Capítulo 23

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La mañana se me pasó volando, ya eran las 4.
Todo el rato pensaba en la pobre anciana de esta mañana.
No sabía como le había clavado todos esos navajazos.
Pero, lo más gracioso era que me había gustado y que tenía ganas de más.

-Katya, podrías recojer los platos, no has hecho nada desde que hemos venido. -dijo con un tono agresivo.

Hola? Siempre soy yo la que recoge y me dice eso? Bueno, como no quería problemas me levanté y recogí los platos.

Subí a mi habitación y me puse ropa cómoda. Cuando iba a salir vi la navaja de Jeff en la cama. La cogí y bajé.

-Voy a irme un rato al bosque, no tardaré en llegar.

-Adiós.

Cerré la puerta detrás de mi y me dirigí al bosque con la esperanza de encontrar a Jeff.

Después de andar durante 10 minutos escuché ramas romperse detrás de mi.
Me giré y del susto caí al suelo, un gran oso marrón corría hacia  mi, me quedé pasmada ahí dentada hasta que ya me di cuenta de la situación. Me levanté y este se levantó para seguidamente tirarse encima mía, me araño todo lo que viene a ser la cara y en ese momento recordé que en el bolsillo tenía la navaja de Jeff, la cogí y se la clavé en el cuello, el oso cayó al suelo y murió desangrado.

-Wow -vi a Jeff hacercandose hacia mi mientras aplaudía asombrado.

-Jeff? Estabas ahí y no has venido a ayudarme!?

-Quería ver que hacías. Y lo que he visto me ha gustado.

Me puse la mano en la cara como diciendo "eres retrasado" y este se rió.

-Toma la navaja, se te olvidó cojerla.

-Nah, quedatela, tengo más.

-Jeff, no la necesito.

-Eso es lo que dices ahora.

Al final me cansé de decirle que no y me la guardé en el bolsillo.

-Ya estás contento pesadilla?

-Si, la utilizarás más veces.

-Lo dudo.

-Tego que irme, quieres que te lleve antes de nada?

-No, gracias.

Jeff se fue y yo me quedé sentada apoyada en el tronco de un árbol.

Saqué la navaja y me quedé mirándola fijamente, con la punta clavada en la llena de mi dedo mientras yo le daba vueltas.
Pasé la navaja por encima de mi mano, amaba la sensación de notar como tu piel se abre poco a poco dejando un precioso corte. Recordé la época en la que yo me cortaba, todos los del instituto me insultaban y nadie me daba el apoyo que necesitaba. Siempre he sido una persona inofensiva, hasta el día que un insulto me hizo mucho daño y me giré, le cogí del cuello a el desgraciado que me lo dijo y lo empotré en la pared, en ese momento todo el instituto que estaba en esa zona me miraba y algunos incluso se alejaban, me expulsaron 1 semana, me quedé sola, pero, por lo menos nadie más me insultaba.

Subí la manga de mi camiseta un poco y empecé ha hacerme pequeños cortes en la muñeca.

Llegué a un punto donde me di cuenta de lo que estaba haciendo. Entonces, guardé la navaja e lamí la sangre que salía de mis cortes, el sabor de la sangre siempre me había gustado.

Miré a el oso, seguía allí repleto de sangre, por una parte me daba pena, pero meh.

Me levanté y fui por los caminos por los cuales había llegado hasta allí para llegar a casa.

Cuando llegué a la puerta me si cuenta de que llevaba sangre de el oso en la camiseta, por suerte llevaba interior y pude quitarme la manchada para que Maria no se diera cuenta. Entré y lo primero que pude ver fue que la trampilla de el sótano estaba abierta así que supuse que Maria estaría abajo, dejé la camiseta escondida en un cajón y bajé.

-Maria? -susurré.

Nadie me contestó y seguí por uno de los pasillos rodeados por estantes llenos de vino.
Escuche pasos, eso me asustó así que aceleré el paso.

-Maria, si es una broma no tiene gracia.

Alguien me cogió del cuello, yo reaccioné rápidamente y cogí la navaja de mi bolsillo, sin pensármelo dos veces se lo clavé en el estómago dejándolo inmóvil.

Me giré y vi que era Maria en aquel momento caí al suelo con millones de lágrimas cayendo por mis pómulos, no me creía lo que acababa de pasar, había matado a mi mejor amiga y a la única persona que tenía.
La puse en mis podillas e intenté taparle el corte, era muy profundo, de hecho le había metido toda la navaja.
Pasaron segundos que parecían horas y no reaccionaba, no respiraba, no hacía absolutamente nada.
La cogí en brazos y la subí arriba, ya arriba la tumbé en el sofá, sabía que ya era un caso perdido pero yo quería seguir intentándolo.
Después de unos pocos minutos de intentar que volviera a la vida me di por vencido. Me senté en el suelo mirando fijamente a el cadáver, dejé de llorar y se me formó una sonrisa de oreja a oreja, no entendía el porqué pero estaba feliz.
Pensé en llamar a alguien pero no encontraba mi móvil así que cogí las llaves y fui al coche para buscar algún pueblo que estuviera cerca y que no hubieran fantasmas.
Metí la llave y el coche no arrancaba.

-Vamos, joder.

El coche no arrancaba y había matado a mi mejor amiga. Que bonito todo :(

Volví a entrar en la casa y me senté en el suelo pensando que hacer. Tenía ganas de coger la navaja y clavársela una y otra vez, luego lo volví a pensar y ya se me pasó.

-Como puedes reírte por haber matado a tu mejor amiga? -me pregunté a misma.

Pensé en cuando Charlie y Jeff me decían que tenía algo especial, alomejor es esto, soy como ellos, soy una psicópata.
Empezaron a caer lágrimas de mis ojos pero no podía parar de reírme. Me sentía bien.

Charlie Charlie, ¿estás ahí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora