Cap15: La pandilla y la "cosquillita" de los celos

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Regresé a la habitación rumiando en silencio mi vergüenza. No sabía cómo enfrentarme a los sentimientos que Erik despertaba en mí y, si algo agradecía, era disponer de tiempo para reflexionar antes de volver a ver a Kevin. Su anillo de compromiso me pesaba cada vez más, y eso que ni siquiera lo llevaba puesto.

Durm me había dejado marchar sin objetar nada al respecto; con Ayden, en cambio, no iba a resultar tan fácil. Al no encontrarla en el dormitorio suspiré aliviada y me derrumbé sobre el colchón.

¿En qué preciso instante había lanzado la responsabilidad y mi buen criterio por la taza del baño? Solo me restaba tirar de la cadena y observar cómo los restos de mi ordenada vida giraban y desaparecían tubería abajo.

«Todo esto es una gran mierda», asumí, siguiendo la escatológica línea de mis pensamientos. Y para rematar la faena, Cooper estaba tan destrozado como yo.

Estallé en carcajadas. Una risa gutural y algo desquiciada que nació en alguna parte recóndita de mi interior y resonó en las paredes.

Torcí la cabeza para contemplar a Ayden entrar por la puerta. -Me preocupas, hermanita.

Vino hasta mí y se dejo caer a mi lado. No sabía cuántas horas habría dormido, es más, no sabía si habría dormido siquiera. Pero lucía una sonrisa exultante y le brillaban los ojos como a un niño frente al escaparate de una tienda de golosinas. Más que preocupada parecía feliz, abrumadoramente feliz.

-Me he despertado en la cama de Erik -le solté a bocajarro.

-A Zoe le va a encantar...

-Y... nos hemos besado -añadí, observándola por el rabillo del ojo para ver cuál era su reacción.

-¿Estabas despierta o dormida?

Tal vez hiciste algo más...

Le di un codazo a modo de reprimenda. A su regreso a Berlin habíamos pasado una noche viendo capítulos de House y en uno de ellos descubrían una paciente que no solo era sonámbula sino que sufría de sexomia, un trastorno del sueño en el que la enferma podía mantener relaciones sexuales estando dormida. Ayden me había torturado con sus bromas desde entonces.

-Ya, ya. Estás prometida y todo eso. Pero cuéntaselo a la arpía de su ex novia que después de dos años sigue considerando a Erik como algo de su propiedad.

Ayden se puso de lado y se apoyó sobre un codo para mirarme.

-¿Y bien? ¿Qué vas a hacer?

Me extrañó que no continuara con sus burlas o no insistiera en que le contara hasta el más mínimo detalle de mi noche con el policía.

-Huir lo más lejos que pueda - afirmé, porque me parecía la mejor idea en ese momento. Ayden puso los ojos en blanco y volvió a recostarse sobre la almohada.

Yo sabía que era una actitud cobarde e infantil. Pero el mundo estaba repleto de gente con mis mismos miedos y yo no me creía más valiente que ellos.

-Quien quita la tentación quita el peligro. ¿No es eso lo que dicen?

-¿También le dirás eso a Kevin el día de tu boda? -Me machacó sin piedad, aunque era consciente de que tenía razón.

Estaba claro que mi futuro matrimonio hacía aguas por todas partes.

¿Y si el verdadero desastre no resultaba ser Erik sino casarme con Kevin? ¿Y si en esta ocasión no se trataba de una simple crisis sino de algo más serio? ¿Y si en realidad Erik solo era la excusa que andaba buscando para cancelar mi compromiso?

Demasiados «Y si». Demasiados interrogantes. Y yo no tenía respuesta para ninguno de ellos.


Bajamos juntas a desayunar. A mí me parecía que llevaba escrito en la frente la palabra «infiel» y que todos se darían cuenta de lo que había sucedido en cuanto atravesara la puerta de la cocina. En cambio, a Ayden aquello no dejaba de resultarle gracioso. Puede que, porque de las dos, ella siempre había sido la que andaba metida en líos, mientras que mi vida solía ser más sencilla y, por qué no decirlo, más aburrida.

Y si... Erik Durm Donde viven las historias. Descúbrelo ahora