Capítulo quince

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La reacción de Tate al contarle todo lo sucedido con Benjamín, fue la misma reacción que toda persona tiene al ver su película favorita. O mejor dicho, el cómo nos ponemos las mujeres cuando el personaje de una película de romance dice algo bonito.

Más allá de esa emoción, que por cierto me hizo reir mucho, Tate se sorprendió de éste Benjamin. Y no faltó el comentario "al parecer si tiene corazón" Por supuesto que lo tiene, solo que esta tan aterrado de mostrarlo al mundo. Está tan aterrado de sí mismo, y por eso se convierte en alguien frío, y distante.

No solo le sorprendió, sino que también no dejó de decir que por algo Benjamin es así conmigo. Le dije la misma razón que me dio él una vez, el simple hecho de entendernos, pero ella insistió en que hay algo más, de no ser así no me hubiese invitado a la reunión con su familia. Pero yo insisto en que son solo ideas de Tate.

Aunque, por supuesto, no puedo negar lo que él está generando. Desde nuestra cena juntos, ocupa aún más la mayor parte de mis pensamientos, si es eso posible.

En los momentos en los cuales me siento totalmente triste, solo quiero estar con Benjamín, con él y con todas las sensaciones de armonía, y serenidad que me entrega sin saberlo.

Me comienza a aterrar esto de necesitarlo en mis caídas. Es más, luego de mi vida junto a James, creí que iba a ser muy imposible volver a confiar en un hombre. Pero con Benjamín no dudé ni un segundo, no sentí jamás miedo en su presencia. Creo que es cierto eso de que en los ojos de las personas podemos ver en verdad su alma. Sus ojos pasaron de darme curiosidad, a paz.

En tan poco tiempo alguien puede ser capaz de generar mucho. Y teniendo en cuenta en la tormenta en la cual me encontraba y buscaba salir con vida, creí que jamás un hombre me generaría ésto: tranquilidad.

Tal vez yo si apunte a algo más, como dice Tate, pero es obvio que él no. Por eso mismo, tengo que apartar todo pensamiento de ese tipo.

—¿Segura que no quieres que te lleve y pase por ti luego del trabajo? —me pregunta Tate por quinta vez consecutiva. Carmen me llamó para contarme que Camille llegó de sorpresa, y que quiere conocerme, asi que ire a almorzar con ellos y conoceré a la tan famosa hija de mis abuelos adoptivos.

—Segura, Tate. Tengo que hacer cosas por mi cuenta, no quiero ser un problema para todos.

Tate frunce el ceño.

—Sabes que no eres ningun problema, Ava, ¿qué cosas dices?

Suspiro.

—Lo siento. Solo... solo quiero ser capaz de salir de tanto encierro, y por mi cuenta.

—¿Estarás bien?

Prefiero no pensar en James, y en el hecho de que posiblemente esté dando vueltas por la ciudad. Pensar en él me paraliza, y me llena de miedo, inseguridad y dolor. Quiero desconectarme un poco de eso, quiero jugar con mi imaginación y soñar con que no hay ningún hombre buscándome solo para hacer de mi vida un infierno sin salida.

—Sí —digo con seguridad. Comienza así mi juego de imaginar que nunca conocí a James.

Tate no está segura de mi respuesta, o más bien de dejarme ir sola.

—De acuerdo ¿me llamarás por si acaso?

Asiento.

—Sólo si me dejas ir esta noche a trabajar.

Hace varios sábados que el restaurante no cierra para ser solo un bar, como de costumbre. No se estuvo haciendo por el simple hecho de que Keith estuvo viajando por el exterior con un grupo de amigos.

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