Renacer

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 Y aquí estaba nuevamente en la cafetería, realmente me gustaba Forks, era un pueblo pequeño, así que el más mínimo acontecimiento era una bomba, el día de hoy todo giraba en torno a Isabella Swan, la hija del jefe de policía que se mudaba al pueblo y hacía que todos quisieran conocerla

Hacía tiempo que yo había dejado de ser primicia, aunque eso no implicaba que desapareciera de las conversaciones de los estudiantes, una hermosa rubia de melena platinada de rasgos cincelados y nariz larga con extraños ojos dorados, de figura más bien delgada y estatura promedio, parecía una típica porrista o modelo. Jessica le decía a la nueva que yo era la única hija biológica del doctor y su esposa, y que era todo un escándalo, puesto que me habían tenido a muy corta edad, para luego adoptar a mis raros hermanos que se encontraban emparejados entre sí, pero que claramente no se podía negar mi parecido con ellos y con mis padres, puesto que nuestras pálida tez era difícil de disimular. Me encantaba pensarme a mí misma como parte de esta maravillosa familia, pero mis inicios no habían sido sencillos, mi vida había sido dura y no podía olvidarlo. Nací en NewYork a finales de los 60's, mi madre falleció en el parto y mi padre me culpo por ello, por lo que mi vida se vio plagada de borracheras de mi padre en las que su pera de boxeo favorita era yo, mi único refugio era la lectura, por lo que en la escuela era vista como una chica rara y no tenía amigos.

Recuerdo a la perfección la primera vez que lo vi, mi padre, había tenido que acudir al hospital luego de una terrible paliza que Hank me había propinado, el doctor Cullen no se creyó mi tonta escusa de haberme caído, pero no importo, puesto que no pregunto más de lo necesario, simplemente me curo las heridas mientras charlábamos de su familia, su esposa y sus tres hijos adoptivos, los cuales desde ese momento, incluso sin conocerles se volvieron en mi fuente de envidia de la buena, eran tan afortunados de tenerlo como padre, imaginaba a su esposa, debía de ser una persona sumamente dulce para que él hablara así de ella, Esme, el doctor me conto como su esposa había perdido un bebé y su deseo de ser madre era inmenso aunque le era imposible embarazarse, y en mi interior solo podía pensar en lo mucho que me gustaría conocerla.

El tiempo pasaba, no recuerdo si fueron semanas o meses, pero mis visitas al doctor eran cada vez más frecuentes y con heridas de mayor gravedad, podía ver su preocupación cada vez que me atendía, hasta que me invito a su casa a conocer a su familia. Mi emoción era inmensa, me vestí con lo mejor que tenía, que he de admitir no se podía si quiera comparar con lo peor en mi closet actual organizado por Alice, y mucho menos con lo que visto en este momento, pero ese día estaba radiante debido a mi felicidad, iba conocer a la familia de aquel que había sido lo más cercano a una figura paterna en mi vida.

En mi visita a la casa de los Cullen no pude estar más feliz, Emmeth, Rose y Edward fueron increíblemente amables y Esme, oh cielos me enamore de ella desde el primer momento, me parecía todo lo que una mamá debía ser aunque no estaba segura de eso, la casa era bellísima, limpia y ordenada, como se supone debía ser un hogar, sin comparación alguna con el desastroso departamento en el que vivía con Hank, en el que por más que me esforzara por mantener limpio era imposible; salí de su casa super feliz y no esperaba ni remotamente lo que me esperaba en la mía, Hank estaba más ebrio que nunca y vuelto una fiera por mi atrevimiento a visitar la casa del doctor y su familia, esa noche recibí la mayor paliza de mi vida, con cada golpe o patada que recibía solo podía pensar en que lo mejor sería morir y de esa forma el dolor terminara, me dolía cada centímetro del cuerpo y apenas me era posible respirar, Hank me golpeo hasta cansarse y se fue a dormir. No sé de dónde salieron las fuerzas, pero tenía que salir de ahí, no tome nada solo escape, estaba sangrando mucho y me costaba moverme por lo que tarde un poco en llegar, cuando toque la puerta de los Cullen apenas podía moverme, Edward me cargo hasta el interior, todos gritaban bastante asustados me acostaron en una mesa y todos salieron dejándome a solas con el doctor, que me dijo que mis heridas eran bastante graves pero que me iba a salvar, que mi vida tendría un cambio drástico pero positivo, se acercó a mi cuello y me mordió, a partir de ahí el dolor me domino, todo se oscureció.

Desperté sintiendo que el dolor había desaparecido, sintiéndome fuerte por primera vez en mucho tiempo, cuando abrí los ojos fue sorprendente, todos mis sentidos se habían agudizado, mi piel estaba más pálida de lo usual y al mirarme un espejo fue impactante ver la hermosa chica que me devolvía la mirada, en ese momento entraron Esme y Carlisle, me explicaron que mi heridas eran tan graves que me esperaba una muerte segura, y que habían tomado la decisión como familia de salvarme, de transformarme en un vampiro, hablaban con cautela, temiendo que en cualquier momento estallara en gritos, aunque curiosamente la transformación y los vampiros eran lo que menos me interesaba, quería saber que pasaría conmigo. Ante mi buen comportamiento Carlisle continuó, diciéndome que ellos cuidarían de mí, no podía creer lo que decían hasta que Carlisle me miro con una ternura que nunca antes había visto, tomo a su esposa de la mano y ambos tomaron la mía, sentía una gran felicidad, y cuando ellos me preguntaron si estaba de acuerdo en formar parte de su familia, que si quería ser su nueva hija, explote de la emoción y los abrace, haciéndoles daño, en ese momento no sabía nada sobre mi nuevo estado, y mi fuerza era algo completamente nuevo.

Pasaron varios días para que me acostumbrara a mi nueva yo, mis ojos habían pasado del acostumbrado azul claro a un terrible rojo, era increíblemente fuerte y hermosa, a lo que me acostumbre rápidamente fue a llamarles papá y mamá a mis nuevos padres, mi simpatía con mis nuevos hermanos se dio de manera rápida, principalmente con los chicos, aunque era difícil acostumbrarse a Edward escuchando tus pensamientos todo el tiempo. Mis poderes salieron a relucir de manera inesperada, Emmeth se empeñaba en probar su fuerza contra mí, algo a lo que yo me negaba, ya había tenido suficiente violencia en mi primera vida, por lo que incluso me negué a vengarme de Hank, sabía que tarde o temprano alguien lo encontraría muerto en una borrachera. Carlisle se encontraba anonadado con mi tranquilidad y mi poco deseo por la sangre humana, no tuve problemas para alimentarme de animales, caso inusual en los neófitos, creo que estaba tan feliz de tener una familia que todo se concentraba en eso.

Una noche estaba sentada tranquilamente en la sala de estar de la que hacía pocos días podía llamar mi casa, cuando Emmeth trato de atacarme por la espalda, la reacción fue terrorífica, unos extraños rayos salieron de mi manos y parecieron electrocutarlo, jamás lastimaría a Emmeth, había sido un accidente pero ahora todos sabían que había algo más en mí, papá me explico dulcemente que muchos vampiros manifiestan poderes después de su transformación, como Edward, su teoría era que había sido increíblemente abusada en mi otra vida, de manera que ahora tenía algún tipo de protección y con el tiempo lograría controlarlo. Mi desaparición no fue notoria, y yo cada vez me sentía mejor y más fuerte, mis ojos se habían tornado dorados y por fin tenía una familia, talvez no era la típica familia americana, pero no podía describir el amor que sentía por ellos, principalmente mis padres, creo que poco a poco me había convertido en una mimada.

Después de los años aquí estaba viviendo en Forks, donde podía salir de día, ir a la escuela y socializar, aún era vista como rara, pero ya no estaba sola, tenía una familia, conocía personas y ahora la chica nueva me parecía un tanto tierna, admirando de lejos a mi hermano, precisamente a Edward que consideraba que el planeta entero era inferior a él. Forks era un pueblo pequeño y simple, todo en mí estaba fuera de lugar en esta escuela, pero me gustaba, me sentía en casa y debo admitir q me gustaba la forma en la que los chicos de la escuela me miraban, aunque casi ninguno se atrevía a hablar con la mimada hija del doctor que era protegida por sus tres enormes hermanos, mi vida era nueva y amaba tanto a mis padres por regalarme este renacer.

La menor de los CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora