Capítulo 23

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A las cinco Zayn se presentó en la puerta de mi casa. Ashley se había ido para dejarnos solos con la excusa de que había quedado con una compañera para estudiar, pero la conocía lo suficientemente bien como para saber que lo había hecho intencionadamente. Agradecí el gesto aunque tampoco me importaba que se quedara. No tenía nada que esconder. Fui corriendo a abrir la puerta.

-¡Hola!- entró y lo primero que hizo fue darme un abrazo. ¿Cómo estás?

El fuerte olor a colonia de su ropa me hizo separarme rápidamente de él. Seguía mareada y cualquier olor fuerte me seguía produciendo náuseas.

-Genial, ¿no me ves?

-O sea, que mal- se rió dejando mostrar esos perfectos dientes.

-¿Qué película has traído?- cerré la puerta y nos dirigimos hacia el salón.

-Ninguna. Quería que la eligieras tú.

-Pues yo no tengo muchas películas aquí- miré en una de las baldas de la estantería, dónde habíamos colocado las películas, los libros y los discos-. Las que tengo están en mi casa de Nottingham. La mayoría de las que hay aquí son de Ashley, es una fanática del cine.

-Alguna buena habrá entre todas ellas, ¿no crees?- se acercó y se quedó detrás de mí. Notaba su respiración sobre mi cuello al mismo tiempo que miraba el título de las películas.

-Sí, pero no creo que te gusten.

Lo único que tenía Ashley eran películas románticas: El Diario de Noa, Crepúsculo, Titanic...

-¿Acaso hemos hablado alguna vez sobre películas? ¿Cómo sabes lo que me gusta y lo que no?

Me giré y me sobresalté por su proximidad. Él tenía esa expresión de pícaro en su rostro que me indicaba lo mucho que le gustaba este juego.

-Eres un chico. Eres predecible- sentencié con una pequeña sonrisa divertida.

-¡Eso me ofende!-exclamó con una expresión que lo que menos transmitía era ofensa.

-Pero es un hecho. Todos los chicos sois predecibles. En unos aspectos más que en otros pero, al fin y al cabo, predecib...

No me dejó acabar porque agachó su cabeza y me besó. Tardé en reaccionar pero cuando fui consciente de lo que estaba ocurriendo le correspondí. Sus labios se movían tiernamente sincronizados con los míos, con ese punto de picardía. Se separó y me miró sonriendo. Yo aún estaba un poco en shock por su gesto.

-¿Qué? ¿Eso también ha sido predecible? Porque, por el tiempo que has tardado en devolverme el beso, me haces pensar no. O eso o no querías besarme y solo me has correspondido por pena, pero quiero pensar que ha sido por lo primero- sonrió orgulloso de su observación. Yo me sonrojé. Definitivamente, había sido por lo primero.

-Vale, retiro lo dicho. Eres menos predecible que el resto de la población masculina.

-Sentémonos porque me estoy mareando. No puedo estar tanto tiempo de pie.

-¡Qué exagerado! ¿Y has venido en moto en este estado?

Pregunté más preocupada que sorprendida. No debía conducir si no se sentía en condiciones. Podría tener un accidente y yo me sentiría la culpable de todo por haberle hecho venir hasta aquí.

-No. Me ha traído Louis. Tenía que venir al taller.

Al decir ese nombre se hizo un silencio sepulcral en la habitación, más por mi parte que por la suya. Pata él estaba todo bien, no había ningún problema, pero yo me sentía como si le hubiera engañado. Técnicamente, no lo había hecho pero, la verdad era que no sabía qué éramos.

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