CAPITULO 15

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                INTERROGANTES

Traté de recordar algún conjuro para sanarme pero mientras hacía meditación la puerta se abrió y un sorprendido Reivel me miró desconcertado.

-Agatha ¿Qué te ha ocurrido? _ Se acercó a mí y de cuclillas examinó mis pies, dando un completo análisis a mis ropas.

-Larga historia. _Dejé ir sin ganas.

-¿Adiraet? _Más que una pregunta ha sido una afirmación.

Asentí y pude ver como sus hermosas facciones se endurecían.

-Tranquila, vas a estar bien.

Tomó mis pies, una brillante luz los envolvió, sentí un cosquilleo y cuando retiró sus manos, mis pies estaban sanos.

-Cámbiate, te espero abajo para que me cuentes qué pasó.

-Gracias. _Susurré.

Tome una ducha, cuando salí un vestido color crema yacía tendido sobre la cama. De estilo sencillo pero bonito, me vestí y calcé con unas sandalias a juego que se encontraban junto a éste.

Recogí mi cabello en un moño y bajé las escaleras de caracol encontrándome con Reivel en la sala de estar, mirando por la ventana con los brazos cruzados en actitud pensativa. Se volteó al oírme ingresar.

-Gracias por la ropa. _Le regalé una sonrisa tímida.

-Con gusto. _Devolvió la sonrisa.

-¿Dónde está Haziel? _Consulté al no verlo con nosotros.

-Tuvo que marcharse.

-¿Sabes por qué motivo? _Indagué.

-No, ya nos contara cuando regrese.

Mordí mi parte interna de la mejilla, nos encontrábamos solos no pudiendo evitar mi nerviosismo.

-Cuéntame por favor.

Su tono de voz sonó cordial, ya no me hablaba de forma despectiva.

Suspiré y dejé ir el aire contenido, me debatía en decirle o no la verdad, pero a sabiendas que los ángeles conocen cuando mientes, decidí contarle todo.

- Anoche Adiraet me llevó a algún lugar, vi a mamá siendo devorada por las llamas de una hoguera. Él me explicó que su alma se encontraba en pena y que así continuaría si yo no regresaba a su lado.

-¡Imposible! El relicario debió impedir que llegara a ti.

-Por lo visto no cumplió su fin.

Meditó mis palabras para luego agregar. –Sólo hay una forma de saberlo, iremos a ver a Jeremías.

-"Jeremías" _Repetí.

-¿Vienes? _ Reivel me señaló la puerta, asentí y ambos iniciamos el camino.

Recorrimos el mismo sendero que la otra vez, cubierto con helechos y césped y algunas pequeñas flores silvestres. Las hojas de los árboles tomaban un color dorado cuando los rayos del sol las iluminaban, realmente una hermosa visión.

No tardamos mucho en llegar, Jeremías se encontraba afuera sentado en una larga banca de madera. Se levantó al vernos yendo a nuestro encuentro.

-Hola Agatha. _Me saludó con voz amable.

-Gran Sabio. _Incliné un poco la cabeza.

-Queremos hacerte una pregunta. _Le indicó Reivel yendo al grano.

Jeremías determinó sus ropas y movió la cabeza a los lados con desaprobación. Reivel vestía unos pantalones caqui tipo cargo, con una camiseta blanca cuello V sin estampado y las converse. Me agrada su estilo de mudar sin embargo, Jeremías no opinaba igual.

-Antes de que critiques mi ropa hay temas más urgentes que atender.

El anciano sonrió y nos invitó a entrar a la cabaña.

-¿Y en qué nuevo lío está involucrada ahora señorita Agatha? _Arqueó una ceja.

Me avergoncé y sentí como la cara se enrojecía.

-Adiraet se presentó ante ella de nuevo.

-¡imposible! _Expresó.

-Parece que le mostró a su madre, su alma está condenada.

-Creo que ya entiendo el motivo de tu visita ¿Quieres saber cómo lo hizo?

Ambos asentimos, Jeremías se dirige a Reivel: _Es hora de visitar a nuestro amigo.

-Entiendo. _Agrega Reivel acercándose al anciano.

-Ponte cómoda Agatha, no tardamos. _Me indicó mientras que ambos se desvanecieron. Me quedé aturdida pero obedecí, me senté y esperé lo que consideré una eternidad, hasta que regresaron.

Su expresión no es alentadora, tenía el presentimiento que me traían malas noticias. Mantuvieron silencio unos segundos, hasta que Reivel habló: _ Está llegando a ti por tu madre, la usa como un canal, lo que corrobora que de verdad la tiene en su poder

El estómago me dio un vuelco, sentí nauseas, al tiempo que las cristalinas lágrimas aparecían lastimando mis ojos

-Lo lamento Agatha. _Se disculpó Jeremías angustiado.

-¿Y hay alguna manera de ayudarla?

-Una. _Respondió el Sabio mirando a Reivel. –Pero muy peligrosa.

-No me importa, es eso o entregarme a Adiraet, ¿Qué puede ser peor?

-Ir por ella. _Añadió Reivel estudiando mi reacción.

-Ir por ella. _Repetí. _ ¿Cómo saber dónde se encuentra?

-Lo sabemos. _Rei forma una línea con su boca. _Es la morada de Adiraet, se encuentra en el inframundo. 

-Entonces vayamos. _Añadí con esperanza.

-Lo dices como si fuera tan sencillo. Entiendes que existe la posibilidad de no regresar. _Me afirmó Reivel con el semblante serio.

-Tomaré el riesgo, iré sola si es necesario.

Reivel sonrió para sus adentros.

-Adiraet es más fuerte ahí, y nuestros poderes son nulos. Seríamos blanco fácil.

-Entonces estoy destinada a volver con él. _Mencioné con tristeza.

-No lo permitiremos, quizás si convenzo a Miguel.

Jeremías intercambio miradas con Reivel.

-Espera a que Haziel regrese joven Rei, no te dejes llevar por tus impulsos.

-Pero para ir adelantando puedo ponerlo al tanto de la situación.

-Sí que eres cabeza dura, adelante, me quedaré con Agatha.

-¿De qué están hablando? _Indagué

-Como sabes Miguel es un arcángel, su espada es sagrada y poderosa, es la única arma que nos protegería allá. _Me explicó Reivel.

-¿Se la pedirás a San Miguel? _No pude evitar mi asombro.

-Lo intentaré. _Se rasca la nuca.

-Gracias. _Le agradecí.

Él me sonrió y volvió a desaparecer.

ENTRE SOMBRASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora