La noche del cazador. Parte II

126 26 9
                                    

-Y bien ¿cuál es el plan?-

Ozz y Jac llevaban ya un rato hablando en el pasillo, justo fuera de la habitación, pero lo bastante bajo como para que nadie pudiera escucharlos y aunque Cyan comprendía la necesidad de mantener la discreción para no asustar aún más a los peregrinos, en caso de que hubiera malas noticias, al menos quería entender cualquier decisión que aquellos dos tomaran.

-Has peleado bien- la joven elvian, tal vez dos o tres años más joven que Cyan, clavó su intensa mirada en la rubia.

-Gracias. Ustedes también- la hermosa guerrera había visto demasiado para que los ojos de diferente color de la cazadora le llamaran la atención o para sentirse amedrentada por su penetrante mirada -pero también me interesa saber cómo vamos a salir de aquí-

Con un suspiro, ErroTaih-jac se dejó caer en el suelo de madera, el cual emitió un sonoro rechinido ante el peso del macizo älv, cuyo nombre, adoptado de la lengua aelf se traducía literalmente como "perro de presa", más un apodo que un nombre. No obstante, eso era lo menos extraño en el soldado y, de hecho, lo primero que saltaba a la vista, incluso más que su rapada cabeza, era la ausencia de una fä a su lado.

Las hermosas criaturitas aladas, parientes malignas de las fatas, eran compañeras inseparables de todo älv desde el nacimiento hasta la tumba, al grado que separarlos, de cualquier forma, equivalía a matarlos a ambos; aun así, el esbelto pero muy musculoso cazador parecía no tener una "meiht" (consorte en saxlish) y sólo los dioses sabrían por qué o cómo era aquello posible.

-Tenemos que cruzar el río- dijo Jac enfocando sus ojos púrpura en los azules de Cyan.

-¿Y así estaremos a salvo?- como plan, a la rubia le pareció bastante estúpido, aunque no conocía muy bien a aquellos "loupohz", nada de lo que había escuchado de ellos sugería que el agua constituyera alguna clase de defensa contra las sanguinarias bestias.

-Tal vez- Jac se encogió de hombros, mientras Cyan le arrojaba una mirada de claro disgusto ante la escueta respuesta.

-La ruta de caza de los "garra blanca" pasa por aquí, pero el camino de los "cola atigrada" sigue la otra margen del río por varios kilómetros- explicó Ozz sin dejar de atisbar el ambiente, atenta al menor sonido, incluso a aquellos que ni Cyan ni Jac alcanzaban a oir -y las manadas nunca cruzan las rutas migratorias de otras, al menos no en circunstancias normales, de modo que los "garras" no nos seguirían y si los "colas" no están cerca...-

-¿Y cómo piensan llegar al río?- el zenderanto adquiría un matiz demasiado solemne con la gutural pronunciación de las vocales en el lenguaje zndaor y eso, aunado a la imponente presencia de Hwvart hijo de Vrète, flanqueado por su hijo mayor, Dhoron, hizo que la pregunta sonara verdaderamente ineludible, incluso para Jac.

-Hay un túnel. En la parte de atrás, bajo el corral- el älv hizo un vago gesto con la cabeza en la dirección aproximada en que se encontraba la meta a través de la maraña de pasadizos y corredores que formaba cualquier alcázar thuarf -sale de la fortaleza y nos dejaría como a dos furlng's del Ahnydr-ýo-

-¡Estás demente, älv! ¡Nunca llegaremos tan lejos! ¡No con esas cosas merodeando por ahí! ¡Mi maestro nunca habría aceptado este ridículo "plan"!-

Aunque el desprecio del aprendiz ARaman era más que evidente en su voz, no por ello dejaba de tener razón; dos furlng's, en el sistema älv, equivalían a 400 metros (aproximadamente) y eran 400 metros más de los que Cyan quería recorrer al descubierto y con una manada de loupohz pisándoles los talones.

Además, todavía quedaba el detalle de alcanzar el dichoso túnel, las fortificaciones thuarf estaban diseñadas para que cualquiera no familiarizado con ellas se perdiera en las vueltas, revueltas y recovecos de sus pasillos, zotehuelas y andadores, no obstante, para los loupohz aquello no representaba ningún obstáculo, ni siquiera una molestia menor. La agilidad y velocidad de aquellas malévolas mezclas de humano y lobo les habían ayudado a saltar por encima de los sólidos techos del alcázar hasta alcanzar los espacios abiertos y los puntos débiles de los tejados, haciendo irrelevante el intrincado diseño de la construcción.

-Tu maestro ya no está, cachorro, y agradece que no es luna llena, porque no tenemos opción- sentenció Jac sin siquiera voltear a ver al joven eelph.

Esta vez, el penetrante aullido se escuchó apenas a unos metros, justo del otro lado del elevado muro de la fortaleza.

-Se están reuniendo- levantando un dedo para exigir silencio, Ozz aguzó el oído -y creo que es "la jauría" completa-

Los peregrinos zndaoru se encogieron de temor, algunos recitaron unas cuantas de las oraciones al MHagg e incluso Hwvart se aferró a su gran klayve, cómo si con ello pudiera mantener a raya a los horrores que habían empezado a cercarlos.

Casi sin darse cuenta, Cyan se acercó al grupo de centauros y abrazó a la pequeña Wlrikka, cuyos desorbitados ojos eran vivo testimonio del terror que no le había dado tregua prácticamente desde que se habían acercado a EttonyhTattze-rohp.

Aunque un viaje desde D-ztopýa hasta UHrb ZAmarggduç era peligroso, los peregrinos se habían conservado a salvo al mantenerse lo más alejados posible tanto del "Bosque de la Noche Eterna" como del peligroso territorio de Haedysion, y aunque ello había significado dos largos y extenuantes rodeos, habían llegado a su destino sanos y salvos.

De regreso, el grupo, al que se habían integrado varios humanos de las Planicies Interminables, se aseguró la custodia de una pequeña tropa de cavaleri, caballeros andantes eelphen quienes consagran sus vidas a proteger a los fieles al MHagg en los peligrosos caminos de Phantasya durante sus viajes de adoración.

La presencia de los monjes guerreros hizo a los peregrinos sentirse mucho más tranquilos, incluso cuando se enteraron de que sus protectores, en la arrogancia a la que ellos llamaban "fe", planeaban bordear el linde de EttonyhTattze-rohp, con todos los riesgos que aquello implicaba.

Ahora, con una manada deloupohz justo a la puerta de su improvisado refugio y con el último de loscavaleri muertos, los peregrinos sólo podían rezar por escapar de la trampamortal en que se había convertido el último error del finado caballero eelphen.

Phantasya. El camino de CyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora