Capítulo 5

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-Vamos, señoritas, ¡arriba!

La luz me golpeó de pleno en la cara. Apreté los ojos con fuerza, acostumbrados a la oscuridad. Abrí uno con cuidado y vi a Katherine levantando la persiana, sin ningún tipo de anestesia antes.

-Pero ¿qué hora es?- la voz de Ashley hacía pensar que todavía estaba más dormida que despierta.

-Las ocho. Ya os avisamos ayer que os levantaríais pronto.

-Esto es muy injusto, Katherine- musité en un murmullo apenas audible. Me fastidiaba que me levantaran pronto porque tenía un mal despertar y la situación empeoraba si encima me trataban como si hubiera hecho algo malo.

-Trish, no rechistes y levántate que tu madre ya está abajo y tenéis que volver al hotel.

Después de tanto tiempo, Katherine me trataba como a una hija, aún más después de haber salido con su hijo, y a mí eso me encantaba. Siempre me había hecho sentir como en casa, pero en esos momentos ya tenía bastante infierno con soportar a mi madre enfadada, no necesitaba dos.

Quité la almohada de debajo de mí y con ella me tapé la cara. Solté un pequeño gruñido en señal de frustración y después me libré de las sábanas. Enfurruñada, me dirigí al baño. Hice pis, me hice una coleta y me lavé la cara, eliminando la grasa que se había acumulado durante la noche. Aún de mal humor bajé a desayunar. Allí me encontré con mi madre, Nick y Anthony, que ya estaban desayunando.

-Buenos días- saludó Nick al verme entrar.

-No sé qué tienen de buenos- mascullé entre dientes.

-Vaya, alguien se ha levantado con el pie izquierdo...- murmuró.

-Claro, como a ti te gusta madrugar- comenté con ironía.

-Trish, deja de discutir y desayuna. No tenemos todo el día- me ordenó mi madre. La fulminé con la mirada y me acerqué a coger una manzana de la bandeja, mientras Anthony me servía un poco de té. Al rato apareció Ashley con sus pelos de loca habituales. Desayunamos en silencio escuchando la conversación de los adultos.

*

-Nos vemos en un rato- mi madre se despidió de Katherine cuando salimos por la puerta.

Íbamos a ir al hotel para recoger mis maletas. Después las llevaríamos al piso que mi madre y la de Ashley nos habían comprado. Era la primera vez que iba a verlo y estaba impaciente por ver cómo era. De camino al hotel mi madre sacó el tema de la discoteca, volviendo a mostrarse fría y poco comprensible.

-Estás un poco pesada con el tema, ¿no crees? No puedo deshacer lo que está hecho. Lo siento- sentencié firmemente. Ella pareció zanjarlo.

El trayecto hasta llegar al hotel fue silencioso y un poco incómodo. Subimos a la habitación y cogimos las maletas.

-¿No te dejas nada?- preguntó ella mirando por el resto de la habitación.

-No- respondí con seguridad.

-¿Estás segura?- repitió.

-¡Que sí!

-¿Y esto?- tenía el cargador del móvil en la mano. Juraría que lo había cogido. Se lo arrebaté de las manos con rabia y lo guardé en el bolso-. Te recuerdo que tu móvil sigue sin batería.

-Cuando estemos en el apartamento lo enchufo- prometí.

Bajamos a la recepción del hotel y dejé la tarjeta de la habitación. La recepcionista me despidió con una amable sonrisa y nos fuimos. Al dirigirnos hacia mi nueva vivienda, mi madre me iba enseñando los lugares más carismáticos de Cambridge.

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