EPÍLOGO

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El Triángulo de las Bermudas, el lugar donde se pierden los marineros. Ragnarok no será hoy. El Crepúsculo de los Dioses deberá esperar.

 La tormenta cesó. El silencio inundó el patio, el palacio, el reino de Asgard. Todo lo que se percibía era el leve viento entre las nubes que daban al cielo un tono grisáceo. Lentamente se disiparon y el firmamento se hizo visible en toda su plenitud.

 El cuerpo del guerrero de Alcor empezó a levitar. Con suavidad, la armadura se desprendió de su cuerpo y se juntó de nuevo en el centro del patio. Una a una, las armaduras de los guerreros fueron desapareciendo, escondiéndose en los rincones que los dioses les habían designado para tiempos de paz. Si volvieran a ser necesarias, una valkiria las invocaría otra vez. Hilda también había perdido su armadura. Lloraba en silencio. Mientras, Bud avanzaba a rastras hasta su gemelo.

 - “En otro tiempo, otro mundo, en otro lugar…”Sigfried, has salvado Asgard. Y me has salvado. Sigfried…

-Mi señora -Kanon susurró cerca de la sacerdotisa-. Mi señora… he de deciros que no es imposible que Hell vuelva. Es posible retornar… tal vez si alguien orase a los dioses, podría volver de esa dimensión. Os lo digo para preveniros. El portal no es infalible. Hell… o cualquier otro…podrían tener una posibilidad de regresar.

Hilda escuchaba en silencio, pero las lágrimas seguían bajando por su rostro y mojaban su túnica.

-No es infalible…lo tendré presente. Es posible que vuelva.

-Tal vez.

Kanon se dio la vuelta y se alejó unos metros. Alzó la mirada hacia el cielo, fijando los ojos en una constelación.

 -Dragón de los Mares -Bud se había acercado a él. Zyd se apoyaba pesadamente en su hombro-. Sin ti no lo habríamos logrado…

-No digas eso.

 El hombre contempló de nuevo el firmamento. Algo relumbró en él un instante. Alguien que despierta. Una amenaza. Un peligro. “Atenea te da la última oportunidad.”

 -¿El qué? -preguntó Bud.

-No me deis las gracias, después de daño que os he inflingido. Si no fuera por mí, tal vez esta masacre nunca habría tenido lugar. Celebro que, al menos, haya podido evitarse el Ragnarok. Pero, sobre todo, os suplico que no me llaméis así. Mi nombre… -aclaró la garganta antes de hablar con voz decidida-. Mi nombre es Kanon de Géminis.

 Comenzó a caminar hacia la salida del palacio.

-¿Adónde vais?

El hombre se volvió y habló con una mezcla de preocupación y orgullo.

 -Al Santuario. Atenea me necesita.

 Kanon de Géminis se abrió paso entre las piedras derruidas del Palacio del Valhalla. Mientras el reino de Asgard dormía, el Averno comenzaba a desperezarse.

Kanon de Géminis: Asgard vs PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora