CAPITULO 41

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        EL PRINCIPIO DEL FIN

Agatha despertó en los brazos de Reivel, fue una noche larga en que apenas pudo conciliar el sueño, sabía que Reivel no podía dormir en el Limbo, así que él la miró cuando ella abrió los ojos.

-¿No dormiste bien? –Preguntó él anticipando la respuesta.

-No, y cuando lo logré, me consumí en un mundo de pesadillas horribles.

-Lo lamento, sé que es difícil para ti sobrellevar lo que está por venir.

-¿Sólo para mí? –Lo escudriña con sus dorados ojos.

-Para todos. –Aclaró. –Es hora de levantarnos.

Al bajr, se encuentran con el resto cuyos rostros reflejaban entre temor e incertidumbre.

-Es hora. –Da a conocer Reivel. -Tomen mis manos. –Obedecen y son trasportados al lugar de encuentro. Al llegar, el cielo relampaguea, numerosas círculos de luz caen como lluvia de meteoritos, los presentes observan como los ángeles hacen su entrada, vestidos con armaduras doradas, armados con escudos y espadas. Pronto llegaron otros, acompañados por alrededor de seiscientos brujas y brujos blancos, pero lo que más les llamó la atención fue la presencia de los hombres de piedra del Bosque Encantado.

-Un obsequio de Damay, dijo que necesitaríamos toda la ayuda posible. –Explica Reivel, cerca de treinta gigantes de piedra.

-Hola Agatha. –Frida se acerca a ella, la sorprende con un abrazo.

Agatha le sonríe y sabe que ha llegado el momento, saca la llave que llevaba guindando en un cordón a su cuello, camina unos pasos, apareciendo una puerta de la nada, es vieja y desgastada, ingresa la llave en la cerradura, al hacerla girar, se abre una brecha entre ambos mundos.

-Qué el Señor nuestro Dios, nos proteja y lleve a bien esta campaña _Recita Reivel.

-Amén. –Contestan en coro.

La nubes desprendieron una luz cegadora, cuando Agatha abrió los ojos pudo notar que todos los ángeles plegaron sus alas,  incluso Reivel, pero lo que más la impactó es que ella misma lucia unas hermosas alas que se movían a su voluntad.

-Eso está de lujo, yo también quiero unas. –Expresa Adriel anonadado, siendod ignorado.

Uno a uno los seres celestiales comienzan a cruzar. Reivel toma la mano de Agatha, seguidos del resto, cerrándose al atravesarlo el último.

El panorama que los recibe no es alentador, el lugar es lúgubre, le recordaba a Agatha aquella pesadilla cuando abandonó la pradera y llegó aquel bosque tenebroso donde su mamá yacía atada en el tronco. Parecía de noche, el cielo relampagueaba, un penetrante olor a azufre inundaba los alrededores. Avanzaron con cuidado hasta tener a la vista un castillo que parecía ser sacado de una novela de terror.

-Tiene que ser una broma. –Pronunció Adriel. Pero no era el castillo lo que le preocupa, sino la multitud de personas y demonios rodeándolos, arriba en la torre una mujer de piel pálida y cabellos blancos se asomó, su rostro hermoso y tenebroso a la vez, con aspecto más de espectro que de humana.

-Agatha. –La llamó aquella mujer con una sonrisa torcida.

Ella no contestó, su mirada se endureció tensándose su mandíbula, era la Bruja Madre.

La tierra comenzó a estremecerse bajo sus pies, el castillo fue envuelto por pronunciadas llamas.

-Están en mis dominios, traes a esta gente a morir. _Escupe Varinia.

-No nos subestimes, esa puede ser tu debilidad. _Advierte Agatha, mirándola fijo.

-Niña mía, siempre serás hija de la oscuridad, la maldad habita en el corazón del hombre, nunca serás como ellos. –Señala a los ángeles. –No te dejes seducir por su belleza, no son tan diferentes a nosotros, asesinan a mis hijos, y se hacen llamar "Guardianes". –Grita haciendo que la tierra se estremezca.

-No gastes saliva, soy una enviada del Supremo y hoy acabaremos con esta tradición que tú. –Señala a la Bruja Madre. –Empezaste.

La tensión creció más, todos los demonios se transformaron en criaturas extrañas y desagradables, blandieron espadas de fuego y azufre, de entre los brujos resalta Sarangel, quién sonríe, la hora al fin había llegado, la gran batalla está por comenzar.

ENTRE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora