Nadie esperaba que Hagen se abalanzase tan repentinamente sobre Alberick, le arrebatase el puñal y tratase de atravesar el cuello del guerrero de Megrez. Para Hagen, Sigfried era lo más parecido a un hermano mayor que había conocido. Por descontado, despreciaba a Delta por su traición, pero aquello sobrepasaba los límites de su propio control. Por suerte para el renegado, Siren intervino entonando su melodía mientras los dos guerreros divinos forcejeaban, el uno intentando acabar con el traidor, el otro luchando por salvar su vida; el ataque iba dirigido a Hagen, y éste se vio obligado a soltar el puñal a su pesar, tapándose inconscientemente los oídos.
Alberick parecía dispuesto a aprovechar la situación: se acercó a Merak arma en mano, dispuesto a aprovechar la debilidad de aquel momento de tortura.
Pero Siren detuvo su canción, Hagen comprendió lo que sucedía y se hizo a un lado esquivando el ataque.
-¿Por qué te has detenido justo ahora?-gruñó Kanon-. Ya era suyo, un enemigo menos para nosotros. Vamos, continúa tu canto.
-Un combate de dos contra uno no es justo, bien lo sabes. Si quieren medirse, adelante, pero que lo hagan como verdaderos guerreros: cara a cara y sin ayuda de nadie.
Kanon esbozó un gesto de desaprobación. Siren había acudido a Asgard a regañadientes, y cada opción que tomaba era un gesto de desprecio al General del Pacífico Norte. ¿En qué punto de la batalla se daría la vuelta y se desentendería de todos? Era difícil de decir.
Hagen, que se había colocado en situación de combate, sufrió una nueva sacudida: escupió sangre por dos veces y quedó postrado de rodillas, con Alberick sonriendo cínicamente ante él. Delta blandió su Espada Llameante, dispuesto a cortar la cabeza a su adversario, pero la espada no llegó nunca al cuello de Hagen.
-Mi amigo no se encuentra en situación de combatir, este combate no es justo de este modo, creo que Siren también estará de acuerdo conmigo en este punto- Mime alzó la mirada para contemplar al general, que asintió con la cabeza. Liberó la Espada Llameante de las cuerdas de su arpa, y encendió al máximo su cosmos.
Isaac acudió tambaleándose a socorrer a Hagen, ayudándole a incorporarse. Kanon miró de nuevo a Siren, cada vez más convencido de haberlo perdido para su causa, pues ya actuaba más como árbitro que como marina.
-¡Mime, te equivocas!-chilló Hagen furioso-. Soy capaz de luchar perfectamente, déjame que corte la cabeza de este maldito embustero.
Alberick dejó escapar una hiriente risotada.
-Hagen, ya has hecho bastante el ridículo, date por vencido y no interrumpas el combate.
-¡Cómo osas hablarme así! –Hagen se encontraba en pie, parecía haberse recobrado azuzado por la furia-. ¿Cómo te atreves a decir eso, tú que has traicionado a aquélla a quien juraste lealtad, que has apuñalado a un compañero por la espalda, te has vendido, sabe Odín por qué insignificante soborno!
Alberick volvió a reír, pero ésta vez, su risa fue amarga.
-A partir de ahora, seré mi propio señor, eso es lo único que importa, Hagen. Mientras, tú seguirás humillado ante Hilda y suplicando a rastras la atención de su hermana; ciertamente, eres ridículo -concluyó.
Hilda apoyó su mano sobre el hombro de Merak, tratando de tranquilizarlo.
-Hagen, la ira no te hará vencer el combate. Deja que sea Mime quien se ocupe de él, tiene una cuenta de honor que saldar, si no me equivoco, tan sólo aguarda tu turno. Alberick recibirá su merecido.
Bajó la mirada y asintió con la cabeza a Mime, indicando que se ocupara él del combate. Alberick sonrió ante la sumisión del guerrero: una sola frase de la valkiria había servido para domar al caballo loco.
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Kanon de Géminis: Asgard vs Poseidón
FanfictionTras la derrota de Poseidón, Kanon y una misterios sacerdotisa, logran reunir de nuevo a las marinas para vengarse de los habitantes de Asgard por haber ayudado a Atenea en su cruzada. Comienza una nueva guerra entre los guerreros de Asgard y las ma...