Chakal contra La Catrina

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—¿Qué haces aquí?

—Cállate, le apretó más fuerte la espada contra su cuello—Dame mi medalla.

De alguna manera había logrado escapar hasta llegar allí, algo le había ocurrido a Xibalba

Ese hombre ya no era humano, era un demonio. En su corazón siempre lo fue, ahora lo demostraba en presencia de La Catrina.

—Esa medalla no te pertenece, es de Xibalba.

—Ahora será mía.

La voltea y la aprisiona contra la pared sin dejar de apuntarle su espada a su garganta, la mirada que tenía hizo estremecer a La Catrina. Le interrogó de nuevo por la medalla de la vida eterna, mas La Catrina se negaba a contarle donde estaba, a ella sólo le interesaba que había hecho con Xibalba. Chakal estaba dispuesto a decirle que pasó con él, a cambio, La Catrina le entregaría la medalla de la vida eterna. Ella no deseaba hacerlo, pero si eso lograba hacer que Chakal le dijera el paradero de su esposo, entonces, pagaría ese precio.

—Sígueme.

Chakal bajó su espada, La Catrina entró en su habitación seguida por Chakal, sacó del cajón de una mesilla ubicada en su cama una llave. Fue hasta su armario el cual abrió, con sus poderes sacó una caja pequeña que abrió con la llave, mostrando al Chakal la medalla de la vida eterna.

—Ahora di lo que has hecho con Xibalba.

—Bueno, ya que has cumplido con tu parte preciosa, te lo diré.

Tomó la medalla y se le acercó a La Catrina susurrándole al oído: 

—Yo lo maté.

Esas frases la dejaron más que sorprendida, impactada, sentía que su corazón dejaba de latir, estaba mintiendo, tenía que estar mintiendo.

—Es mentira—refunfuñó La Catrina.

—No preciosa, Xibalba está muerto, yo mismo le clavé esta espada.

—Tendrías que ser un dios para haberlo matado, ningún mortal puede matar a los dioses.

Al oír esas palabras Chakal le hizo un pequeño corte en la cara con su espada, ésta sintió un ardor al estar en contacto el acero en su rostro, afortunadamente no sangraba tanto, al ser de azúcar, su sangre se coagulaba rápido. Pero si daba alaridos de dolor, el ardor no se le iba de la herida, le quemaba tanto como si le pasaban más de mil cuchillos pequeños en ese pequeño rasguño, se tapaba la boca para no sollozar, si así sufría por una pequeña herida, no quería imaginarse que sufrió Xibalba con una espada atravesada. Si es que de verdad Chakal le había hecho eso. A él no le importaba lo que estuviera haciendo, solamente se puso la medalla en su pecho pensando que podría volver a la vida, pero...nada pasó. 

Seguía allí parado en medio de la habitación de La Catrina, confundido la agarró del brazo con fuerza suficiente para arrancárselo y le exigió saber el motivo del por qué le habían dado una medalla falsa.

—Esa...es la medalla de la vida eterna...Quien use la medalla no puede morir ni lastimarse, no funciona con los muertos. Y tú, estás muerto.

Al oír esto último, Chakal explotó de ira, empujó a La Catrina al suelo que agonizó del dolor, luego tiró la medalla y destruyó cada mueble de la habitación.

La Catrina observaba con horror todo esto mientras se levantaba sintiendo un dolor agonizante en su brazo por el agarre anterior, ante sus ojos no podía creer como aquella bestia destruía todo, su hermosa habitación estaba volviéndose nada a medida que rompía todo. No podía seguir allí, tendría que escapar de él, y tomó la medalla de la vida eterna, estaba por irse, cuando el Chakal llevó toda su atención hacia ella impidiéndole salir.

El azúcar y alquitrán se mezclanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora