Picnic en el bosque

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Termino de regar y me doy cuenta que Peeta me volvió a salvar la vida, otra vez, le debo la vida y más a ese chico. Si él no hubiese llegado probablemente yo me hubiera dado cuenta cuando las cortinas estuviesen en llamas.

Entro a mi casa y recuerdo la promesa que le hice a Zara, la niña que perdió su perro en el bosque. Le prometí recuperar a su mascota. Antes de ir a la casa de Peeta iré a buscarlo, tengo un poco de tiempo.

No me cambio de ropa, el tiempo es oro y no pienso perderlo. Salgo rápido al bosque y empiezo a caminar. Lanzo una piedra para ver si hay algún movimiento, pero no pasa nada. Se me ocurre la idea de comprar comida de perro en el quemador y dejárselo como una "trampa".

Regreso con la comida y la coloco a la vista en distintos lugares, me escondo tras un arbusto y espero. Luego de unos minutos un animal negro y peludo se acerca cautelosamente a la comida, todo indica que es Scott, el perro de Zara. Me acerco tranquilamente con comida en la mano, el perro se muestra dócil y se acerca a mi sin miedo, le tomo confianza al perro y lo guio hasta la alambrada del distrito.

El perro me empieza a seguir alegremente y paso por la panadería, Peeta viene hacia mi.

--No sabía que tenías un perro.

--No, no es mio.- digo sonriendo.

--¿Y de quien es?

--Es una larga historia, te la cuento en el almuerzo.

--Claro.

Me dirijo a la casa la pequeña y toco la puerta, una señora de 40 y pocos me abre la puerta y me mira sorprendida.

--¿Usted, usted es Katniss Everdeen?

--Si- digo rápidamente.

Como la señora no puede pronunciar ni una palabra le pregunto.

--¿Esta Zara?

--¿Quien es mamá?- dice una voz lejana y dulce.

Ella se acerca a la puerta y me ve, luego lo ve a él y salta a abrazar a su perro.

--Gracias- dice la madre y la niña.

--De nada. Te lo prometí, ahora me tengo que ir.

--Esta bien, adiós- me sonríe Zara.

Me voy a la casa y veo que llego tarde a la casa de Peeta, así que me pongo algo rápido y me peino el cabello suelto.

Bajo y salgo en camino a la casa de Peeta. La puerta esta abierta, aún así toco la puerta y veo a Peeta vestido informalmente. Lo saludo y me dice que me siente a comer.

--¿Como estas, Katniss?

--Bien, es decir mejor. ¿y tu?

--También, solo lucho conmigo mismo. Hay veces que pierdo el control.

--Debe de ser por mi. Creo que, te he hago sentirte pero, mejor me voy- digo cabizbaja.

--No, tu me ayudas, cada momento que estoy contigo me doy cuenta de que todo lo que mi mente me decía cuando estaba en el capitolio es falso. Que no eres un muto, que no eres malvada, nada de eso. Por favor no te vayas.- me suplica.

--Esta bien, no me iré.- le digo abrazándolo.

No sé como pero poco a poco nuestros rostros se empiezan a juntar, luego nuestro labios, fundiendonos en un suave y hermoso beso. La naturaleza impide que nos sigamos besando, nos vimos obligados a respirar. Nos quedamos abrazados y el me dice al oído.

--Aún no me cuentas la historia del perro.- dice riendo.

--Bien.-río.- empiezo a contarle la historia.

Emprendiendo El Vuelo Del SinsajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora