Capítulo 6: Gracias a Luis

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Entregar aquel trabajo se había sentido como parir un hijo. Le había encantado investigar sobre las amantes de Luis XIV, ciertamente era un tema apasionante, pero igual de agotador. Apenas había dormido los últimos dos días haciéndole retoques de última hora. Sin embargo, cuando lo depositó en las manos del profesor, sintió que había hecho un buen trabajo y estaba orgullosa de sí misma. Sonrió satisfecha.

-¿Y? ¿Qué tal te fue?

El asistente de cátedra era simpático y siempre solían conversar por unos minutos cuando Juliana llegaba demasiado temprano. Era un treintañero muy versado en Inglaterra durante la época de la Revolución Gloriosa y tenía una buena conversación.

-Bien. Puede que muy bien si tú lo corriges - bromeó con una sonrisa. Habían logrado cierta camaradería.

-Sabes que no puedo hacer eso. Seguro les hecho una ojeada a todos, pero la nota la pone el señor - y cabeceó en la dirección en que se encontraba el titular de la cátedra.

-Fue interesante, pero me costó mucho elegir el tema - le respondió con sinceridad - las pautas eran muy amplias y sentía que podía tomar cualquier aspecto de la Francia del siglo XVIII. Tal vez para años venideros puedan acotarlo más. Creo que perdí mucho tiempo decidiéndome qué haría.

-Sí, ya lo sé. Le dije a Patricio que lo acotara a un reinado, pero se negó - le explicó con suavidad, casi en un susurro. Aquello sabía mucho a una confidencia - no puedo hacer mucho - agregó, levantando los hombros.

-Tal vez para la próxima - lo animó con una sonrisa, pero el hombre hizo una mueca, dudando que Patricio pudiese darle un verdadero lugar a su opinión - bueno, ya que no tenemos clase hoy, será mejor que me vaya. Así aprovecho y duermo - bromeó, agradecida de poder tener dos horas más de sueño.

De las mejores cosas que Juliana encontraba de aún vivir con sus padres, era llegar a la noche, con frío de la facultad y tener un plato de comida caliente en la mesa. Era sencillamente espectacular. No solo le demostraba el amor que le tenían, sino también la paciencia porque la esperaban para comer. Lo agradecía.

-Juli, ¿cómo te fue en la entrega de tu trabajo? - le preguntó Dan, cuando la llamó esa misma noche. Aún le quedaban unos cuantos días en el mismo huso horario y pensaban aprovecharlas.

-Bueno, solo lo entregué, así que no sabría decirte. Espero que bien - deseó - ¿y tú? ¿Cómo te trata Brasil?

-La verdad, es un gran cambio de clima, si lo comparamos con Montevideo - comentó con soltura - definitivamente tenemos que venir acá pronto, rubia.

-Me gustaría, la verdad - confesó, ligeramente ilusionada - pero no sabría decirte cuando, Dan.

-De momento yo voy a estar acá - dijo.

-Sabes que no puedo dejar a mis alumnos e irme a Brasil con un amigo, para que un caribeño me sirva una caipiriña.

-Pero sería lindo, ¿no crees?

-Aunque tengo dos semanas de vacaciones dentro de poco - soltó, dándose cuenta en ese instante.

-Tal vez podamos vernos entonces - el entusiasmo en su voz era notable y Juliana sonrió.

Sin embargo, el viaje no pudo tener lugar. En primer lugar, porque Juliana no podía eludir sus compromisos con el trabajo. Debía estar en cuatro mesas de exámenes distintas, tomándoles examen a los alumnos y no lo podía evitar. Dan quedó muy decepcionado, sobre todo porque era la primera vez que ambos podían y estaban geográficamente cerca. Quedará para la próxima, le dijo con suavidad desde el otro lado del tubo.

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