Sortilegio

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Dipper distinguió en ella algún tipo de temor; no era por el hecho de que flotara ─seguramente era algún tipo de fantasma─, pero fue el sonido que desencadenó al caer, como de ramas partiéndose debajo de sus pies, o el sonido crujiente de su peso caer sobre estos. Ni siquiera por la suave sonrisa que esbozó, dirigiéndola hacia los niños, ayudó a que el temor disminuyera.

Coraline dio un traspié, retrocediendo al igual que Wybie, cuya mirada era de absoluto terror, y Neil no fue la excepción: soltó un chillido simulado a grito, dio pasos hacia atrás, asustado, pero el único que permaneció entroncado en su sitio fue Dipper, quien miraba fijamente a la niña. «Agatha», pensó, «ese es su nombre».

Se sentía expuesto: no llevaba el diario entre sus brazos, y aunque lo hubiera tenido, no habría servido de nada, no se encontraban en Gravity Falls, además, éste había cambiado por causas extrañas y ahora quien lo portaba era Coraline, la chica peliazul de quien la piel de sus mejillas estaba adornada de una constelación de pecas.

─Ella es Agatha ─presentó Norman, señalando a su compañera. Su mirada parecía perdida, sumida en la ensoñación de tener a una conocida entre los suyos─. Es una amiga mía.

─ ¡Ella es un fantasma! ─Replicó Coraline, al tiempo en que las palabras de Norman terminaban en un vacío profundo.

─ ¿Y eso qué tiene de malo? ─Preguntó Norman, con fingida tranquilidad, aunque en su tono de voz podía percibirse más la replicación que una suave pregunta amistosa─. No significa que vaya a hacernos daño.

─ ¡¿Aquí?! ─Gritó Coraline, señalando su alrededor─. ¡Han tratado de matarnos, un demonio que parece que lo único que quiere es asesinarnos! ─Frunció los dedos alrededor del lomo del diario─. ¡Perdona si no quiero confiar en una cosa que surgió de la tierra, como un muerto viviente!

─Tampoco es como si tú supieras cómo llegaste aquí ─replicó Norman, molesto.

─ ¡Es una bruja! ─Volvió a gritar, señalando a Agatha. Coraline ignoró el hecho de que ella le dirigía una mirada asesina.

Dipper pensó entonces que la peliazul era una chica valiente o impulsiva rozando la estupidez.

─ ¡Suficiente! ─Gritó Norman, y caminó directo hacia Coraline, a quien tomó con fuerza de uno de sus brazos, arrastrándola lejos del grupo de niños.

Pero fue como si el silencio de ultratumba se instalara entre todos los presentes, que incluso pudieron escuchar las palabras de discusión entre ambos chicos.

─ ¡Una bruja! ─Gritó Coraline, muy cerca de Norman─. ¡No voy a confiar en ella! ¡Salió del suelo! ─Exclamó, con furia─. ¡De la nada, Norman!

─ ¡¿Y no confías en mí?! ─Exclamó Norman, a modo de replicación─. ¡Es lo único que te pido!

─ ¡Una muerta, Norman, tengo suficiente con cuidar de todos ustedes para que esa cosa que anda ahí afuera no nos coma! ─Apretó los puños, y colocó el diario bajó su brazo derecho. Propinó un empujón hacia el chico, de forma inconsciente─. ¡¿Y quieres que confíe en algo que salió de esta tierra?!

─ ¡Pues yo confío más ella que en ti! ─Respondió Norman a gritos. E inmediatamente se arrepintió de sus palabras.

Dipper recordó las veces en que había discutido con su hermana, cuando le gritaba insultos o palabras ofensivas, sólo por el simple hecho de desacuerdos que habrían sido solucionados con palabras suaves. Pero en el caso de Norman y Coraline, Dipper pensó que no existiría esa solución pacífica.

─Bien ─replicó Coraline, y alzó lo suficiente el mentón para que la diferencia de alturas fuera notoria entre ambos. Apretó los puños una vez más, antes de dar media vuelta e internarse entre los árboles, seguida de Wybie, quien era el encargado de cargar a Mabel.

Mystery Kids: Bemus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora