Mime avanzó lo más rápido que pudo por los corredores del palacio, tenía que llegar a Hilda, estar a su lado. Ya no tenía sentido intentar cortar el paso a los generales, él sólo no podría detener a Siren y Kanon, que se acercaban ya a las puertas. Pero tal vez ayudado por Alberick y Sigfried sería capaz de proteger la armadura de Odín y a su princesa. Iba a dirigirse a la sala del trono, pero sintió que el cosmos de su princesa despedía una fuerza inusitada, y provenía del patio. Continuó caminando por el pasillo hasta llegar al exterior, sin apartar la mano de la herida de su cuello, que sangraba menos ahora.
Se quedó parado en seco al ver que Hilda vestía una armadura de tonos rojizos y portaba en su mano derecha un cetro que parecía hecho de escarcha. Todo su cuerpo despedía destellos plateados y su energía era pura y conciliadora. Sin embargo, había un atisbo de temor en sus ojos.
-Mime-pronunció su voz al verle-. Estás herido.
El guerreo de Eta bajó la cabeza avergonzado.
-Estuve a punto de sucumbir por mi debilidad princesa, sólo gracias a Penril salvé la vida. Él debería estar aquí ahora con vos y no yo. Lo lamento de veras.
-No cuestiones la voluntad de Odín, guerrero. Es posible que tengas aún algo que hacer aquí que Penril no podría, quien sabe... Se acerca el momento de la verdad, la batalla no ha hecho más que empezar. No las tenemos todas con nosotros, la batalla será dura, pero Odín nos brinda su protección, me ha otorgado una vestimenta y un arma, para acabar con mis adversarios y proteger a mis aliados – mientras decía esto posó el cristal de cuarzo que adornaba el cetro sobre el hombro de Mime, y al momento, la herida del cuello se cerró.
-No pierdo la fe en vos ni en mi dios, señora... cuando las cosas están peor es cuando ves con mayor claridad... pero temo por todos nosotros. Decidme, ¿está la armadura de Odín a buen recaudo?
-La armadura se ha marchado.
Mime quedó estupefacto, una expresión de pánico se dibujó en su rostro. No alcanzó a decir nada.
-No temas, Mime, si no está aquí es porque Odín se la ha llevado, se la ha llevado a quien la llevará hoy para ayudarnos...
El sonido metálico de una pisada los sacó de su conversación.
El cosmos de Mime se encendió al instante, mirando desafiante al Isaac de Kraken, pero vio que las piernas del general se tambaleaban, alguien le ayudaba a caminar. La marina tenía el cuerpo lleno de quemaduras y parecía que su mandíbula estaba congelada. Los miraba sin expresión en el rostro con su único ojo. Quien mantenía sobre su cuerpo el peso de Isaac no era otro que Hagen de Merak.
-No, Mime, tranquilo, no tiene fuerzas y aunque las tuviera, no intentaría nada – dijo con firmeza, pero Mime lo miró incrédulo-. Es amigo de Hyoga- añadió-. Acepta su derrota y su error, está de nuestra parte.
Hagen dejó a Isaac en el suelo, recostado contra las barandillas del patio, mientras éste respiraba costosamente.
-Kanon no viene por orden de Poseidón- dijo el general-. En cierto modo sí, pero... la última vez que Poseidón decidió atacar a la humanidad fue porque Kanon le dijo que Atenea se había reencarnado, pero apenas llegó a despertar por unos instantes. Kanon trataba de controlar a Julián, en cuyo cuerpo se encontraba Poseidón, utilizarlo como títere. Tras finalizar la batalla con Atenea surgió de la nada una mujer, Sheevah, que decía ser sacerdotisa de Poseidón. Creo que ella y Kanon pretenden apoderarse de la armadura de Odín y dejar a Poseidón sumido en su profundo letargo, en cuanto tengan la armadura de Odín tendrán poder suficiente para conquistar el mundo por sí mismos, ya no necesitarán nada más. Por un momento sus trucos me engañaron, pero...
El discurso de Isaac fue interrumpido por un quejido de dolor de Hagen, un espasmo sacudió su cuerpo y escupió sangre una vez más.
Hilda lo miró preocupada, pero el guerrero se rehizo enseguida.
-No os preocupéis, estoy bien. Hilda, reserva tus energías para el combate, y aún puedo pelear sin ayuda de tus poderes curativos. Sólo espero que todo salga bien... estoy preocupado, ¿dónde está Flare?
Hilda abrió los ojos completamente con una expresión de temor en ellos.
-Creí que estaba en el palacio, pero ahora veo que... se... se ha marchado, no sé donde está...siento su cosmos pero no consigo ubicarlo... ¡Maldita sea!
-Ya no podemos ir a buscarla, me temo-sentenció Mime-. Esperemos que su presencia pase desapercibida... ahora debemos permanecer aquí, protegeros, princesa.
-¿Protegerla?- una risa sarcástica siguió a la pregunta-. Me temo que ya no tenéis mucho que hacer. No creo que con tan solo dos guerreros, princesa, seáis capaces de protegeros.
Era Kanon quien había hablado mientras hacía su entrada en el patio, seguido por Siren. Por un momento miró a Isaac, con un gesto de desprecio en el rostro. El general de Kraken le devolvió la mirada con frialdad.
De la puerta que daba a la Sala del Trono, asomó el rostro de Sigfried, mordiéndose los labios y reflejando furia en la mirada. Por fin, tanto unos como otros pudieron identificar los cosmos que habían chocado y a instante se habían desvanecido...
-Princesa, lo lamento, no lo vi venir, y...
Sigfried se acercó más a Hilda, se quitó la mano del costado y mostró una profunda herida que le estaba causando indecible sufrimiento. El puñal que había inflingido aquella herida, poco menos que mortal, estaba en el umbral de la Sala del Trono. Precisamente en aquel lugar se encontraba la mano criminal: Alberick mantenía su habitual sonrisa irónica y de superioridad mientras salía al exterior y se colocaba junto a Siren.
La calma de Mime fue interrumpida por un instante, y la furia se vislumbró en sus ojos. La palabra “traidor” vino a su mente, pero se dio cuenta de que decirlo no tenía ningún sentido. Alberick era su propio bando, de un momento a otro, cuando los guerreros divinos hubiesen sucumbido, traicionaría también a las marinas y trataría de apoderarse de la armadura de Odín... sin embargo el propio dios se la había llevado a quien la vestiría ese día... empero, Mime hubiera apostado su cuello porque la armadura la llevaría Sigfried... claro que en aquel estado era difícil estar en condiciones de combatir... ¿pero entonces quién tenía la armadura de Odín?
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Kanon de Géminis: Asgard vs Poseidón
FanfictionTras la derrota de Poseidón, Kanon y una misterios sacerdotisa, logran reunir de nuevo a las marinas para vengarse de los habitantes de Asgard por haber ayudado a Atenea en su cruzada. Comienza una nueva guerra entre los guerreros de Asgard y las ma...