CAPITULO 12

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                         DUELO

Tomé el libro, y aprisa crucé el puente, me sentía devastada, impotente. ¿De qué valía ser una bruja y mitad ángel si no pude salvar a mamá? Caminé sin rumbo por varias horas hasta que la noche me envolvió por completo. Escuché el triste lamento de los lobos, como si en su aullido se reflejara el duelo que llevaba por dentro.

Me senté bajo un árbol y lloré, vacié mi alma de aquel dolor que me atormentaba, recordando cada evento sucedido en los últimos días. De repente me encontraba sin hogar ni familia, angustiada, mientras crecía en mi interior un ansia de venganza que me asustaba.

Me quedé dormida, pero pronto mi sueño fue interrumpido al escuchar que me llamaban.

-Agatha, mi dulce Agatha.

La voz de mi madre sonaba suave y pausada.

-¡Mamá! _Exclamé poniéndome de pie en el acto.

Quise ir hacia ella pero me indicó con un ademán que permaneciera donde me encontraba.

-Tienes una misión Agatha, todo depende de ti.

-¿De qué hablas?

-El libro te dará las respuestas que necesitas, nada está escrito a la vista del hombre.

-¿Qué quieres decir? No entiendo.

-Lo lamento hija, te fallé.

-No mamá, yo te fallé.

-No mi amor, no te culpes, era mi hora. Busca a Haziel, él te ayudará.

Su figura se fue desvaneciendo.

-No mamá, te necesito, no me dejes. _Le grité mientras que las lágrimas se precipitaban sin control sobre mis mejillas.

-Confía en ti hija, tú eres la llave.

Su cuerpo se desvaneció, dejándome más desconcertada que antes.

-"Mamá" _Me vi gritando mientras me despertaba, todo había sido un sueño. Ya era de día, los rayos del sol se colaban a través de las copas de los árboles como láminas de oro.

Me enderecé adolorida por la postura en la cual me dormí y comencé a analizar el sueño. Sabía a donde tenía que ir, debía regresar con Haziel.

-"Agatha" _Alguien llamándome me puso en alerta.

Levanté mi vista y me encontré con un muchacho quizás de mi misma edad. Alto, cuerpo bien delineado, cabello castaño rojizo,  ojos verde esmeralda. Vestía unos jeans y una camiseta manga codo en color azul que resaltaba su tersa y blanca piel.

-¿Quién eres? _Pregunté con el ceño fruncido.

-Soy un ángel y vengo de parte de Haziel. Tanto Reivel como él están atendiendo otros asuntos. Sintió cuando abandonaste la aldea y pensó que requerirías ayuda. _Me sonrió y me perdí por unos segundos en su sonrisa.

-Entiendo. ¿Y todos los ángeles son tan atractivos?

¡Oh por Dios! dime que no he dicho eso en voz alta.

Me sonrió de nuevo, mientras que mi rostro tomaba el color del rubí, deseando que la tierra me tragara.

-Gracias por el cumplido, tú también eres muy hermosa.

Me sonrojé aún más, al extremo que mi cara ardió.

-Lamento lo de tu madre. _Agregó luego con el semblante serio.

Al pensar en ella y en el sueño no pude evitar sentirme triste.

-Vamos Agatha, no es seguro estar aquí.

-¿Caminaremos hasta el Templo de los Alados?

-No, es un largo trayecto, hay otras formas de transporte.

Lo miré extrañada mientras que él me extendía su mano, la tomé, me rodeó por la cintura haciendo que mi corazón se desbocara. Su presencia me infunde confianza y seguridad. Aspiré su aroma, como a pradera, a bosque, no lo podía identificar pero es agradable. _Cierra los ojos me pidió y lo hice, cuando los abrí nos encontrábamos en el Templo de los Alados.

-¿Cómo lo hiciste? _Le pregunto intrigada.

-Tele transportación. _Me contesto como si fuera lo más normal del mundo.

En ese lugar lo vi a plenitud, sus bellísimas alas extendidas con aquella luz tenue que lo cubría por completo, su cuerpo estaba cubierto por una sotana blanco inmaculado que le llegaba a los pies. Me quede con la boca abierta, son aún más hermoso en su condición de ángel.

-Vamos. _Me indicó con tono amable.

¿Por qué Reivel no era un poco más amable como él? Sentí una punzada en el estómago, Reivel para nada me simpatiza pero a la vez me cautiva, creo que los polos puestos siempre se atraen. Deseché mis pensamientos y lo seguí. Sabía a donde nos dirigíamos, el Limbo nos esperaba y sonreí porque volvería a ver a mi padre.

-¿Tú eres cazador como ellos? _Consulté para entablar conversación.

-No, yo no me dedico a eso, mi misión es diferente.

-No eres de por aquí entonces. _Afirmo un poco decepcionada.

-Me temo que no, pero estaremos juntos hasta que regresen.

Le sonreí y seguimos caminando hasta llegar a la residencia.

-¿Hay algún nombre por el cual pueda llamarte?

-Soy Shamsiel.

Curioso dato que los nombres de ángeles, tengan terminación "el" pensé para mi fuero interno.

_Si conoces lo que soy ¿Cierto?

-No soy quién para juzgarte, si él no lo hace yo tampoco.

-¿Te refieres a Haziel?

-Así es.

-Ojala Reivel pensara como tú.

-No lo culpes, cada quién sabe lo que lleva por dentro.

-Él me odia, se le nota a leguas.

-No te odia Agatha es solo que...._Guarda silencio y se queda mirando al vacío.

-Cuéntame, así podré entender su comportamiento.

-No sé si debo, si Reivel se da cuenta estará muy molesto conmigo.

-Por favor. _Le suplico.

-Está bien, pero antes debes prometerme que no le dirás nada. Estoy confiando en ti Agatha.

-Lo prometo. _Le respondo con seguridad.

-Cuando eres asignado a ser un cazador recibes un entrenamiento. Todos los ángeles tienen un mentor, el de Reivel fue un ángel llamado Aniel. Perseguían a una bruja muy poderosa, cuando la tuvieron acorralada se dieron cuenta que no estaba sola, el demonio que le fue prometido como esposo, apareció en compañía de otros dos. Aniel murió protegiendo a Reivel, y éste apenas pudo huir.

-Entiendo, y ahora toma personal su cacería contra las brujas.

-Creo que no lo superó, enfoca su frustración en contra de tu gente.

-¿Está permitido que los ángeles tengan esos sentimientos? _Apunto comprendiendo muchas cosas.

-Somos lo que somos, pero al mezclarnos con los humanos llegamos a sentir como ellos, a involucrarnos en su particular forma de vida.

-Gracias por contarme, tienes mi palabra que Reivel no sabrá que me lo has dicho.

Shamsiel me sonríe, se pierde con dirección a la biblioteca. No culpaba a Reivel, me sentía exactamente igual por lo de mi madre, con un deseo de acabar con todos los que la traicionaron e hicieron daño, al menos algo compartíamos, el resentimiento a quiénes nos quitaron a un ser amado.

ENTRE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora