CAPÍTULO 15

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El guerrero de Zeta dejó que su hermano reposara en las escaleras del gran patio, cuidadosamente, pues blandía la espada Walmunga en su brazo derecho. Sin mirar a Kanon, se giró hacia la derecha, dio unos pocos pasos y se postró ante Hilda de Polaris.

-Mi Señora... en su sabiduría nuestro venerado Odín me ha otorgado el honor de llevar hoy su armadura, una vez más ofreceré mi vida al destino si con ello logro protegeros a vos y a nuestro reino. Pero lamento haber llegado tarde, avancé lo más rápido que pude desde donde estaba para llegar a la batalla. Veo que Hagen está malherido y Sigfried también. Prefiero no hablar del traidor... sólo espero ser digno de la tarea que Odín me ha encomendado.

-Mi fiel Bud... tantos años obligado a vivir en la sombra te han traído hasta aquí. Sé que no fallarás. Si mi señor Odín ha puesto en ti su confianza, yo deposito también en ti la mía plenamente.

Bud se encaró con Kanon.  Lo miró de arriba abajo, deteniéndose por un momento en su estómago, donde parte de su ropa estaba hecha harapos y mostraba un par de arañazos, debidos a la Garra del Tigre Vikingo de su hermano Zyd.

El Dragón de los mares miró a Bud, luego a su gemelo, y por último a Siren, furioso. El general del Atlántico Sur había perdonado la vida de Zyd deliberadamente, engañándolo a él. Imaginaba que en algún momento acabaría por desentenderse de aquella guerra, pero no se había dado cuenta de que lo había hecho tan pronto... lo observó con desprecio, sabiendo que Siren había dejado de luchar.

-Está bien, Siren. Cumpliré mis amenazas, no te quepa la menor duda. Te advertí lo que sucedería si no colaborabas...

Sorrent lo miró con tranquilidad.

-No me asusta pelear contigo, y no tengo intención de ceder de nuevo a tus manipulaciones. Más bien preocúpate por lo que te espera ahora.

Bud seguía frente a él, impasible, con sus fríos ojos fijos en la espada Walmunga. Al alzar los ojos se encontró con la mirada de Alberick, que parecía impresionado. Tras unos instantes, la habitual sonrisa burlona se dibujó en su rostro.

-Nunca creí que un bastardo como tú llegase a llevar la armadura de Odín-fue todo lo que dijo, pero Alcor no le prestó atención.

-El peor de los infiernos está reservado para los traidores. Tarde o temprano, toda tu maldad te hará caer, no me preocupas en absoluto.

De nuevo miró a Kanon y su cosmos se encendió violentamente. Como bien sabían sus compañeros, a la hora de pelear, Bud de Alcor no se andaba con tonterías.

*                                           *                                           *

Mime contempló a Sigfried e Isaac. Ninguno de los dos había sufrido daños por los ataques de Kanon. Él, sin embargo, se encontraba dolorido, y el corte en el brazo, aunque gracias al torniquete apenas sangraba, le resultaba de lo más molesto. Observó a Bud, maravillado del poder que desprendía su cosmos unido a la armadura de Odín, seguro de que la batalla con Kanon, aunque dura, les daría la  victoria.

Eo lo sacó de sus pensamientos. Sus escamas estaban rotas allí donde Mime le había herido, y el corte que le había hecho en la garganta estaba abierto, pero por alguna razón no sangraba. La marina sonrió.

-Deberíamos continuar el combate donde lo dejamos.

Eo descargó el Tornado de Escila sobre Mime, pero no era más que una ilusión. Mime estaba tras él y le dio una fuerte patada en la espalda que lo hizo caer de bruces.

-Parece ser que seguís el juego sucio de vuestros líderes. No voy a permitir más tonterías. Ya conozco todo tu poder, no me va a costar nada acabar contigo, sin contemplaciones.

Kanon de Géminis: Asgard vs PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora