Epílogo

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Varios meses después, Xibalba y La Catrina estaban celebrando la boda de La Noche y el Chamuco. Todavía costaba creer para Xibalba que su hermano mayor se estuviera casando, pero mientras no hiciera nada que lastimara a La Noche, estaría bien, ya que de ser así, La Catrina no dudaría en hacerle pagar por hacer sufrir a su hermana menor.

Ambos se veían tan felices, eso podían notarse y sus hermanos no dejaban de quitarle la vista de encima.

—Me recuerda a nuestro matrimonio—

La Catrina opinaba lo mismo que Xibalba, además, nunca antes había visto a su hermana tan radiante de alegría.

—Me siento tan feliz—dijo La Noche acercándose a ellos—Sé que elegí a un buen esposo.

—Eso de ser buen esposo, me parece...

Xibalba no pudo terminar la frase porque La Catrina le dio un codazo en el estomago, en caso de que fuera a decir algo ofensivo que pueda herir a su hermana.

La ceremonia fue algo hermosa, pero algo pequeña a diferencia de la boda de La Catrina y Xibalba, antes de que los recién casados se fueran a su noche de bodas, ambos dioses de la muerte le entregaron a sus hermanos una botella de miel como regalo.

Cuando volvieron a la Tierra de los Recordados, La Catrina observaba como todo su reino dormía, las luces apagadas, los habitantes en sus hogares, todo estaba en paz. Una paz que perduraría en su reino lleno de fiestas cada día.

Después de dos meses de la boda de La Noche y el Chamuco, el Día de Muertos había llegado, La Catrina estaba muy radiante ese día mirando como todos visitaban a sus seres queridos en el cementerio y ver como los niños corrían por ahí con alegría por los alrededores.

—Estaba pensando, mi amor. Que después de la fiesta, podríamos...

La Catrina lo detuvo besándolo en los labios, el cerró los ojos y la abrazó para profundizar el beso. 

—Hoy no, amor mío. No creo que podamos.

—¿Y si hacemos una apuesta?- le preguntó Xibalba de manera inocente y de forma picara.

La Catrina le sonrió interesada en la apuesta. Xibalba sentía las ansias de poder ganarle a su esposa la apuesta, algo que logró aunque La Catrina pensaba que había hecho trampa. A veces cuando hacían las apuestas, siempre le quedaba la idea que Xibalba estaba haciendo trampa, sin embargo, al final sabía que no podía haberlo hecho, debido a que hace años había prometido nunca hacer trampa otra vez en ninguna apuesta.

Después de eso, también iban a ver a la distancia a la familia Sánchez que ahora se les unía un nuevo miembro, un niño al cual llamaron Rodrigo, era tan parecido a su padre en el rostro, y Manolo estaba feliz de tener otro hijo que al ser todavía un bebé, María siempre lo tenía en sus brazos mientras que las gemelas estaban de pie frente a su padre que deseaban tanto que su madre las cargara como lo hacía con el bebé, pero ya no podían con lo grande que estaban, según sus padres.

No solamente se centraban en verlos a ellos, también veían a todos los habitantes del pueblo arreglando las tumbas y visitando a todos aquellos que ya no estaban presentes.

Como Xibalba había ganado la apuesta, después de la fiesta tuvieron sus momentos juntos en la habitación de La Catrina, haciendo el amor como sólo ellos sabían hacerlo, ella se había guardado un poco de energía después de haber planeado la fiesta del Día de Muertos.

En las relaciones no todo siempre es perfecto, hubo instantes en los cuales ellos discutían o tenían alguna riña que al final se perdonaban y volvían a mejorar su relación. Incluso tenían citas cuando no estaban en sus labores de sus reinos; aquel día, ellos estaban dando un paseo por los bosques de Tomoanchan, un lugar de tanta belleza que muchos de los dioses visitaban siempre que podrían. Se detuvieron un momento sentadonse sobre una roca para mirar el cielo de Tomoanchan, que era más azul que la Tierra de los Vivos. 

—¿En qué piensas, mi amor?, le preguntó Xibalba al ver que su esposa suspiraba de nostalgia.

—Extrañaba tanto nuestros tiempo juntos. 

—Deberíamos hacer esto más seguido.

—Tenemos responsabilidades, amor mío.

Mientras estaban recostada del hombro de Xibalba, éste le acariciaba el cabello suavemente, pasando sus dedos por aquel abundante cabello negro como si sus dedos fueran un peine. Ambos tan serenos, llenos en paz en ese lugar tan hermoso y tranquilo.

A veces, La Catrina no dejaba de acariciarse el vientre, guardando dentro de sí una esperanza de algún día tener un hijo y formar una familia con Xibalba.

—Algún día. 

Cuando los dioses se enamoran, puede ser igual que los humanos, ellos también tienen sus sentimientos, sus celos, sus miedos a perder al ser amado. Pero cuando aman de verdad, siempre será eterno, como su larga vida. 

Lo más increíble, es cuando dioses tan opuestos entre sí logren amarse. La Catrina y Xibalba lograron enamorarse, ennoviarse, casarse, pelearse, separarse y volver a unirse. Su amor era grande y poderoso, por eso se mantenían juntos como marido y mujer.

—Mi amor—dijo Xibalba mirando fijamente a La Catrina—Te prometo que pase lo que pase, nunca más nos vamos a separar-

Besó a La Catrina, ella le correspondía, con todo su amor.

Dicen que el agua y aceite no se mezclan, mas ellos mostraron que el azúcar y alquitrán se mezclan.

El azúcar y alquitrán se mezclanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora