Libro de la Resistencia

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Capítulo 2

"Las últimas noticias sobre los liberados del campo de concentración de Toulouse son halagűeñas. Todos están en perfectas condiciones físicas, si bien, en algunos casos, ha sido necesario el uso de calmantes debido a la tensión emocional que han sufrido en estos días de marcha hacia la zona libre.

Ya hay confirmación oficial sobre la muerte heroica, en acto de servicio, del Comandante en Jefe del Ejército de Resistencia Andrey Saljam y la mayoría de su alto mando.

El coronel Nicolaiev, ha tomado cargo, ante la Asamblea Constitucional del Parlamento, a las 18:00 horas del día de hoy como nuevo jefe militar de la zona libre, jurando momentos después, y como ya es habitual, fidelidad a la raza humana ante el numeroso gentío que se ha congregado en la Plaza Roja de Moscú.

El nuevo líder dará una rueda de prensa a los medios informativos el próximo jueves, ofreciendo detalles sobre la operación de rescate que tuvo lugar en Francia la pasada semana."

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—No señora Nehivia. Aún no hay noticias de su marido.

—Ya ha pasado más de un año. ¿No puede ser que alguno de los liberados que sufre de amnesia sea él?

—Señora —el funcionario estaba ya cansado de esta charla—, hemos mandado la fotografía que nos entregó a todos los hospitales y acuartelamientos de la zona libre, y no hemos recibido ninguna respuesta afirmativa. Lo más probable, siento decírselo, es que esté muerto, o se lo hayan llevado "ellos" —y mirando por encima de su hombro espetó—. El siguiente.

Laura salió triste y cabizbaja de la oficina de personas desaparecidas. Como de costumbre, estaba atestada de gente y había tenido que esperar varias horas de pie, en la fila, hasta que llegara su turno. Mientras se abrigaba para salir a la calle, se prometió a sí misma no perder la esperanza. En tanto no descubrieran el cadáver, todavía quedaba algo.

—¡Eh! ¡Laura, Laura Nehivia!

Alzó la vista y buscó entre los peatones al que la llamaba.

—¡No! ¡Aquí!, ¡aquí! —una mano asomaba por la ventanilla de un coche, del lado del acompañante—. ¡Soy yo, Maurice! —dijo el conductor al ver que ella dudaba—. ¿La llevo alguna parte?

—Hola doctor —respondió—, no hace falta. Vivo muy cerca.

—No mienta —contestó el director del hospital—. Su casa queda muy lejos, lo he leído en su ficha. Ande suba, no sea tonta.

Ante esta respuesta, no supo qué contestar, así que abrió la puerta, y avergonzada, subió al automóvil.

—Gracias —no sabía qué decir.

—No hay de qué, para mi es un placer —dijo torciendo a la derecha por la avenida principal—. ¿Qué hace por aquí? Si no es una indiscreción —preguntó sin mirarla.

  —Todos los martes y sábados me acerco a la oficina de desaparecidos —contestó inclinando la cabeza y mirándose los zapatos—. Cuando comenzó el "Éxodo" mi marido estaba de viaje, y no sé nada de él desde entonces.

—Lo siento, no lo sabía —su pregunta había sido inconveniente. Añadió a modo de disculpa—. Soy un bocazas.

Laura observó de reojo, y tapándose la boca con la mano, contuvo unas risitas. Maurice la miró contrariado y preguntó:

HISTORIA DE LAS GRANDES GUERRAS. "G - 2° Gran Guerra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora