Phantasya. El camino de Cyan

Ecos de mundos lejanos. Parte III

Con cierta timidez al principio, pero con más intensidad en unos cuantos segundos, la pálida luz nacarada comenzó a iluminar aquel nuevo recinto al que su anfitrión la había guiado una vez terminada la deliciosa merienda.

Conforme el lente de coral-cuarzo en las manos de Garagán Tu-Han brillaba con más fuerza, los relieves que, en un principio, a Cyan le habían parecido meramente decorativos, comenzaron a adquirir formas más definidas: personas, casas, animales, plantas, árboles, palacios, templos y, ante los maravillados ojos de la rubia, aquellas imágenes pronto comenzaron a interactuar y a formar escenas que, aunque no lo hacían, parecían moverse por sí mismas.

-Durante milenios, los syclopoon fuimos un pueblo próspero, devotos de la ciencia y la filosofía, y dedicados por completo al estudio de los diversos aspectos de la naturaleza y la forma en que interactúan entre sí y con las razas sensibles-

La grave voz del cíclope inundó con gentileza el espacio y, de alguna forma, logró que las escenas no solo parecieran moverse ante su incrédula mirada, sino que parecieron cobrar vida propia.

-Sin embargo, luego de varios siglos de detallada observación de nuestro propio continente, decidimos, en medio de la ambición que todavía confundíamos con "curiosidad", que ya sabíamos lo suficiente de este lugar y volvimos nuestra mirada más allá de las barreras que protegen, o protegían, Phantasya y, más tarde, incluso más allá de las fronteras de esta realidad-

Conforme hablaba, Garagán guiaba a la hermosa guerrera a lo largo de la curvada pared de uno de los recintos exteriores del Observatorio, uno de los últimos que su pueblo había construido, según le explicaría más tarde.

-Gracias a lugares como éste, planos incontables se abrieron ante nuestros ojos. Lugares tan increíbles como lejanos; hermosos algunos, aterradores otros más, sin embargo, todos tan extremadamente diferentes de nuestro universo que era imposible llegar a entenderlos más que superficialmente-

Solo gracias a la educación que Meshtre Yazzeff le había impartido era que Cyan lograba entender, si bien de forma somera, todo aquello que Garagán le explicaba y, dejando la pared por un momento, éste la llevó hasta una ancha columna de cuadrada silueta cuyos relieves pronto saltaron a la vida bajo la luz de la lente, tan grande como una de las manos de la joven, pero que lucía diminuta entre las enormes manazas del cíclope.

-Por fin, un día, uno de nuestros exploradores dio con un plano muy parecido al nuestro y, ya fuera por azar o por destino, llegó a un mundo que, a lo lejos, lucía muy parecido a Phantasya; sin embargo, conforme nos acercamos, las enormes diferencias comenzaron a saltar a la vista y lo que vimos maravilló nuestras mentes y, con el tiempo, sedujo nuestros corazones-

-¡Oh, Cyan!- un profundo suspiro escapó del pecho del cíclope -¡Si tan solo lo hubieras visto! Lo que tú viste fue un mero atisbo de las maravillas que nosotros contemplamos: ciudades enormes, ante las cuales incluso Avalouhn o UHrb ZAmarggduç parecerían caseríos insignificantes; edificios de cristal y acero cientos de veces más altos que los más altos árboles de Dao Sh'atei, coliseos tan enormes y maravillosos que podrían albergar sin problemas a la población entera de Thrauumlänt y templos y palacios tan hermosos que harían palidecer de envidia a la mismísima Âmaor-iod-

De un momento a otro, las imágenes de todo aquello que Garagán describía parecieron dejar las paredes para saltar directamente a la mente de Cyan, quien, incrédula, contemplaba todo aquello en una especie de trance maravilloso, muy parecido a lo que había experimentado horas antes en el Espejo de Sabiduría.

-Y todo aquello gracias a la incansable labor de aquella gente y de sus máquinas, las cuales, como todo lo que aquella civilización hacía, a nosotros nos parecieron increíbles; algunas tan grandes como un palacio y otras tan diminutas como un grano de arroz, todas cumplían un propósito específico-