Cap21: La llamada

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-¿Estás bien?

Me di la vuelta y me encontré a Ayden en el umbral de la entrada. Tras la cena, Manu y ella se habían reunido con nosotros en el interior de la casa. Su rostro no reflejaba si el precario equilibrio que mantenía su amistad con el chico se había inclinado de un lado u otro, pero no había forma de interrogarla al respecto hasta que nos quedáramos a solas. Sin embargo, por el gesto de preocupación con el que me estaba mirando, era ella la que debía estar cuestionándose mi frágil estado mental.

-No lo sé -respondí con sinceridad.

Vino hasta mí y se sentó un escalón por debajo del que yo ocupaba. Había salido a tomar el aire poco antes y, al final, la serenidad que se respiraba en el exterior me había resultado tan placentera que no sabía muy bien cuánto tiempo llevaba allí, contemplando el reflejo de una luna creciente sobre el campo en torno a la casa y el puñado de estrellas que la acompañaban.

-Parece que Erik y tú han congeniado -dijo, y no me pasó por alto que empleaba el mismo término que yo había usado para referirme a mi relación con Kevin.

Le respondí con otra pregunta.

-¿Por qué muestras tanto empeño en que me acueste con él?

-No es eso lo que busco -me rebatió. Apoyó la espalda en mis rodillas y las ondas doradas de su melena me cubrieron las piernas-. No he dicho que tengas que acostarte con nadie. -Ya, y tampoco es que me estés empujando a caer en sus brazos.

Solté una risita. Los razonamientos de Ayden podían llegar a ser incluso más retorcidos que los míos, su mente era un pequeño laberinto del que pocos conseguían encontrar la salida. Y aunque la conocía bien, incluso a mí me sorprendía en multitud de ocasiones.

-Necesitas que alguien te demuestre que no hay que tener miedo de equivocarse -adujo, convencida de lo que decía.

-Me lo dice la que es incapaz de confesarle a su mejor amigo que está enamorada de él -repliqué, y me gané un siseo.

-Esto no tiene nada que ver conmigo.

-¿Conoces el dicho ese de la paja en el ojo ajeno?

Agitó la cabeza con desgana al comprender que me estaba desviando del tema de forma intencionada, pero no insistió.

Se levantó una brisa fría que me hizo tiritar. Me crucé la chaqueta de punto por encima del pecho y Ayden se apretó más contra mí.

-Erik ha encendido la chimenea, dentro se está mucho mejor.

Como si necesitara otra fuente de calor cuando Erik y yo estábamos en la misma habitación. El pensamiento, muy a mi pesar, me hizo sonreír.

Del interior me llegó una melodía familiar que arrasó con la tranquilidad de la que disfrutaba. Me puse en pie de un salto y Ayden protestó, creo que incluso se llevó un rodillazo de regalo.

Antes de que pudiera correr al salón en busca de mi celular, Julián apareció en la puerta sosteniendo el teléfono contra
su oreja y con una estúpida sonrisa en los labios. Comencé a odiarle y a rumiar una venganza apropiada desde ese mismo instante. Si era Kevin el que estaba al otro lado de la línea, y así tenía que ser porque solo él tenía asignada esa melodía, se estaría preguntando por qué no había contestado yo al teléfono y quién demonios era aquel chico.

-Sí, tu prometida está aquí - comentó son sorna, manteniendo el móvil lejos de mi alcance-. Nos lo estamos pasando muy bien.

Erik apareció a su espalda, le arrancó el teléfono de la mano y me lo tendió con rapidez, como si le quemara los dedos. Tardé unos segundos en aceptarlo, sabedora de que no podía seguir evitando hablar con Kevin. Lo tomé y me alejé de la entrada para contestar. Erik empujó a todos de vuelta al salón.

Y si... Erik Durm Donde viven las historias. Descúbrelo ahora