Capítulo 1: El Sheraton de Montevideo

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Juliana salió apresurada del colegio, pero satisfecha. Lo que amaba de ser profesora eran las pequeñas cosas. Lograr que participaran en clase los más callados o lograr una reflexión profunda a partir de un contenido histórico. Solo con que se dieran esas cosas, se podía dar por feliz. Era un sueño hecho realidad poder estar trabajando en el colegio en donde ella misma había sido alumna. Había dejado el currículum nada más recibirse, hacía ya tres años. Suspiró un tanto abatida por el paso del tiempo.

La sensación de deja vu era suficientemente arrolladora para que necesitara sentarse. Era viernes y One direction estaba en Montevideo. Agitó el pie con impaciencia, apresurada por llegar a su destino. Todos los viernes, después del trabajo, tomaba un curso sobre Historia de la Iglesia Católica. Había pensado seriamente hacer un post grado en el exterior sobre ese tema en particular, pero mientras lograba su título de grado, el curso la satisfacía. Después de recibirse, en febrero del 2016, después de dar el examen de Historia Universal IV, Juliana entró de inmediato en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, para licenciarse en Historia. La facultad era un mundo aparte del profesorado, pero le encantaba.

Se sentó con nerviosismo en uno de los asientos del ómnibus, después de haberlo esperado unos cuantos minutos. Recordaba haber hecho ese mismo recorrido, cuatro años atrás, para ver a sus ídolos. Cerró los ojos, recordando la sensación de nervios en la boca del estómago. Había pasado mucha agua debajo del puente desde entonces. Sin embargo, no podía evitar sentir cierta ansiedad al saber que One direction estaba en la ciudad, respirando el mismo aire que ella respiraba y soportando el mismo frío. Julio en Montevideo era cruel y la rubia se cerró el abrigo, mientras metía las manos en los bolsillos.

Zayn le había asegurado que se quedarían en un hotel en la otra punta de Montevideo, en la zona de Carrasco, por lo que se bajó confiada del ómnibus y comenzó a caminar hacia el Sheraton. La sensación de ya haber vivido eso volvió con fuerza. Suspiró con alegría al recordar a Zayn. El morocho había sido su amigo más fiel desde Londres y era con el único de la banda con el que aún hablaba, además de Dan. Había estado en el momento más crítico y se mantenía fiel a ella, a pesar de los años. Juliana pensaba en ocasiones que realmente no sabría qué sería de sí misma sin la presencia de él. Sonrió, feliz de tenerlo.

Se mantenían hablando por whatsapp, pero era feliz de poder confesar que se habían vuelto a ver en unas cuantas ocasiones. El morocho había viajado al Uruguay varias veces para compartir unos pocos días juntos y, por lo que él decía, le encantaba. Puedo ser yo mismo aquí, decía una y otra vez. La ciudad no era realmente grande y pocas veces lo habían reconocido, lo cual era refrescante para el cantante. En ocasiones Perrie lo acompañaba y se reunían los tres a cenar en discretos bares del centro. Juliana esperaba por esas cenas que solían darse cada cuatro o cinco meses.

Podría sonar absurdo, pero sólo Zayn y Perrie sabían de qué había ido todo y habían estado allí para ella, a pesar de que Juliana se lo contó una y otra vez a sus propios amigos. Lo cierto es que no era lo mismo. Podía ser la apenada Juliana con ellos, porque no la juzgaban, puesto que ellos mismos habían visto qué tan honda era la fosa en la que había caído. Lucía, Pablo e Isabel siempre trataban de subirle el ánimo, y a pesar de que lo apreciaba, no era lo que necesitaba en esos momentos. Necesitaba silencio. Necesitaba comprensión. Necesitaba espacio. No los podía culpar, sin embargo. Había sido una cáscara de sí misma por seis meses, hasta que Franco apareció.

Dan había sido otra de las alegrías que le había dado el contacto con la fama. El guitarrista había viajado hacia Montevideo en unas cuantas ocasiones, también, pero con más frecuencia que Zayn. Era refrescante verlo. Todo parecía tan simple con él. Se había convertido en un muy buen amigo. Solía quedarse una semana o dos y él se encargaba de que la aprovecharan al máximo. Juliana lo llevaba a ver todos los sitios históricos y todos los lugares de entretenimientos que conocía en Montevideo, pero lo cierto es que después de dos viajes, ya no habían más lugares por ver. Vayamos al interior, propuso el inglés. De modo que, las próximas veces, alquilaron un auto y recorrieron el interior del país. Estaba segura de que Dan apreciaba muchos esos viajes, en donde era él mismo y se podía relajar, a la par que conocía preciosos paisajes. A pesar de que Uruguay no era una sofisticada ciudad europea, ni tenía vistas al Mediterráneo, era una bellísima parcela del mundo.

Esquivando se llega a One directionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora