Mime se alejó del cuerpo de Escila sin tan siquiera mirarlo. Por lo menos en aquella ocasión había sido capaz de vencer sus debilidades, estaba exhausto, pero seguiría peleando hasta el último aliento.
Se interpuso entre Hilda y Hell.
-Mi señora- dijo decididamente-. He jurado proteger a la representante de Odín con mi vida, no permitiré que esta maligna criatura se os acerque sin pasar antes por encima de mi cadáver.
La diosa rió.
-No seas estúpido, os aplastaré a ambos como si fuerais moscas. Y no olvidéis preocuparos por vuestro amigo, él tiene la espada que he venido a buscar...
-Antes de hacerte con Walmunga tendrás que matarnos a todos.
Mime probó a descargar sus rayos contra Hell, pero éstos se disolvieron como si fueran humo flotando en el viento.
* * *
Kanon dio un fuerte puñetazo a Bud en la mandíbula. El guerrero divino cayó sin resuello, no había esperado ese golpe.
La última explosión Galáctica del Dragón de los Mares había herido su pierna, al abalanzarse velozmente a socorrer a su gemelo. Había sido una maniobra astuta por parte de su adversario, pues sabía de sobra que no lo dejaría desamparado.
La frialdad en la mirada de Bud seguía presente, en ella se vislumbraba un reproche al truco usado por el general. Miró a su hermano. Había conseguido salvarlo, seguía en el suelo, inconsciente y respirando pausadamente, como si descansara de la dura batalla. El guerrero de Alcor encendió un gélido cosmos.
-No metas a Zyd en esto, creí que eras capaz de pelear sin usar esos trucos.
-Como quieras. Harías mejor en entregarle la espada a Hell, tal vez se apiade de ti si le muestras un poco de sumisión.
-Algunos preferimos la ética al poder, Kanon, aunque tú no lo entiendas. Si tan sensato crees que sería eso, mátame y entrégale tú el arma. Estoy seguro de que lo estás deseando.
Kanon rió mientras su cosmos iba envolviéndolo en una nube.
-¡Explosión Galáctica!
* * *
Penril agarró por sorpresa el cetro de Hell, no sabía por qué había procedido así, tal vez al ver que los ataques a distancia de Mime se habían desvanecido de forma inexplicable.
Soltó el arma sin fuerzas, de pronto sus manos eran incapaces de sentir nada, como si estuvieran dormidas, y le costaba enviarles órdenes, sus movimientos eran lentos. Al mismo tiempo, sintió como si aquella mujer estuviese removiendo la herida de su costado con un palo, el dolor fue insoportable y cayó hacia atrás respirando con dificultad.
-¡Penril!-Hilda se acercó a su guerrero y se dio cuenta del lamentable estado en que se encontraba. Mime permaneció atento, manteniendo la mirada a la diosa por si se decidía a atacar.
-¡Mime!-el guerrero de Alitoh se incorporó sin apenas resuello, miró a Hilda y se colocó delante de ella-. Tenemos que destruir su cetro, todo lo que lo toca se sume en un sueño mortal, tan solo ahora vuelvo a sentir mis manos, ni tus ataques ni los míos pueden llegar hasta esa mujer, porque su cetro se interpone con un aura de muerte entre ella y nosotros. Es un Cetro de Oscuridad.
Benetasch observó a su compañero, como si estuviesen conversando mentalmente. Tras unos instantes, asintió.
Penril se arrodilló ante Hilda.
-Mi señora-pronunció mientras su voz se quebraba-, toda mi vida, he pensado que los seres humanos eran despreciables, porque cuando mis padres murieron, me abandonaron a mi suerte. Creía que sólo los animales leales, como mis lobos, eran dignos de vivir. Hasta que os conocí a vos, y me di cuenta de que había gente que estaba dispuesta a morir para que otros, indefensos y desamparados, como me sucedió a mí, pudieran seguir adelante. Decidí ser mejor que los que me dejaron solo, decidí que, a pesar de ser un humano, tal vez algo en mí podía valer la pena. Creo que mi misión está cumplida. Sólo me resta hacer una cosa...
-Princesa Hilda-Mime se había inclinado de forma similar a como lo hizo Penril, y miraba al suelo-, mi vida no ha sido tampoco especialmente fácil, pero creo en vos, y creo en nuestro pueblo, creo en todo aquello que mi padre me intentó enseñar y yo, inconsciente, no puede ver entonces. Por fin lo comprendo. Asgard se sacrifica para que otros puedan vivir en lugares más clementes, así, yo sacrifico mi vida para que otros puedan vivir en el reino de Asgard, y en el resto del mundo. Gracias por todo lo que me habéis enseñado.
Hell rió con sorna mientras Penril la miraba de frente y Mime se colocaba detrás de ella. Blandió el cetro y lo hizo girar sobre su cabeza. Una ráfaga de oscuridad se extendió a su alrededor. Mime trató de concentrarse. Sabía que su adversaria estaba allí, pero era incapaz de ver nada en torno a él. Trató de concentrarse y sentir la energía de Hell, y comenzó a avanzar hacia la sombra. Según lo hacía, notaba su cuerpo más pesado, sus músculos se agarrotan y parecía que iban a desprenderse de su cuerpo. La diosa de los Infiernos, como era de esperar, no tenía problemas para aproximarle a la muerte. Pero esta vez, Mime no tenía miedo.
Penril también continuó avanzando, guiándose por su olfato, pero pronto se dio cuenta de que estaba totalmente desorientado. Por todas partes, percibía el perfume de la muerte. A pesar de la oscuridad, pudo distinguir sobre él un destello. Alioth, su estrella, seguía acompañándolo. Si antes lo había salvado era porque tenía una misión que cumplir, y ahora era la única luz que alumbraba su camino.
“Padres, pronto volveré a estar con vosotros, después de esta vida de sufrimiento, nos espera una nueva oportunidad de ser felices juntos... pero si no logramos vencer a Hell, no tendremos esa oportunidad. Alioth, estrella protectora, hoy necesito que me des toda tu fuerza.”
-¡Lobos de las Estepas!
El cosmos de Penril se desprendió de él tan poderosamente que hizo que la densa oscuridad se convirtiera en penumbra. Tan poderosamente que no quedó un hálito de energía en el guerrero de Epsilon. Hell lo vio venir tarde pero, segura de sí misma, se dio la vuelta e hizo frente a Mime, que se abalanzaba a gran velocidad para quitarle el cetro. El ataque de Penril era más potente de lo que la diosa hubiera imaginado, la empujó con fuerza hacia Mime quien, atento a todo movimiento, se disponía a robar el arma. Pero la mujer reaccionó a tiempo y, en lugar de forcejear, clavó con todas sus fuerzas la punta afilada del objeto en el pecho de Mime, destrozando su armadura. Benetasch lo había visto venir, pero no le importó. Era su último servicio a Asgard.
Cayó hacia atrás, pero volvió a levantarse, aunque ya sentía cómo su cuerpo se iba adormeciendo por la Oscuridad del Cetro. Se lo arrancó del cuerpo y, empleando hasta la última brizna de poder que le quedaba, lo partió por la mitad.
En el firmamento, en la Osa Mayor, las estrellas Eta y Epsilon parecieron dejar de brillar por un instante.
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Kanon de Géminis: Asgard vs Poseidón
FanficTras la derrota de Poseidón, Kanon y una misterios sacerdotisa, logran reunir de nuevo a las marinas para vengarse de los habitantes de Asgard por haber ayudado a Atenea en su cruzada. Comienza una nueva guerra entre los guerreros de Asgard y las ma...