CAPÍTULO 10

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Mime había logrado escapar a las bestias de Escila, una tras otra, sin que Eo hubiese podido asestarle ni tan siquiera un golpe. Estaba lleno de contusiones por todo el cuerpo, y sus escamas aparecían quebradas en varios puntos. Sin embargo, aún podía mantenerse en pie y, aunque su energía había disminuido, parecía dispuesto a todo. Benetasch permanecía como siempre impasible, con un gesto de tranquilidad en su semblante. Sin embargo, su tez se tornaba más y más pálida por momentos, y la herida del cuello no dejaba de sangrar. Penril continuaba atacando sin compasión a Krishna pero, cada vez que lo hacía, éste adoptaba una extraña postura y el ataque de Alioth parecía rebotar contra un invisible muro. Por otra parte, Penril era muy rápido y ni tan sólo una vez había logrado rozarle con su lanza.  Krisaor parecía cansado, pero para Penril la situación era peor, pues había recibido en su cuerpo los golpes que había destinado al general.

 Por un momento el combate se detuvo. Un fuerte choque de cosmos se había producido, no muy lejos de ellos,  en Asgard, pero ninguno fue capaz de identificarlos.

 -¿Qué ha sido eso? – exclamó Eo tratando de no desvelar su desconcierto.

 Krishna negó con la cabeza.

 -Un combate, pero no sé dónde, ha sido tan repentino... los cosmos de los dos contrincantes se han ocultado en un abrir y cerrar de ojos...

 -Sospecho que tarde o temprano lo averiguaremos-susurró Penril- ahora no vale la pena pensarlo-volvió a encender su cosmos, dispuesto a medirse con Krishna-¡Garra del Lobo!

 Su ataque fue repelido, al igual que había sucedido en todas las ocasiones anteriores. Oyó un grito ahogado de Mime y, al momento, sintió un dolor punzante en el costado. Al alzar los ojos, vio la lanza del general del Océano Índico clavada en su cuerpo limpiamente, destrozando su armadura.

Echó el cuerpo hacia atrás y cayó de rodillas en la nieve, mientras su tórax se movía a un ritmo frenético, luchando por mantener la respiración. El guardián del Pilar del Océano Índico sonrió con aire de superioridad. Penril miró su cuerpo y pudo comprobar que, antes de haber clavado el arma en su costado, le había hecho numerosos cortes en la barbilla, las palmas de las manos y las piernas, que comenzaron a sangrar a un tiempo. La vista del guerrero divino se nublaba por momentos..

 -¡Ya lo entiendo!-casi gritó Mime-. ¡Los chakras, Penril! La barrera que se mantiene frente a él tiene un punto débil, sus chakras recorren su cuerpo en posición vertical, destrúyelos y vencerás...

 Krishna dejó escapar una carcajada.

 -¿De veras crees que tu amigo será capaz siquiera de ponerse en pie? Míralo, está más muerto que vivo, sólo queda esperar que se desangre hasta morir por completo, ya hace tiempo que perdió la batalla, pero su vida también se quedará en el camino.

El general de Crisaor se acercó a su adversario, que movía frenéticamente el tórax haciendo esfuerzos por respirar mientras la lanza se movía al compás de sus movimientos y mantenía la mirada en el suelo. Krishna puso el dedo índice bajo la barbilla de Penril, obligándole a alzar el rostro, mientras no dejaba de sangrar, empapándole el dedo. La marina volvió a sonreír.

 -Cuestión de minutos, tan sólo.

 El guerrero de Benetasch miró a su compañero sintiendo que era incapaz de hacer nada por él. Al menos, no por el momento. Miró al Eo de Escila, que parecía dispuesto a atacar una vez más.

Penril había salvado su vida cuando él no había sido merecedor de tal ayuda. Había fallado una vez, pero ahora tenía que responder ante aquel que le había otorgado otra oportunidad para demostrar su valía. Tenía que deshacerse de Eo, y más tarde de Krishna, si quería socorrer a Alioth. Se llevó la mano inconscientemente al cuello, donde la herida seguía sangrando, haciendo que su cuerpo se debilitase. Sabía que un mal movimiento podría abrirla más aún, incluso provocar que perdiese tanta sangre como para dejarlo muerto en pocos segundos.

Kanon de Géminis: Asgard vs PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora