Sombras de dolor y venganza. Parte II

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Fue como ser aplastada repentinamente por un gigantesco puño.

La que antes había sido una levísima sensación que apenas se alcanzaba a percibir tras el telón de sus propios pensamientos, se convirtió, en una fracción de segundo, en un sentimiento asfixiante que la obligó a reaccionar más rápido de lo que jamás lo había hecho.

La oscura centella se desprendió de las sombras que inundaban el interior de la cañada, ávida de todo el dolor y sufrimiento que era capaz de causar y los cuales necesitaba tanto o más de lo que un pez necesita el agua para existir.

Un parpadeo fue suficiente para que la diabólica criaturita alada alcanzara a las dos chicas, sin embargo, Cyan necesitaba la mitad de eso para desenvainar su espada. Los maestros orukoi le llaman "Ia-itryq", el arte del desenvaine rápido, una habilidad que le había salvado la vida en más de una ocasión. Como ahora.

La zim i-tana zumbó al hendir el aire antes de alcanzar al perverso ente en pleno vuelo y, casi al instante, la rubia percibió el "canto" de su espada al absorber la magia de la fä, que yacía en el piso cortada a la mitad, mientras de su cuerpo mutilado surgían tenues hilillos del oscuro vapor que hacía las veces de sangre en aquellos seres, parientes perversos de las benignas fatas.

No bien la diminuta hada hubo caído, de entre las sombras dentro de la cañada surgió un grito inhumano que rasgó el aire, al tiempo que una alta figura se precipitaba sobre la joven guerrera, quien, más rápido todavía, arrojó a un lado a la pequeña Hara-pa y azuzó al caballo para que se alejara de la inminente batalla.

Cinco segundos después, el casi gigantesco D'lta ya estaba soltando un poderoso "daunc't" (tajo descendente) sobre la cabeza de Cyan, quien por un milagro de coordinación y velocidad alcanzó a atajar el golpe con una defensa alta y aunque la potencia y ferocidad del mandoble casi la arrojaban al suelo, la habilidad del coral-cuarzo de su zim i-tana para absorber la magia logró neutralizar el hechizo que, de otro modo, habría cortado el arma, abriéndose paso hasta su cabeza.

El odio y la ira que impulsaban al soldado ante la muerte de su meiht se tradujeron, por virtud de la zim i-tana al absorber la magia de la k'pesh, en un canto de dolor y pesar en la mente de Cyan, quien no pudo evitar sentir pena por la pérdida del älv, quien, sin embargo, no se detendría ante nada hasta vengar la muerte de su consorte.

No obstante, esa misma furia lo volvió descuidado y mientras la rubia notaba a la distancia el movimiento de otros dos enemigos saliendo de la cañada, el D'lta había recuperado el control de su espada y estaba lanzando una serie de ataques que habrían podido cortar en dos cualquiera de las poderosas sequoias que los rodeaban.

Por fortuna, la espada de Cyan volvía irrelevante la magia imbuida en la k'pesh por los forjadores älv y devolvía la pelea a una contienda de habilidades, terreno en el cual, la hermosa guerrera tenía una amplia ventaja, incluso sobre alguien tan bien entrenado como aquel soldado.

Un "raiht hk" (corte envolvente desde la derecha) del D'lta fue detenido por un "ala de cuervo" de Cyan, quien contraatacó con un "halcón ascendente". La rubia conocía de memoria las armaduras älv y aunque aquella era un modelo relativamente reciente, su diseño básico no había cambiado casi nada, de modo que no le fue difícil encontrar el hueco exacto donde su ta an-biyá (espada corta) perforó profundamente el costado de su oponente, quien, en medio de su ira, había dejado atrás el poderoso escudo a'spish que habría nivelado la balanza e incluso podría haberla inclinado ligeramente a su favor.

Cyan había ido retrocediendo, no en un movimiento defensivo, sino en busca de una mejor posición táctica para enfrentar a tres rivales (cinco si se contaba a las meiht de los otros dos älv) que pertenecían a la fuerza militar más mortífera que Phantasya jamás hubiera conocido.

Phantasya. El camino de CyanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora