Libro de la Resistencia

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Capítulo 4

"... los liberados se recuperan satisfactoriamente en los hospitales de campaña de la "Línea". Hay que resaltar que tanto los alienígenas, como las autoridades locales, mantienen, en todo momento, un férreo mutismo sobre qué es lo que les dió la "Bestia Negra" en una valija Sutra de considerable tamaño, y que sólo entregarán al Comandante en Jefe Nicolaiev Alexandrovich en persona.
En estos momentos..."

—Apaga eso, Justine, esta noche te cuento qué contiene esa dichosa valija.

—¿Has quedado otra vez con él?

—Si, pero sólo para cenar, así que, por ahora, no hagas cábalas. Que te conozco.

Laura salió del baño con una toalla envolviendo su pelo recién lavado, y antes de agacharse para secarlo en condiciones, sonrío maliciosamente a su cuñada.

—¿Sabes lo que va a decir Maricruz de todo esto? —comentó Justine, mientras trataba de evitar que Juanito se comiera uno de sus botones.

—Ese es su problema —contestó airada la interpelada—. Todavía no he hecho nada con Maurice salvo, ir al cine, o a cenar en algún lugar romántico. No debe temer porque alguien suplante a su hijo. Además, Justine —Laura se arrodilló frente a ella y le cogió las manos con cariño—, hace ya dos años que se fue, ¿tú me comprendes verdad?

Una sombra cubrió el rostro de Justine mientras sus ojos se humedecían tiernamente.

—Sí, cielito —trató de sobreponerse para evitar que las dos rompieran a llorar—, yo también echo de menos a Juan.

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—¿Qué tal estoy? En serio, Luis, ¿qué tal?

—Muy guapo, hombre, muy guapo. ¿Y se puede saber dónde habéis quedado?

—Tengo que recogerla en su casa a las... —miró su reloj de pulsera—. ¡Ay, Dios! , ya llego tarde.

—¿Y si vuelve su marido?

Maurice salió lentamente del dormitorio, mirando expectante a su compañero.

—¿Y tú cómo sabes que estaba casada? —preguntó contrariado, mientras luchaba con el nudo de la corbata. Por culpa de su amigo no terminaría de vestirse nunca.

—¿Que estaba casada? —sonrío socarronamente—. ¡Está casada! —y añadió encarándose con él—. Por lo menos hasta dentro de diez años, según la ley, o hasta que aparezca el cuerpo de su marido.

—Hace casi dos años que desapareció. Está muerto, o en algún planeta por ahí perdido de la mano de Dios, o dónde cojones quiera que estén todos los demás —cogió el abrigo del perchero de la entrada—. No has contestado a mi pregunta.

Luis lo miró de reojo, mientras se levantaba para utilizar el baño.

—Por algo soy el Jefe de Inteligencia.

Y se encerró justo en el momento en que Maurice le tiraba el paraguas a la cabeza.

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—Disparadores, y cargas de Sicónium. Eso es lo que contenía principalmente, y algunos datos de interés, sobre una posible invasión extraterrestre y soluciones a ese problema. Todo en una complicada clave matemática con la que aún estamos trabajando.

A Maurice le encantaba hablar con ella de los secretos de Estado. Esto hacía que toda su atención se centrará en él, y que la mirada de sus enormes ojos negros no se desperdiciara en nada más que no fuera él mismo.

HISTORIA DE LAS GRANDES GUERRAS. "G - 2° Gran Guerra"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora