Capítulo 2

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-¿Perdona? Eres un desgraciado- exclamé. Toda la rabia que me entró después de nuestra pelea en los baños aquella tarde volvió a surgir, y se juntó con la mala leche que había acumulado hablando con Nick-. No tienes derecho a dirigirme la palabra después de cómo me has tratado.

-¿Ah no?

-No. Parece más bien que te criaste entre monos en vez de en una familia que te enseñara modales- continué-. Y también que te enseñaran cómo vestir, que pareces un vagabundo sin camiseta. ¿Quieres saber qué tipo de vestimenta te sentaría mejor? Una bolsa que te cubriera de pies a cabeza, aborto de mono. Me das pena.

Todos se callaron. La tensión se palpaba en el ambiente. ¿Tan buenas habían sido mis palabras que habían dejado sin habla a todo el grupo? Sobre todo a él. Vaya... me sentía orgullosa.

-Sigues siendo una niñata de mierda arrogante, pero ¿ahora vas a negar que me la viste esta mañana en los baños de la gasolinera?- todos sus amigos empezaron a silbar y a reírse. Estaban haciendo ruidos ofensivos. El chico sonrió orgulloso ante el doble sentido de sus palabras. Yo no podía estar más avergonzada y más enfadada. No iba a permitir que la gente pensara esas cosas de mí.

-No es lo que parece- fue lo único que me salió decir. Estaba tan enfadada que no sabía cómo contestar.

-A mí lo que me parece es que eres una cualquiera- dijo el chico que se había acercado a mí con anterioridad, intentando provocarme más.

-¡Ni se te ocurra decir eso de ella!- me sorprendí ante la intervención de Nick. Se puso delante de mí y empujó delicadamente al chico hacia atrás. Suspiré aliviada al notar algo de apoyo por su parte pero rápidamente se desvaneció. Nick no tenía que haber entrado en la pelea. Era alguien fácil de intimidar y más por unos macarras como éstos. Sí, podría insultarlos a sus espaldas pero a la hora de decirles las cosas a la cara no se atrevía.

-¿Quieres que te parta la cara, niño pijo?- el chico agarró del cuello de la camisa a Nick y le acercó uno de sus puños a la cara. Un pequeño grito se escapó de mi garganta, pensando que iba a pegarle.

-¡Cole! Déjale en paz- el chico que se había estado mofando de mí por nuestro encuentro en la gasolinera trató de pararle.- No vale la pena meterte en una pelea con él y que llamen a la policía. Sabes que no te puedes permitir eso.

-Joder, Louis ¡deja de decir lo que tengo que hacer! ¡Métete en tus putos asuntos!- le gritó, sin dejar de agarrarle el cuello a Nick.

-¿Qué pasa aquí?- los dos seguratas que cuidaban las puertas de la discoteca se acercaron al tal Cole y éste, instintivamente, soltó a Nick. Habíamos montado una escena en medio de la calle y todo el mundo nos miraba.

-Nada- contestó el chico, sin rastro de nerviosismo.

-Ya veo... vosotros dos no entráis- sentenció uno de los guardias señalando a Cole y al tal Louis, era los dos que estaban más adelantados. Éste último mostró una cara de fastidio y le echó una mirada fulminante a Cole- vosotros tres. Pasad- nos ordenó. Sin dudarlo entramos rápidamente al local y la música invadió nuestros pensamientos.

¿Qué acababa de pasar ahí fuera? Los tres estábamos en medio del pasillo de entrada, aún en shock.

-Nick, ¿estás bien?- preguntó Ashley a su hermano. Fue la primera de nosotros en reaccionar. Él murmuró una especie de sí, o eso me pareció entender.

-¿Qué le pasa a esa gente? ¿Están locos o qué?- exclamé, a punto de perder los nervios. Del shock pasé al cabreo.- ¿Cómo se atreven a tocarte?- exclamé cogiendo suavemente de la cara a Nick para ver si tenía algún daño externo en el cuello.- ¿Quién se creen?- seguí gritando. Total, la música estaba muy alta, nadie me escuchaba.

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