Juliana volvía a enamorarse de España. Había llegado al aeropuerto de Madrid el miércoles dieciséis de abril, para varias entrevistas con los canales locales, las radios y alguna firma de autógrafos por el lanzamiento de su libro, que, por lo que le había dicho Aurora, comenzaba teniendo buena repercusión en las librerías. Después de aquella llamada de Manuel, Juliana se obligó a llamar a la editora española. Sonaba como una mujer simpática y muy eficiente, lo que le gustó bastante. Sabía que una editora, además de ser buena en lo que hacía, debía ser simpática, de lo contrario su relación laboral se vería empañada.
Madrid en abril era precioso. La primavera estaba en su pleno auge y todo parecía indicar que su estadía sería fantástica. Ni bien salió del aeropuerto, se dirigió a la sede de la editorial, con valija y todo, urgida como estaba por hablar con Aurora. Cuando la vio, sin embargo, no era para nada lo que se esperaba. Era una señora mayor, en sus sesenta, con el cabello completamente blanco atado en un moño bajo y vestida de turquesa. Juliana esperaba alguien en sus treinta, vestida de negro y con reflejos rubios, lo que dejaba notar que su juvenil voz al teléfono despistaba.
-Buen día, cariño - la saludó con un acento muy gallego. Juliana estaba agradecida de poder hablar español todos los sábados con Rodrigo, pero era muy diferente hacerlo hasta para pedir un café o las indicaciones de una calle. Amaba eso de España - ¿cómo estuvo tu vuelo? Tenemos muchas cosas para hacer. Ven, ven, pasemos a mi oficina.
Aurora la guió a una pequeña, pero cálida y lujosa oficina con una preciosa vista a un parque.
-Ten, aquí tienes el libro - le ofreció el libro que Juliana tomó con cuidado. No había tenido la oportunidad de estar en contacto con la edición española y, por fin, tenerlo en sus manos era un sueño hecho realidad. Podía sentir la rugosidad del papel, el olor a tinta nueva, la firmeza de la encuadernación y la suavidad de la tapa. Habían cambiado ligeramente el diseño de la tapa, pero no le importaba porque todavía el espíritu del libro se reflejaba en ella - ¿almorzamos y te cuento cómo van a ser estos días? ¿Qué te parece? - la luz en sus ojos la hizo sonreír y terminó por asentir.
Los siguientes dos días fueron muy intensos. Luego del almuerzo, que había estado delicioso, Aurora la llevó a una estación de radio, donde se encontraron con Jacqueline, una de las muchachas de prensa y marketing de la editorial. Ella fue quien la estuvo acompañando a diferentes canales de televisión y radio. No era un trabajo difícil, en realidad, pero debió admitir que estaba agotada cuando volvió al hotel. Solo quería nadar en la piscina unos cuantos minutos, tomar un cóctel e irse a la cama a descansar, puesto que al día siguiente tenían otra ronda de entrevistas.
Subió hasta su habitación, sin percatarse realmente el alboroto en el clima del hotel y se puso su bikini negra con corazones blancos. Tomó una de las toallas blancas del baño, puso un sombrero en el bolso, además de sus lentes de sol y el protector solar. Se puso un vestido violeta y turquesa, tomó su celular y se dirigió hasta el ascensor. El clima de la tarde era fantástico y, aunque en realidad no hacía precisamente calor como para nadar, era la temperatura ideal para estar al aire libre. Después de unos cuantos meses en Londres, junto a su grisáceo ambiente y la niebla que todo lo cubría, España parecía el paraíso.
La zona de la piscina no estaba muy habitada, pero había suficiente gente como para que nadie la notara. Dejó su bolso en una esquina, se sacó el vestido y se zambulló en el agua con elegancia y ansiedad. El agua estaba fría, pero el frío la hacía sentir fuerte y le gustaba. Siempre le había gustado nadar, a pesar de los nervios de su madre, cuando anunció su deseo de aprender a hacerlo, y desde entonces el agua era una zona de confort y relajación, que era precisamente lo que necesitaba.
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Esquivando se llega a One direction
Fiksi PenggemarHace mucho tiempo que dejó de ser una simple fan... Fue amiga. Fue novia. Y terminó con el corazón partido. Juliana tiene que sanarse a sí misma antes de volver a enfrentarlos. Mientras tanto... los esquiva.