Capítulo 12

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-Zayn- le reclamé. Él me puso ojos de cachorrito, pero me negué a que eso me convenciera-. No puedes hacerme esto- le sonó el móvil y rápidamente lo cogió.

-Ya voy...- fue lo único que dijo antes de colgar y dirigirse de nuevo a mí-. Lo siento, de verdad, pero tengo que irme.

Y como si nada, se fue corriendo por la calle. Le perdí de vista cuando giró una esquina. Lo que más me fastidiaba de esto no era el hecho de quedarme con este maleducado, sino que parecía un títere. Parecía una carta que pasaba por las manos de cientos de carteros hasta llegar a su destino. Me dieron un golpecito en el hombro y me giré para encarar a Louis.

-Por fin se ha ido- murmuró con una media sonrisa.

-¿Te parece divertido?- murmuré seria.

-No- se agachó para tenerme cara a cara-. Más bien me aborrece- susurró y noté como su aliento chocaba contra mi rostro conforme hablaba. Era raro, pero su olía a fresa. Me separé de él al ver qué no planeaba moverse.

-¿Por qué estás aquí?

-Porque Malik es mi amigo. Solo por eso le hago este favor, no te creas que lo hago por ti- ya volvía esa actitud de arrogante. Desde aquella noche en la discoteca siempre se mostraba igual de frío.

-No hace falta que le hagas ningún favor- le respondí, intentando ser tan fría como lo estaba siendo él-. Me puedo ir yo sola a casa- me giré pero Louis me cogió la muñeca con fuerza, provocando que volviera a quedarme cara a cara con él.

-Vas a venir conmigo porque le he dado mi palabra a Malik de que te llevaría de vuelta y si hay una cosa que hago siempre es cumplir mi palabra- esta vez estaba muy serio. No había ni pizca de humor en su tono de voz. Me dio un escalofrío. No le pedía que fuera amable conmigo, pero no tenía por qué tratarme de esta forma tan desagradable.

-Está bien- murmuré lentamente.

Él me echó una última mirada. Nunca me imaginé que unos ojos azules, tan claros como los suyos, pudieran ocultar tanta oscuridad. Cada vez que fijaba su vista en mí era como si su mirada me traspasara, como si se fijara en cada pequeño movimiento que hacía para descubrir lo que pensaba. En cambio yo, cuando intentaba hacer lo mismo con él, no conseguía nada. Solo veía una mirada profunda, como un mar. Un mar oscuro, en el que el horizonte está demasiado cerca y no me dejaba ver más allá; no me dejaba llegar a ver la plenitud de ese mar, no me dejaba ver sus sentimientos.

-Me haces daño- susurré.

Tal vez no se había dado cuenta, pero su agarre era muy fuerte y me estaba empezando a frenar la circulación. Él lo notó y por un momento me pareció captar un sentimiento en su rostro cuando sus cejas se relajaron y me soltó la muñeca, pero tan rápido como vino se esfumó. Él empezó a andar. Yo le seguí por detrás. Me sentía como un perro persiguiendo a su amo. Caminamos unos escasos cincuenta metros para pararnos delante de su moto.

-Yo no me pienso montar ahí- le avisé. Negué con la cabeza para que quedara claro que no me iba a subir. Louis pareció no entenderme porque me ofreció un casco-. Te he dicho que yo ahí no me monto- le repetí pero él siguió preparando la moto para montarnos en ella.

-¿Es que ahora no te fías de mí?- me preguntó un tanto molesto. Yo volví a negar.

-No me gustan las motos- declaré.

-Ya te has montado una vez. No entiendo por qué ahora no puedes hacerlo.

La última vez no contaba. Estaba en shock psicológicamente y fue una excepción porque no tenía otra alternativa para volver a casa. No sabía lo que hacía, pero ahora tenía la cabeza en su sitio y pensaba con claridad.

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