Día cualquiera de diciembre del 2° año de ocupación.
Querida Justine:
Te he visto. Te he visto y me has mirado, aunque no pudieras reconocerme. Incluso he podido ver a Juan tumbado en el cochecito, como si nunca hubiese pasado nada y estuviéramos en España, disfrutando de un día libre.
He saboreado un momento de paz que me ha parecido irreal, por el que ha valido la pena luchar. Por fin, Ícaro, ha cumplido su promesa. No he podido abrazarte, no he querido darte falsas esperanzas, y tampoco hubiese podido explicarte que tenía que irme otra vez, creo que no hubiese sabido como.
Pero no me importa demasiado. Estás preciosa, tal como te recordaba, tal como te sueño todas las noches. Te quiero, mi vida, más de lo que nadie haya podido querer a otra persona jamás.
Tengo más cosas que contarte, el sueño sigue y quiero terminar de describírtelo, antes de que, por fin, nos cazen.
Estoy subido a una nave extraterrestre, a juzgar por su aspecto, no parece un caza, sino más bien una nave de recreo. Tengo a aquel pequeño ser agarrado a mi espalda, sujeto con una tela a modo de mochila. Es vieja, comprendo inexplicablemente que lo que estoy llevando detrás de mí es una hembra de incalculable edad, y está cansada, muy cansada.
La nave va a una velocidad endiablada, barriendo las copas de los árboles. La pantalla de visión física está abierta y me siento fascinado por lo impresionante del viaje. No estoy asustado, algo me insufla fuerzas y creo entender que es ella misma la que, inexplicablemente, me alimenta. Buscamos algo y debemos encontrarlo pronto. En mi interior siento que si no lo localizamos, en breve, este pequeño ser morirá. Nos detenemos a los pies de un monte, que reconozco levemente, no yo, sino mi subconsciente, porque mi consciente está totalmente perdido. Nos bajamos de la nave y seguimos a pie, ésta vuelve a despegar y desaparece absorbida por la oscuridad de la montaña. Abro camino hacia la derecha, escalando en la oscuridad total con una seguridad aplomante. Esto me asusta. Me doy cuenta que aunque más débil, mi padre todavía está en mi interior. Entro por un desfiladero y donde parece que hay piedra sólida, me introduzco en un sistema de ventilación. Ahora mi subconsciente lo reconoce todo, estoy en los Montes Malditos, en la Base de Observación que mi hermano y yo destruimos no hace mucho. Empiezo a tener miedo, pues es mi consciente el que nos controla, y a él parece que lo domina alguien más.
Nos colamos por el mismo sitio y nos escondemos de la misma forma, sólo que esta vez, no nos dirigirnos al núcleo de energía, tomamos otro camino y nos introducimos en los niveles más oscuros.
Dejamos los módulos más concurridos y entramos en una sección totalmente desierta. Paneles autolumínicos iluminan a medida que pasamos el camino, por otro lado muy descuidado. Parece que por aquí hace mucho tiempo que no pasa ningún ser vivo. Vamos dejando huellas en el polvo. Caminamos con una precaución rayada en el paroxismo. Sabemos perfectamente adonde tenemos que dirigirnos. Nos saltamos entradas y niveles sin vacilar ni un instante.
Penetramos en una bóveda enorme, recubierta de paneles autolumínicos por todas partes. A su derecha hay lo que parece un pequeño cuarto de control, con unos cristales en forma de prisma que se elevan y giran siguiendo unas pulsaciones concretas. Cuatro cañones, de un tamaño colosal, apuntan al centro de la estancia en donde hay una esfera idéntica a la que rodeaba a mi pasajera. Esta es más opaca, no puedo ver en su interior. La criatura se baja de mi espalda sin dificultad, parece que ha recuperado fuerzas. Se desliza suavemente y se aproxima a la esfera, trato de detenerla por temor a que uno de esos cañones la hiera, ella me mira y me tranquiliza. Sus ojos son... inexplicables. Pone su pequeña manita en la bola y parece que tararea una extraña melodía. La habitación entera tiembla hasta hacerme caer, y la bola explota en una brutal detonación que reduce a polvo todo lo que nos rodea. Me miró asustado, me tocó el cuerpo compulsivamente y estoy, incomprensiblemente, intacto.
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HISTORIA DE LAS GRANDES GUERRAS. "G - 2° Gran Guerra"
Science-FictionSegunda parte, de las seis que consta, la saga: "Historia de las Grandes Guerras". Esta obra se presentó completa a los premios "Minotauro" de ciencia ficción en su apartado de novela larga. Recomiendo leerla en su orden correspondiente para que no...