Capítulo catorce

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Canción del capítulo: Only you're the one - Lifehouse



Benjamin me acaba de invitar a su casa, y nos estamos dirigiendo hacia allí. Podría estar pensando miles de cosas al respecto, pero solo un pensamiento se cruza por mi mente: no estoy vestida para la ocasión.

Mi escritor favorito me está llevando a su hogar, y yo vistiendo un pantalón a cuadros, una camiseta sin mangas al menos dos talles más grandes que el que uso normalmente y un saco de hilo marron, tambien grande ¡y ni hablar de mis pantuflas rojas! En otras palabras, soy un desastre.

Sin tan solo me hubiera mandado un mensaje sobre su visita, o al menos Tate lo hubiera hecho, ahora no estaría vistiendo así. Siento mucha pena de mi misma, y a decir verdad, hace tiempo no me ocupo de mi apariencia en la presencia de un hombre. Jamás cubri mis heridas, entonces jamás arregle mi aspecto. Siempre lucía igual, no veía el sentido de alistarme de forma perfecta cuando no salía de casa.

—¿Podemos dejarlo para otra ocasión? —pregunto.

—¿Por qué?

Suspiro y me encojo de hombros. Acto seguido observo mi vestimenta.

—Dime por favor que no estas pensando en otra ocasion, solo por el hecho de cómo te encuentras vestida —dice leyendo mi mente.

—Exactamente eso, si.

Se ríe, y tengo ver como luce su rostro al hacerlo. Es hermoso.

—¿Todas las chicas se preocupan por su aspecto? Es decir, ¿no hay una que no lo haga?

—No lo sé. Yo solo... pensé que tal vez sea mejor en otra ocasión.

—Ava, no llevo a nadie a mi casa. Y ningún familiar va a verme, saben respetar mi soledad —me mira— Eres la primer persona que va a ir con mi invitación. Lo que menos me importa es como luces vestida —vuelve a poner sus ojos sobre la carretera— Todo es mejor al natural.

—Ésto no es natural. Mi vestimenta dice que mi vida es un infierno.

—Deja de preocuparte por tu vestimenta, tu rostro o de todo lo que estás pensando ¿me haces un favor? —vuelve a mirarme y asiento— Dejemos atrás el ayer, al menos por ésta noche. Seamos el presente.

—Creo que me gusta tu idea.

Sonríe.

—Y eso significa dejar de pensar también en tu aspecto.

—Mmm... lo pensaré.

Se ríe, y estaciona en la cochera de una casa.

—Te he mostrado mi lugar secreto —me mira— No se lo dirás a nadie ¿verdad?

—A nadie, lo prometo.

—Te creo —suspira— Entonces, tampoco le dirás a nadie donde vivo.

Me río.

—No pienso compartirlo en ningún club de fans. Soy egoísta en cuanto a eso.

Se ríe y sale del auto, quiero salir también, pero es él quien me abre la puerta. Creí que éstos detalles ya se habían perdido, pero me gusta saber que alguien lo sigue haciendo.

En cuanto me bajo, observo la casa. El exterior tiene un decorado de piedras grises, es de dos pisos y el balcón cuenta con un enorme ventanal. Es hermoso, me gustaría observar todo desde allí.

Para dirigirnos hacia la puerta principal de color marrón, tenemos que subir por una escalera de piedra también, del mismo color que la casa. Sigo sus pasos y es ahí cuando me doy cuenta de donde estamos, es decir de cuán lejos de todo y todos estamos.

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