Xibalba besaba a La Catrina de manera amorosa, sus manos se deslizaban por entre las mangas de su vestido hasta dejar sus hombros al descubierto, deslizó sus labios por su rostro hasta bajar a su cuello depositando pequeños besos en este que le daban un sabor dulce en la boca de Xibalba.
La Catrina cerraba sus ojos, sintiendo el dulce sabor de los besos y las calidas caricias de las manos de su esposo, sintiendo una oleada de hormigueo en su cuerpo que nunca antes había sentido mientras el dios de la muerte deslizaba sus manos por encima de su pecho, recorrían su cintura, caderas, cada centímetro del cuerpo de la diosa era explorado por las manos de Xibalba mientras las de ella acariciaban su espalda hasta tocar sus alas que se iban abriendo hasta después cubrirse.
El dios hecho de alquitrán se detuvo para mirarla dulcemente, se perdía un momento en la dulce mirada de su esposa mientras sus manos deslizaban más su vestido para dejar su delicado cuerpo sin la prenda y luego hacer él lo mismo con su traje usando sus poderes; sus vestimentas fueron apartadas de la cama.
La Catrina observaba con curiosidad el cuerpo desnudo de su esposo, nunca antes había visto el cuerpo de un dios sin que lo cubriera una vestimenta, y el de Xibalba le impresionada; era como ver un esqueleto de huesos negros distintos a como se pudiera ver un cuerpo humano y a ella le parecía lo más majestuoso que había visto en su vida. Si hubiera sido una mortal se hubiera muerto del susto al ver ese cuerpo.
En cambio, Xibalba se quedó asombrado por el cuerpo tan hermoso que admiraban sus ojos, no había tantos huesos como los suyos, creyó que al ser una diosa de la muerte tendría la misma estructura física del suyo, un esqueleto casi completo pero en cambio el de La Catrina no se notaba de cerca los huesos debido a que estaban cubiertos con una dura capa de azúcar, moldeada con una hermosa figura femenina con decorada con bordes dorados que brillaban. Una delicada y suma perfección mezclada con una delicadeza exquisita.
Los labios de Xibalba fueron hacia su vientre, recorriendo ese nuevo territorio escuchando los suaves gemidos que soltaba La Catrina, descendiendo cada vez más abajo mientras que la Catrina arqueaba su espalda al sentir pequeñas descargas recorrer toda su espina dorsal. Su respiración se entrecortaba por lo besos que le eran depositados en una zona de debajo de sus piernas.
Él le sonrió deteniéndose para regresar a sus labios.
Ella acariciaba el rostro de su amado, paseando sus manos con suavidad hasta llegar a su barba la cual acarició. Xibalba le da un gusto esas caricias y sonríe acariciándole las mejillas a su esposa, como si quisiera recordar cada centímetro de su rostro con sus manos lo fue acariciando, teniendo delicadeza por los pequeños detalles dorados de su cuerpo que brillaban.
Su esposa se deleitaba con esa delicadeza hasta que volvieron al acto de besarse y ahora las manos de ella le paseaban por su pecho que mostraban los huesos de la caja torácica que tenía una masa verde que brillaba en su interior.
Realmente Xibalba estaba siendo delicado con ella, cada beso parecía una suave caricia que a veces le daba muchas cosquillas, desde sus hombros hasta su pecho, desde el busto, su vientre y hasta regresar nuevamente a su cuello. Hasta que de repente se detuvo al deslizar sus manos sobre sus piernas buscando en la mirada de su esposa un consentimiento de su acto, ella simplemente lo miró y él abrió un poco sus piernas para entrar dentro de ella.
Nuevamente se detuvo cuando escuchó un jadeo de dolor por parte de La Catrina, tenía miedo que la hubiera lastimado, prometió no hacerle daño a su esposa mas la mirada de ternura de ella le hicieron entender que no estaba lastimada, era solo la experiencia. Incluso le acarició su rostro incitándole a continuar hasta el final.
Así siguió con el acto mientras la besaba, la tensión del cuerpo de La Catrina se iba cada vez cambiando hasta ponerse más relajada, el dolor se iba mientras le rodeaba con sus brazos su cuello. Era cada vez más agradable, lento y suave al principio y cada vez aumentando un poco el ritmo y ella se entregaba solamente a él como debía de serlo.
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El azúcar y alquitrán se mezclan
FanfictionEstos dos dioses son tan opuestos entre sí como el día y la noche, pero de alguna manera están juntos y aunque estén separados, no soportan la idea de vivir separados uno del otro. Nuestra historia se sitúa tiempo atrás, como fue que comenzó este si...