Capítulo 1

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- Yo ya definitivamente no se que hacer - Dijo Adela sentándose de golpe en una silla del comedor mientras llevaba sus manos a la cabeza. Ella siempre tan dramática - estoy harta de todo esto, harta de esta situación, harta de ti Alex.

- ¿Y será que no hay algo nuevo que anexar a tu discurso? - Le respondí sin muchas ganas - incluso te faltó la parte de ¿No piensas cambiar nunca? Pues ¿Sabes? No eres la única que está harta Adela, tú también me tienes harta, no sabes hacer más nada que estar metida en mi vida

- ¡Alex Goulding! - Abrió los ojos como una lechuza - ¡Soy tu madre! Tienes que respetarme y a esta casa también - puse los ojos en blanco - no es justo que te vayas desde ayer, no nos digas donde vas a estar y llegues hoy como si nada, porque sabrá Dios que habrás hecho y quien sabe con quien

- Si Adela imaginas bien, estaba teniendo sexo, pero realmente no recuerdo con quien - su boca fue formando una O - es que fueron tantos que ni idea de sus nombres, ahora iré a dormir un poco fue una noche muy agitada y ya sabes a que me refiero - solte una risa por su expresión y me dirigí a mi habitación

- No he terminado de hablar contigo jovencita - gritaba desde la cocina - No me dejes hablando sola.

Seguía escuchando a pesar de la distancia todas las maldiciones que Adela decía desde la cocina, no recuerdo muy bien cuando fue la última vez que le llamé mamá. Y si, en eso radicaba mi vida, en sermón tras sermón de Adela y Gabriel, mi padre.

Dormi plácidamente todo lo que restaba de ese caluroso Domingo. El despertarme para ir al maldito Instituto fue un total infierno, mi cabeza dolía como un demonio y todo se veía bastante desorbitado, pero aún así me las arregle para estar lista antes de que pasará el autobús, Gabriel había decidido quitarme mi motocicleta en forma de castigo por haberle robado un poco de dinero.

- tu y yo tenemos que hablar Alex - de dirigió a mi Gabriel mientras dejaba su periódico en la mesa

- Tranquilo Gabriel, tu querida esposa Adela ya me dijo todo el sermón de siempre - Me senté con mi plato lleno de cereal - No creo haberme comportado tan mal como para merecer el castigo de que tu me repitas lo mismo - me metí una cucharada de cereal a la boca - ¡Por cierto! ¿Cuando me regresaras mi motocicleta? - Abrí mi boca llena de cereal

- ¿Dónde están tus modales Alex? - Me miro asqueado

- Los regalé, tu mismo que enseñaste que si algo no se necesita había que regalarlo y bueno ya está, pero ese no es mi tema, el tema que te planteé es el de mi motocicleta

- la tendrás cuando mejores tu forma de ser - volvió a coger su periódico y tomo de su café

- ¡Mierda! Es decir que mejor me hago la idea de robarme una - volví a mi plato

- ¿Cómo que robarte una? ¿De qué estas hablando Alex? - Me miro por encima de sus anteojos

- No me dejas otra opción - Me alce de hombros

- tu no serías capaz - sentenció mientras me miraba expectante por mi respuesta

- ¿Quieres apostar Gabriel? - Lo rete mientras lo miraba con un ceja levantada. Depronto esa voz inundó todo el comedor

- ¡Alex! - escuché ese gritico acercándose a mi - Tengo uniforme nuevo - Dijo mirándose su uniforme de Jardín mi pequeño hermano All

- Esta hermoso - Lo cargue en mis piernas - que envidia All, yo no uso uniforme y por eso me veo fea, pero tu estas hermoso con ese uniforme

- porque tu ropa siempre está oscura - Me miro arrugando sus cejitas - No tiene color ¿Por que?

- Es por qué a Alex le gusta mucho no tener ni un poquito de color - le apreté su pequeña nariz

Al Final Del TúnelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora