se sonroja-

Al ver lo que sucedía se quedó inmóvil, ella estaba en ropa interior.

Marinette: ¡Pues explota de una vez y desaparece!

Con una fuerte pisada cerró la entrada a su habitación, escuchándose un gran estruendo debajo. Al rato después, cuando por fin se había vestido, se escuchó como alguien tocaba.

Marinette: Adelante.

Chat Noir subió rascándose la cabeza con nerviosismo, pues aún no olvidaba la escena anterior. Comenzó a recorrer el lugar y se topó con muchas fotos de él.

Chat Noir: Tienes buen gusto, princesa.

Marinette: En cambio tú, a cada momento me haces dudar más sobre tus gustos –ríe-

Chat Noir: Estoy realmente aburrido~ -hace puchero- Ya sé, princesa, ¿qué tal si salimos de aquí?

Marinette: ¿Crees que sería normal ver al héroe Chat Noir andando con una chica por ahí? Además, ¿y Blaitt?

Riéndose con malicia Chat Noir mostró un candado que había encontrado.

Marinette: Bien. Pero iremos adonde yo quiera.

Chat Noir: A sus órdenes, princesa –hace un reverencia-

Aprovechando que Blaitt había quedado en el primer piso dormido, sellaron todas las salidas y luego escaparon de allí. Chat Noir llevaba a Marinette entre sus brazos, hasta que se detuvieron en la punta de la Torre Eiffel para tener una vista amplia de la ciudad.

Chat Noir: Entonces, ¿dónde la llevo en esta tarde?

Marinette: ¡A la tienda de mascotas!

Chat Noir: ¿Ah? Qué aburrido~ ¿Por qué ahí?

Marinette: Porque ahí están los hámster más lindos del mundo –sonríe- Son tan adorables.

El rubio la quedó mirando sorprendido por un momento. De repente le dieron ganas de cumplir ese deseo, aunque fuese un pequeño capricho.

Chat Noir: Entonces, sujétese bien.

Marinette: N-No me digas que vas a saltar hasta allí...

Chat Noir: ¡Bingo!

Se acercaron lentamente hasta la orilla, y repentinamente Chat Noir dio un pequeño brinco hacia abajo, como si fuese lo más natural. Por su lado, Marinette no solía estar en lugares tan altos, y al no estar en su traje, se aferró al cuerpo del chico con todas sus fuerzas.

Una vez fuera de la tienda de mascotas, la chica entró a toda velocidad, pero él se quedó quieto afuera. La nostalgia y los recuerdos de la infancia lo atacaron.

-Papá, papá, ¡mira! Yo quiero una mascota.

-No debes derrochar tiempo en tonterías. Tu concentración debería estar destinada a los estudios, nada más.

-Pero, papá...

-Tan solo una queja y juro que no volverás a ver un maldito animal en tu vida.

-Y-Ya entendí...

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