HISTORIA DE LAS GRANDES GUERRAS. "G - 2° Gran Guerra"

Diario de Juan

26 de junio del 2° año de acupación.

Querida Justine:

En mi última carta te decía que nos encontrábamos en la deshabitada ciudad de Boston, al noreste de los extintos Estados Unidos de Norteamérica. Pues bien, no estaba tan deshabitada como en un principio creíamos.

Fuimos a aprovisionarnos de víveres a un supermercado cualquiera de la ciudad. En esta parte del mundo no hubo "Éxodo" como en Europa y por tanto, aquí las tiendas de alimentación no fueron saqueadas para la marcha. Sin embargo, en este hipermercado, faltaban los alimentos de primera necesidad que no caducan en años, como la leche en polvo y las latas de conservas. Nos dimos cuenta que no todas las estanterías tenían la misma cantidad de sedimentos, sino que, por el contrario, en donde habían retirado víveres los residuos eran menores. Debes comprender que ni siquiera hay huellas de existencia de insectos, aunque hay alimentos en avanzado estado de putrefacción. Para mí es un auténtico misterio como han sido capaces de eliminar por completo a estos. Quizá los atrajeron con sonidos y luces, no lo sé, el caso es que ya no existen, por lo menos en la zona ocupada

Ícaro ya había presentido, con el extraño instinto que tiene, que había algo diferente en esta ciudad, aunque no supo discernir qué es lo que era, hasta ese momento. A partir de entonces nos movimos con más cautela para no ser descubiertos y no provocar, de ese modo, un enfrentamiento con los "ocultos", llamémosles así, y evitar el consiguiente derramamiento de sangre humana.

Pienso que nuestra superioridad nos obliga a ayudar a cualquier ser humano que nos encontremos, creo que es nuestro deber moral, aunque para mi hermano no esté tan claro como para mí.

Utilizamos un rastreador neuronal Sutra de tierra para localizar al humano, o al grupo de humanos que estaban escondidos por allí, sin ningún resultado positivo. Así que dedujimos que, o bien, ya no quedaba nadie y el instinto de Ícaro se había equivocado, o bien, estaban escondidos muy cerca de una fuente de energía eléctrica, que impedía su detección por los instrumentos alienígenas.

Con la ayuda de un mapa de guía turístico de la ciudad, que cogimos en una librería, localizamos unas trece subestaciones eléctricas en el interior del área metropolitana, y con un rastreador de energía extraterrestre, reducimos a cinco el número de las que aún funcionaban, con meros sistemas automáticos, aparentemente.

Nos acercamos a la más próxima a nuestra posición, y allí pudimos constatar que, aunque, se puso en marcha con sistemas puramente automáticos, también era verdad que continuaba en funcionamiento con algo más de ayuda.

Esto era importante, pues los "ocultos" sabían que los Sutras no los localizaban junto a estas centrales. Por tanto, comprendimos que estaban organizados, y un grupo de humanos organizados y al límite son peligrosos, muy peligrosos, y nosotros queríamos evitar el enfrentamiento a toda costa. La fuerza del hombre acorralado ruge allí donde la desesperanza se manifiesta. Debíamos evitar la confrontación... por su bien.

Nos internamos en el alcantarillado de la ciudad, que es del tipo ramificado, y dejándonos guiar por el sexto sentido de mi hermano, nos olvidamos de las tres centrales siguientes y nos concentramos en la que hacía el número cuatro desde la posición de partida.

Cuando accedimos a la acometida principal localizamos a un centinela en la entrada de un aliviadero. Ya habíamos localizado a los "ocultos". Lo anulamos rápidamente y sin provocarle demasiado daño. Continuamos por la galería con un poco más de prisa, era casi seguro que se debían de comunicar de alguna forma para verificar la guardia, así que aceleramos el paso. Unos dos kilómetros, más adelante, nos topamos con un sistema de cámaras que protegía ese canal. Estas siempre tienen un ángulo de menor visión o un segundo de ceguera, así que controlando estos y el tiempo que disponíamos para utilizarlos, eliminamos este obstáculo, no sin cierta dificultad.